"Desde que me desahuciaron tengo ansiedad y crisis nerviosas"

Las vecinas de un bloque de Sants desahuciadas en plena pandemia piden una solución definitiva

Eugènia Cardona
3 min
L'Angelica i la Fadoua a la zona comunitària del bloc turístic on viuen

Barcelona"Después de un desalojo el sufrimiento persiste y se acentúa. De la noche a la mañana se te acaba la vida que habías construido y, cuando miras hacia adelante, solo tienes un futuro incierto", lamenta Angélica, una de las vecinas del Bloque Gayarre desahuciadas el 15 de diciembre. La acción se ejecutó en un primer lanzamiento con fecha abierta, acordado por el juzgado de primera instancia número 4 de Barcelona por el supuesto riesgo de "conflictividad y atentado al orden público". Pocos días después se aprobó el real decreto que prohíbe expulsar de casa a familias en situación de vulnerabilidad durante el estado de alarma. Angélica y el resto de afectadas han pasado esta Navidad en un apartamento turístico. Hace menos de un mes que tuvo que irse de casa con una maleta como único equipaje y explica la odisea para que el Ayuntamiento las reubicase en l'Hospitalet de Llobregat.

El día que las echaron, el consistorio, a pie de calle, les ofreció una pensión en el Clot, que rechazaron por la lejanía y la imposibilidad de vivir con niños compartiendo cocina y otras zonas comunes. Angélica pasó la noche sola en la Residencia de Estudiantes de Sants, también sin cocina, mientras que el resto de vecinas fueron destinadas a apartamentos turísticos de una sola persona, a pesar de ser familias de varios miembros. Después de un día de negociaciones y la ocupación de la sede del distrito, el Grup d'Habitatge de Sants (GHAS) consiguió que las familias fueran realojadas en el edificio turístico donde viven ahora. Las afectadas y el GHAS denuncian, sin embargo, que todavía les falta una solución digna y definitiva: "Vivo en un piso sin horno ni lavadora, con una nevera diminuta y un congelador que no funciona. Está pensado para pasar una noche, no para vivir", afirma Angélica.

La Fadoua obre la cuina empotrada del pis

Ella y Fadoua, también vecina del Bloque Gayarre y madre de una adolescente de 14 años, llevan muchos años viviendo en precario. "Cuando topé con el grupo de vivienda estaba desesperada, me quería morir", recuerda Angélica. "Alquilaba una habitación en un piso donde me maltrataban, se burlaban de mí y me explotaban", explica. Fadoua, por su parte, fue víctima de una estafa. Pagaba el alquiler a una persona que se hacía pasar por el propietario y, después de ocho años, recibió una orden de desalojo por impago. Son las únicas inquilinas que han tenido acceso a la Mesa de Emergència Habitacional y esperan una vivienda de alquiler social. El resto de familias del Bloque Gayarre, también con menores a cargo y un bebé recién nacido, no pueden acceder porque no tienen la nacionalidad española ni el permiso de residencia.

Todas coinciden en que tener que abandonar el domicilio implica mucho más que dejar un piso, significa dejar atrás la comunidad y el vínculo con el barrio. "Desde que me desahuciaron tengo ansiedad y crisis nerviosas –confiesa Angélica–. Lo único que me hace resistir es el sindicato, es mi único apoyo aquí". Venida de Ecuador, donde tiene la familia biológica, ha tenido que dejar de trabajar porque sufre una discapacidad de la movilidad del 60%. Relata cómo tuvo que irse de su país de origen para escaparse de la violencia machista que sufría en casa: "He tenido muy mala suerte en la vida. Soy pobre pero no pido vivir gratis, me merezco un techo digno como todo el mundo". Cuando llegó no conocía a nadie y encadenó trabajos precarios para enviar dinero a su hija pequeña, que todavía era menor de edad. Recuerda que conoció a Fadoua y al GHAS por casualidad, en una comida popular en la calle. Fadoua la abraza y la consuela: "El grupo de vivienda nos ayuda porque nos hace saber que podemos reclamar nuestros derechos con fuerza pero, sobre todo, sin vergüenza". Mientras ríen, le espeta: "Eras una submisa y te has convertido en toda una luchadora".

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