"El alcohol es el único producto de la UE que no lleva una etiqueta con la composición"
La Organización Mundial de la Salud urge a los países europeos que tomen medidas para advertir sobre los perjuicios del alcohol


Barcelona"Las bebidas alcohólicas son el único producto de la Unión Europea que no lleva una etiqueta que especifique su composición". La observación la realiza Florence Berteletti, secretaria general de Eurocare, una alianza europea formada por más de cincuenta entidades –muchas científicas– que pretende promover políticas sobre el alcohol que protejan a los ciudadanos de la Unión Europea. "Un pequeño productor de queso de cualquier pueblo remoto de España o Francia cumple este requisito. ¿Por qué los productores de alcohol no?", insiste Berteletti. Y es cierto. La etiqueta de una simple botella de agua contiene más información que la de una de whisky.
En 2015 el Parlamento Europeo ya instó al ejecutivo comunitario a tomar medidas para incluir en las etiquetas de las bebidas alcohólicas a la venta en la UE información sobre los ingredientes empleados en su elaboración y sobre su contenido calórico. Diez años después se ha avanzado poco en eso.
La secretaria general de Eurocare lo atribuye a la presión del lobby de los productores de alcohol y a los muchos intereses económicos que hay en juego. Un lob que, según dice, es "muy agresivo" en el caso español: "A menudo se reúnen con políticos europeos, les invitan a las bodegas, y les insisten en que el alcohol forma parte de la cultura y la tradición. Los políticos no deberían escuchar a los productores, sino a los médicos y los científicos". Y, de hecho, los médicos y los científicos son unánimes: todos coinciden en que el alcohol es más perjudicial de lo que creemos.
Un informe demoledor
Sin ir más lejos, la Organización Mundial de la Salud (OMS) publicó un informe demoledor en febrero alertando de que el alcohol provoca cáncer aunque se consuma en pequeñas cantidades, e instaba a la Unión Europea a tomar "medidas urgentes" para que las etiquetas de las bebidas alcohólicas incluyan advertencias en este sentido. Después de que el consumidor haga lo que quiera: que beba o no, pero que al menos esté informado.
"La Unión Europea es la zona del mundo donde se bebe más alcohol […]. En 2019, el consumo medio de alcohol per cápita entre personas mayores de 15 años fue de 11 litros de alcohol puro, el doble que la media mundial", dice también literalmente el informe Alcohol health warning labels: public health perspective for Europe (etiquetas de advertencia en el alcohol: una perspectiva de salud pública). Once litros de alcohol puro equivalen a 275 cervezas o más de 91 botellas de vino.
De hecho, "la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer (IARC, en sus siglas en inglés) clasifica el etanol, que es el componente principal de las bebidas alcohólicas, como un cancerígeno nivel 1. Es decir, lo incluye en la misma categoría en la que se encuentra el uranio o cualquier elemento radioactivo de la Sociedad '' , el Alcoholismo y las demás Toxicomanías (Socidrogalcohol), que es una de las muchas entidades que forman parte de Eurocare. "Esto no quiere decir que el alcohol sea igual de malo que el uranio. Lo que quiere decir es que, si está clasificado en la misma categoría, estamos seguros de que provoca cáncer", aclara.
Cáncer de faringe, de laringe, de hígado, de esófago, de la cavidad oral y sobre todo de colon y de recto en los hombres, y de mama en las mujeres, según la OMS. "Incluso con un consumo medio de una única bebida alcohólica al día, existe un aumento significativo del riesgo de cáncer de pecho en las mujeres", dice textualmente el informe de este organismo. Algo que, por cierto, desconoce la mayoría de la población, añade. La gente sigue con la idea (equivocada) de que una copita de vino al día es buena para la salud. "Una creencia que se basa en estudios desfasados con importantes deficiencias metodológicas ya menudo financiados por la propia industria del alcohol o por fundaciones vinculadas", advierte el doctor López.
En países como Estados Unidos, México, Australia, Nueva Zelanda, Corea del Sur, Rusia o Israel, las etiquetas de las bebidas alcohólicas indican que son perjudiciales para la salud. En cambio, en la Unión Europea, solo tres países obligan a incluir algún tipo de advertencia en estos productos: en Alemania la etiqueta de las bebidas alcohólicas alerta que su consumo es perjudicial en menores, y en Francia y Lituania, durante el embarazo. El pictograma de advertencia, no obstante, es tan sumamente pequeño que la mayoría de consumidores ni se percatan de su existencia, destaca la OMS. Algunas botellas tienen un código QR para obtener información sobre el producto, pero pocos son los consumidores que lo consultan antes de beber, según una encuesta realizada por este mismo organismo.
Irlanda, la excep
El único país de la Unión Europea que ha dado un paso adelante para advertir a la población sobre los perjuicios del alcohol es Irlanda, que ha aprobado una normativa para que todas las bebidas alcohólicas que se comercialicen en su territorio deban llevar una etiqueta indicando que el alcohol provoca cáncer y enfermedades hepáticas, y que su consumo es perjudicial durante el em. Sin embargo, la normativa todavía no se aplica: entrará en vigor el 22 de mayo de 2026.
