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Clamo para fortalecer las grandes bases de datos europeas: "Hasta ahora nos hemos fiado de las estadounidenses"

Los investigadores admiten cierta inquietud por si Trump decide suspenderles el acceso a las redes de información que financia

Investigadores del Idibell, el Instituto de Investigación Biomédica de Bellvitge.
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BarcelonaEl impacto científico que tendrá la vuelta de Donald Trump en la presidencia estadounidense aún es incierto. Eso sí, los investigadores de todo el mundo siguen con recelo las decisiones que toma el gobierno estadounidense porque muchas tienen consecuencias directas para su trabajo. Por el momento ya ha recortado la financiación de proyectos de los Institutos Nacionales de Salud (NIH) y ha censurado determinadas líneas de investigación relacionadas con la perspectiva de género y la crisis climática, entre otras. En Cataluña la situación es de inquietud e incertidumbre, sobre todo en los proyectos compartidos con centros del otro lado del Atlántico y por la información científica de grandes bases de datos de Estados Unidos que cada día utilizan cientos de investigadores. Perder el acceso a esta información cambiaría el paradigma de la investigación tal y como la entendemos hoy en día, alertan.

"La ciència és un projecte col·lectiu de tota la humanitat: o ho fem entre tots o no ens en sortirem", diu el director de l'Arxiu Europeu del Genoma-Fenoma (EGA, en anglès), Arcadi Navarro, que veu necessària una xarxa estable, oberta i col·laborativa entre països i aliances entre professionals dels Estats Units, Europa i la resta del món per "assolir una ciència innovadora i amb impacte". Cada día los investigadores consultan repositorios de artículos científicos y bases de datos con los que fundamentar su investigación, y muchas de estas herramientas son de centros estadounidenses que reciben financiación pública. Según fuentes del Laboratorio Europeo de Biología Molecular (EMBL), que tiene sede en Barcelona, ​​esta cooperación internacional "fortalece la calidad de la investigación y favorece la compartición de datos, conocimientos y recursos, lo que beneficia a la comunidad científica global".

Si bien estas grandes bases de datos de Estados Unidos son las más utilizadas por la comunidad científica, no son las únicas. Europa también dispone de centros con gran cantidad de información científica al servicio de los investigadores, aunque no se utilizan tanto como las estadounidenses. Tomàs Marquès-Bonet, investigador de la Universidad Pompeu-Fabra y del Instituto de Biología Evolutiva (IBE), explica que las americanas son más completas, tienen mejores algoritmos y facilitan más el trabajo. Por eso, avisa, si se corta la coordinación sería "problemático" para el resto de la comunidad. El investigador cree que los países europeos deben poner más esfuerzos para dar servicio a los investigadores y para que puedan trabajar "igual que hasta ahora" si llegara un apagón de información proveniente de EEUU.

Por ejemplo, el EMBL coordina el Instituto Europeo de Bioinformática (EBI, en inglés), que tiene una de las principales bases de datos científicas de Europa, y desde el centro aseguran que trabajan para garantizar el acceso a esta información. "Estamos comprometidos con mantener nuestros recursos de datos con los estándares más altos, garantizando un acceso fiable a datos biológicos de calidad para investigadores de todo el mundo", afirman fuentes del centro al ARA. Con todo, Lluís Montoliu, investigador del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), también cree que estas bases de datos deben fortalecerse y modernizarse. Afirma que buena parte del contenido científico es lo mismo a ambos lados del Atlántico, pero Europa "se ha fiado del sistema americano" y no ha promovido sus herramientas.

Proyectos compartidos

Otro elemento de preocupación son los proyectos compartidos. En Cataluña, 28 de los 42 centros de investigación de excelencia (CERCA) tienen algún tipo de relación, acuerdo o colaboración estable con organizaciones estadounidenses. La mayoría están con instituciones públicas, como universidades. Es el caso del investigador Roderic Guigó, al frente del programa de bioinformática y genómica del Centro de Regulación Genómica (CRG) de Barcelona, ​​que esta semana ha viajado a Boston para realizar seguimiento de los proyectos de su grupo. Un tercio de la financiación que recibe proviene de Estados Unidos, y desde la llegada de Trump no han recibido más dinero para su búsqueda.

Aun así, Guigó insta a otros países a incrementar el presupuesto que destinan a la investigación, ya que no se pueden hipotecar estudios y proyectos por las decisiones de un solo país. "No es lógico ni justo que unos recursos tan importantes para todo el mundo sean financiados exclusivamente por Estados Unidos. Son útiles para todo el mundo, por tanto todo el mundo debe contribuir", argumenta. Según Guigó, los ciudadanos estadounidenses destinan 15 veces más dinero a la investigación que la población española y, en cambio, la probabilidad de que alguien se beneficie de los avances científicos a través del sistema público es mayor en España.

Captar el talento

La otra cara de la moneda es la captación de los trabajadores de centros estadounidenses que, con la llegada de Donald Trump, comienzan a plantearse un cambio de aires. De hecho, el gobierno español ya ha movido ficha para atraer a investigadores de reconocido prestigio que ahora trabajan en Estados Unidos, y esta semana ha aprobado una convocatoria dotada con 45 millones de euros para incorporar, especialmente, a los investigadores "despreciados" por Trump al sistema de investigación español, según la ministra de Ciencia, Innovación y Universidades, Diana Morant.

La Generalitat también anunció la semana pasada que este año ponía en marcha un programa de 78 plazas en Catalunya para investigadores "de alto nivel" que actualmente trabajan en Estados Unidos. Tal y como avanzó el ARA,el ejecutivo catalán ha trazado un plan para cazar a investigadores estadounidenses que se vieran perjudicados por las políticas de Trump, llamado Catalunya Talent Bridge, y ha destinado 30 millones de euros repartidos en los próximos tres años.

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