El sabor del reencuentro

Marta Riera se reencuentra con la familia que la ayudó hace treinta años

Maritza García
3 min
La Marta, a l'esquerra, s'ha retrobat aquest diumenge amb el Víctor i la Concepción, i la seva filla Susana, la família que la va ajudar a sobreviure a la riuada de 1990 a Premià de Mar

Premià de MarEl diario ARA publicaba este domingo un reportaje en el que Marta Riera pedía ayuda para encontrar la familia que la ayudó después de su odisea, hace 30 años, cuando sobrevivió a la riada de Premià de Mar. Un trayecto en el que tuvo que pasar 500 metros sumergida por las cloacas y, una vez en la profundidad del mar, consiguió ganar la inmensidad de las olas para salir como pudo a pedir ayuda. Las redes se han volcado en ayudarla y, a las pocas horas de publicar la información, llegaba a la página de Facebook del diario, un mensaje de Gorka Caballero Forcada: "Te ayudaron mis abuelos, me han explicado mil veces esta historia. Mis abuelos tenían un bar en la Nacional que se llamaba bar la Rioja y su casa estaba justo encima. Mi madre me contaba cómo te llevó a la ducha, te dejó ropa y te hizo una tila para calmar los nervios. Le quedó marcado!"

Tres décadas más tarde, el esperado encuentro estaba a punto de ocurrir. La familia Forcada, reunida en su habitual comida de domingo invitaba a Marta Riera a pasar la tarde, esta vez no tomarían una tila, sino un café e intentarían reconstruir aquella noche de tormenta del 6 de agosto de 1990 que se cobró cuatro víctimas mortales en Catalunya.

Marta subía las escaleras del edificio ubicado en Vilassar de Dalt, donde ahora vive Susana, la hija del matrimonio Forcada y quien el día del accidente la duchó y la reconfortó. Al encontrarse en el rellano, Marta sólo alcanzó a preguntar tímidamente: "¿Tú eres...? Sin más palabras las dos mujeres se abrazaron fuertemente. Entonces el llanto.

Al lado, el matrimonio Forcada, Víctor y Concepción, ahora jubilados, antiguos dueños del bar La Rioja de Premià de Mar, que cerró en el año 2000, abrazaban a Marta con el cariño de quien reconoce que en esa mujer hay una historia compartida de vida y supervivencia. Don Victor, le recordó cómo la había encontrado aquel día:

— Llovió tanto que se nos inundó el bar, yo y mi mujer estábamos sacando el agua del bar. ¡Parecía un infierno! En ese entonces cada vez que llovía entraba el agua por las baldosas, por las coladeras, por todas partes y de pronto te vi . Estabas del otro lado de la carretera a unos metros del mar y gritabas "auxilio, auxilio". Cruce como pude la carretera porque no se veía nada. No había luz. Los helicópteros daban vueltas por todas partes y sólo se escuchaba las ambulancias y tú que gritabas. Te cogí y te llevé al bar. Ahí, mi hija Susana, como era la única mujer de mis tres hijos, fue quien te llevó a nuestra casa, que teníamos arriba del bar, para ducharte porque estabas que no te imaginas cómo venías.

—Yo te lavé tu ropa. Me debes una compostura de lavadora ¿eh? Porque tenías tantas piedras en la ropa que se me descompuso mi máquina— Comenta Concepción con una enorme sonrisa.

Marta escuchaba la historia entre risa y llanto, al tiempo que Susana continuaba:

—No te entendía nada porque llorabas y llorabas y sólo preguntabas por tu padre. Razón tenías, ya nos enteramos por el reportaje que tu padre se había quedado atrapado en la riada dentro del coche. Creo que pensabas que tu padre había muerto y yo te calmaba diciendo que todo saldría bien. Que si tú estabas aquí con vida, el seguramente también. Te subí a ducharte, pero como no había luz, llevaba una vela. ¿Te acuerdas? ¡No! Cuando terminé de vestirte, te puse un chándal limpio y no te podía peinar ¿Te acuerdas? Tenías el cabello como un estropajo, lleno de ramas, hojas, bueno...aquello era una maraña que ni con suavizante logré peinarte.

—Después te llevamos a la policía de Premià de Mar para dar aviso, pero no te quisimos dejar en la comisaría sola, así que te regresamos a nuestra casa hasta que llegara tu familia por ti. ¡Hombre claro! No te dejaríamos—, exclamó Victor.

Marta les enseñaba las fotografías que lleva cargadas en su móvil, de ella y su padre, de las noticias que se publicaron aquel entonces contando su hazaña, de algunos momentos de su vida. Han pasado treinta años sí. "No los había buscado en este tiempo porque supongo que quise borrar de mi mente ese día , pero hoy que estoy aquí reconstruyendo esta parte del rompecabezas que me faltaba, quiero agradecerles lo que hicieron por mí, porque para mi padre, que pensaba que yo había muerto, fue muy importante verme limpia y bien vestida como si nada hubiera pasado",concluye Marta con la alegría de sentir otra vez la calidez de la familia Forcada, que no oculta que alguna vez llevaron el bar La Rioja: ¿Qué te pongo Marta? ¡un café ¡ Un cortado! ¿Una cerveza?

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