Noruega se plantea seguir el ejemplo irlandés, pero de momento sólo lo está estudiando. De hecho, los países nórdicos son los más avanzados de la UE en lo que se refiere a restricciones al alcohol. En todos ellos, salvo Dinamarca, el Estado tiene el monopolio de la venta de las bebidas alcohólicas con el objetivo de limitar su consumo y minimizar los problemas de salud en la población. Y el resultado está claro: estos países son donde menos alcohol se consume en la Unión Europea, aunque tradicionalmente estaban donde se bebía más, según el estudio Nordic alcohol monopolías, publicado por la OMS en enero.
En Suecia, por ejemplo, las tiendas de la empresa estatal Systembolaget venden todas las bebidas con un volumen de alcohol superior al 3,5%, es decir, desde la cerveza y el vino hasta el cava y, lógicamente, todos los licores. Su horario de apertura es restringido –los fines de semana sólo abren los sábados por la mañana, y entre semana hasta las ocho de la tarde como mucho–, tienen prohibido vender a menores de 20 años y a personas visiblemente ebrias, y no disponen de neveras para que las bebidas estén frescas para así disuadir el consumo inmediato. Además, los importadores y productores de alcohol en Suecia deben pagar un impuesto específico en función de la graduación de la bebida: cuanto más graduación, más deben pagar. Esto hace que las bebidas alcohólicas sean especialmente caras. Por ejemplo, el 67% del precio del licor son impuestos y el 52% de la cerveza.
“Está documentado científicamente que las políticas públicas que reducen el consumo de alcohol y, por tanto, sus consecuencias son encarecer el producto, disminuir su accesibilidad y eliminar la publicidad”, destaca el vicepresidente de Socidrogalcohol. En otras palabras, hacer lo mismo que se hizo con el tabaco.
"Antes también se creía imposible limitar la industria tabacalera y se hizo. Estoy convencido de que con el alcohol se va a seguir la misma tendencia", asegura Oihan Iturbide, biólogo clínico y editor de Yonki Books que ha investigado este tema. Prueba de ello, destaca, es que la gente joven cada vez bebe menos y que la industria del alcohol está perdiendo cuota de mercado en Estados Unidos.
"En Estados Unidos ya se están comercializando bebidas de THC, que es una molécula psicoactiva del cannabis. En España, el THC no es legal, pero sí se ha comenzado a normalizar la apertura de tiendas con la hoja de la marihuana que venden el CBD, que es otra molécula no psicoactiva del cánnabis. Eso hace que la percepción de riesgo de la población baje hasta que llegará un momento en que se introducirá el THC y acabará sustituyendo al alcohol en nuestras sociedades", vaticina.
Prueba desarrollada por la Organización Mundial de la Salud
1. ¿Con qué frecuencia toma alguna bebida alcohólica?
(0) nunca (1) una o menos veces al mes (2) de 2 a 4 veces al mes (3) de 2 a 3 veces a la semana (4) 4 o más veces a la semana.
2. ¿Cuántas consumiciones de bebidas con contenido alcohólico suele realizar normalmente en un día que bebe?
(0) 1 o 2 (1) 3 o 4 (2) 5 o 6 (3) de 7 a 9 (4) 10 o más.
3. ¿Con qué frecuencia toma seis o más consumiciones alcohólicas en un solo día?
(0) nunca (1) menos de una vez al mes (2) mensualmente (3) semanalmente (4) a diario o casi todos los días.
4. ¿Con qué frecuencia, en el curso del último año, ha encontrado que no podía parar de beber una vez empezado?
(0) nunca (1) menos de una vez al mes (2) mensualmente (3) semanalmente (4) a diario o casi todos los días.
5. ¿Con qué frecuencia, en el curso del último año, no ha podido llevar a cabo la actividad que le correspondía, por haber bebido?
(0) nunca (1) menos de una vez al mes (2) mensualmente (3) semanalmente (4) a diario o casi todos los días.
6. ¿Con qué frecuencia, en el curso del último año, ha necesitado beber en ayunas por la mañana para recuperarse de haber bebido mucho la noche anterior?
(0) nunca (1) menos de una vez al mes (2) mensualmente (3) semanalmente (4) a diario o casi todos los días.
7. ¿Con qué frecuencia en el curso del último año ha tenido remordimientos o sentimientos de culpa después de haber bebido?
(0) nunca (1) menos de una vez al mes (2) mensualmente (3) semanalmente (4) a diario o casi todos los días.
8. ¿Con qué frecuencia en el curso del último año ha sido incapaz de recordar qué ocurrió la noche anterior porque había estado bebiendo?
(0) nunca (1) menos de una vez al mes (2) mensualmente (3) semanalmente (4) a diario o casi todos los días.
9. ¿Os ha hecho daño porque había bebido o ha hecho a una tercera persona?
(0) no (2) sí, pero no en el curso del último año (4) sí, en el último año.
10. ¿Algún familiar, amigo, médico o profesional sanitario se ha preocupado por su consumo de bebidas alcohólicas o le ha sugerido que dejara de beber?
(0) no (2) sí, pero no en el curso del último año (4) sí, en el último año.
Puntos de corte:
Mujer: de 6 a 13 puntos = bebedora de riesgo.
Hombre: de 8 a 13 puntos = bebedor de riesgo.
Todo el mundo: 13 o más puntos = consumo perjudicial; 20 o más puntos = posible dependencia física del alcohol.