¿Para qué sirve la carbonita aparte de para encarcelar a Han Solo? La ciencia responde

La UPC se vale de ‘Star Wars’ para estimular vocaciones científicas

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Luis Carlos Pardo durante un experimento con motivo de la jornada 'Star Wars a la EEBE' de la UPC

El 25 de mayo del 1977 se estrenó La guerra de las galaxias en Estados Unidos. Una película fundamental de la historia del cine, el eslabón inaugural de una saga que mantiene viva hasta hoy en día su capacidad de influencia y de conexión con viejos y nuevos públicos. Un fenómeno que ha superado con creces su inicial adscripción fílmica. ¿Una prueba fehaciente? Pues que la Escuela de Ingeniería de Barcelona, adscrita a la UPC, ha organizado una jornada –Star Wars en la EEBEque vincula la mítica saga galáctica imaginada por George Lucas con la difusión de los estudios científicos emprendidos desde la universidad. Aprovechando la efeméride del estreno, los profesores Emilio Jiménez, Luis Carlos Pardo y Jordi José son los impulsores y, en colaboración con la Asociación Star Wars de Catalunya, han organizado un evento que conecta el conocimiento universitario con la popularidad inmensa de la saga. Una de las finalidades, explican, es que la investigación científica que llevan a cabo en el campus tenga difusión y los mismos alumnos la sientan como propia: “Movilizarlos, estimularlos, recuperar la vida universitaria tan malograda desde el estallido de la pandemia”, concreta Pardo. El gancho de Star Wars permite no tan solo hacer divertidas asociaciones de ideas entre la realidad y la ficción, sino también ayudar a la divulgación y a hacer más cercana y tangible la ciencia: “Es importante que los jóvenes perciban la ciencia como algo cercano, atractivo, capaz de despertar vocaciones”, explica José.

Son tres las charlas que la escuela ha organizado para concretar esta vinculación entre los estudios y la investigación que propone y las nueve películas (y otros satélites añadidos) de la saga. Por ejemplo, ¿es posible construir una espada láser como las de Luke Skywalker, Han Solo y Darth Vader? O también las utilidades y potencialidades de la congelación en carbonita, que tiene que servir, por ejemplo, para mejorar la conservación de los órganos vitales destinados a los trasplantes. Y, finalmente, saber si son verosímiles las alucinadas tecnológicas que llenan a reventar los guiones de todos los films de la saga. En este último término, el profesor Jordi José hace una disertación muy amena. Algunas preguntas interesantes: ¿cuántas galaxias hay en el universo? No lo sabemos. Ni siquiera sabemos si el universo es finito o no. Las investigaciones y ligeras certezas de la astrofísica se centran, concreta, en lo que los científicos denominan “universo observable”. ¿Y qué es esto? Pues unos 45.000 millones de años luz. ¿Cuántas galaxias hay en este universo observable? 200.000 millones. ¿Cuántas estrellas hay en la Vía Láctea, nuestra galaxia? Entre 100.000 y 400.000 millones de estrellas. ¿Qué distancia hay entre el Sol y la estrella más próxima? Cuatro años luz. ¿Y entre la Vía Láctea y Andrómeda –la galaxia más próxima–? Dos millones y medio de años luz. José tiene claro que las distancias y números de Star Wars están hechos un poco al por mayor. Por ejemplo, no es posible que Han Solo, el contrabandista que surca las galaxias a bordo de su nave, el mítico Halcón Milenario, recorra las distancias siderales que transita con tanta rapidez. En cambio, señala que Interstellar, el film de Christopher Nolan, tiene un guion bastante más esmerado. Aprovecha para desmontar también un diálogo de Star Trek, aquel en que el capitán Kirk y Mr. Spock aseguran que no han oído nunca a hablar de los agujeros negros. “Las películas pasan en el siglo XXIII, ¡no es posible que los agujeros negros sean desconocidos para ellos!”

La ausencia de diversidad gravitatoria entre la multitud de galaxias que aparecen en Star Wars también es un despiste de guion importante. Y tampoco acaban de colar las famosas y trepidantes persecuciones de las naves entre los pasillos de asteroides. Cada uno de ellos está separado de los otros por distancias que oscilan entre los 10.000 y los 100.000 kilómetros. No es creíble, pues, tanta facilidad de impacto y de choque. 

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