Cómo combatir el comercio ilegal de chimpancés gracias a su ADN

Un equipo de investigadores geolocaliza con éxito ejemplares salvajes a partir de los excrementos de los animales

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La mona se llama África y fue rescatada en las Canarias del tráfico ilegal.

BarcelonaLos grandes simios sufren riesgo de extinción en cualquier punto del planeta. La destrucción de sus hábitats –sometidos a deforestación– y el tráfico ilegal han empujado hacia el precipicio a muchas de las poblaciones de chimpancés, gorilas, orangutanes o bonobos. Describir su ADN no solo sirve para explicar la historia evolutiva, las rutas migratorias o la relación entre las subespecies, sino que también puede ser de gran ayuda para preservar sus hábitats. Ahora una investigación liderada desde Catalunya y que se ha publicado en la revista Cell Genomics ha analizado los excrementos de 828 chimpancés de África: el resultado es el atlas genómico más grande del mundo, que aporta mucha información sobre dónde viven y cómo se relacionan los chimpancés con otras especies. Pero lo más importante es que este gran catálogo permite saber de dónde provienen los ejemplares confiscados en el comercio ilegal y, así, poder devolverlos a su lugar de origen. 

“Es la primera piedra”, arranca Tomàs Marquès-Bonet, investigador ICREA en el Instituto de Biología Evolutiva (IBE) de la Universitat Pompeu Fabra. Un punto de partida al que se ha llegado después de más de seis años de investigación tratando de encontrar una alternativa fiable a la extracción de sangre para el análisis genómico. El equipo buscaba un método que no fuera ni invasivo ni agresivo para los animales y que ofreciera suficiente información de interés científico. Y, si existía la oportunidad, contribuir a la preservación de los grandes simios, todos ellos incluidos en la lista del CITES, el convenio internacional que protege a las especies amenazadas. El método ya existe y esta primera piedra se ha convertido en una tecnología que puede extrapolar su uso “al menos” a los primates no humanos. La tecnología desarrollada por el equipo del IBE ha encontrado en los excrementos la manera de extraer información. “Los excrementos aportan mucha más información de la que necesitamos”, defiende Clàudia Fontserè, investigadora del mismo centro y primera autora del estudio. 

En los excrementos, en efecto, se encuentran datos de origen muy diverso. Por ejemplo, de los alimentos consumidos por el animal, pero también del conjunto de bacterias, virus y hongos que forman parte de su microbioma. De hecho, analizarlas es un método laborioso, porque en una muestra de heces hay un 99% de bacterias y solo un 1% del material genético propio del animal después de la digestión. Aun así, los investigadores dicen que han encontrado la manera "de conseguir información útil de lo poco que sale". Esta "manera" es el cromosoma 21, “razonablemente manejable”, relativamente fácil de identificar y con muchos datos útiles para estudios evolutivos de las diferentes especies.

La evolución de los chimpancés a través de sus excrementos

La fiabilidad del método se ha verificado en chimpancés, animales en riesgo tanto por la amenaza de pérdida de hábitats como por la cacería furtiva y el tráfico ilegal. Con este objetivo, los investigadores han recogido muestras de hasta 800 individuos en 48 puntos diferentes de una amplia franja de África central. En buena parte, la recogida de muestras ha sido posible por la colaboración establecida con el Instituto Max Planck de Antropología Evolutiva y la Universidad de Leipzig, entre otros, en el marco del proyecto PanAf, que recoge datos globales de primates no humanos. El resultado de la aplicación del nuevo método es la consecución del primero y más extenso atlas genómico en toda el área de distribución de los chimpancés. El atlas da información relevante de la historia evolutiva de estos animales de hace 50.000 a 100.000 años, además de ofrecer datos sobre áreas de conectividad y flujo genómico que se pueden vincular a rutas migratorias, áreas de aislamiento e incluso regiones e itinerarios de tráfico ilegal. 

“Ahora sabemos que hay cuatro subespecies de chimpancé distribuidas por África”, ilustra Marquès-Bonet. “El flujo genómico entre poblaciones a ambos lados de un río es prácticamente inexistente”, amplía Fontserè. Esto es justamente lo que han visto en zonas de muestreo del río Ogüé, en Gabón. Contrariamente, en amplias zonas de África occidental como Nigeria, Camerún o Guinea, se detecta una densidad alta de intercambio genómico.

El conjunto de datos será de gran ayuda para la preservación de chimpancés, asegura Olga Feliu, directora de la Fundación MONA, dedicada a la recuperación de primates. La mayor parte de los animales con los que trabajan ahora mismo provienen del tráfico ilegal. “Los animales suelen ser capturados al oeste africano en bosques cercanos a puertos”, indica. De allí, suelen hacer parada en Canarias, desde donde se envían clandestinamente a países del sudeste asiático, China y Oriente Lejano. Allí se exponen en circos o centros recreativos, o se tienen en casa como animales domésticos. La mayoría se rescatan en condiciones precarias por maltrato y raramente se pueden reintroducir a su hábitat natural.

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