Sucesos

El estafador de las mil caras que dejó sin nada a un anciano de Sarrià

Detienen a un joven de 25 años por estafar 1,2 millones de euros a 11 víctimas

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Un coche patrulla de los Mossos en una imagen de archivo.

BarcelonaLa primera vez se presentó como E.A.V. y dijo que era la pareja de su inquilina. Esta última parte, la de su novia, seguramente es la única verdad que salió de la boca de ese chico joven y amable que rondaba la treintena. Ni su nombre era cierto. Sin embargo, el propietario del piso, un hombre de unos 70 años, se creyó durante demasiado tiempo sus mentiras. En junio del 2022 este hombre de avanzada edad alquiló un piso suyo de Sarrià a una chica que efectivamente era la pareja de E.A.V. El hombre vivía en un piso del mismo bloque, también de su propiedad, y empezó a coincidir con el chico en las zonas comunes. Las conversaciones por compromiso evolucionaron en amistad. Cuando el chico de 30 años vio que el hombre de 70 ya confiaba en él, le vendió la película completa: pese a su juventud, era una persona exitosa. Cuando no lo veía en el bloque de Sarrià era porque estaba en Miami. El dinero le venía de un negocio de compraventa de caballos pura sangre y de perros de lujo. Todo era una mentira para estafarlo.

El siguiente paso fue preguntarle si quería invertir, que era un negocio seguro y multiplicaría beneficios. Con 133.000 euros iniciales ganaría 34.000. Decir que sí marcó un antes y un después en la vida de aquel anciano: perdió todo el dinero que tenía, se endeudó con varios bancos e incluso con familiares, hijos y amigos que le acabaron cerrando el grifo. Tuvo que vender un piso en el que vivía su estafador como inquilino y tuvo que ir a vivir a Tarragona para poder sobrevivir económicamente. Cayó en una profunda depresión. Todo por decir que sí inicialmente y luego no ser capaz de decir que no. Finalmente, su denuncia logró detener a un estafador muy activo con al menos 11 víctimas en Barcelona.

Sobre el papel, el anciano estaba comprando un caballo de purasangre y revendiéndolo, pero eso nunca llegó a ocurrir. Cuando el chico joven tuvo que devolverle los beneficios, empezaron las excusas. E.A.V. le dijo que no podía hacer la transferencia desde sus cuentas de Estados Unidos y le comentó a la víctima que tenía que hacer la retirada del dinero a través de casas de apuestas para tener beneficios fiscales. Era un proceso muy lento, pero si no lo hacía así, repetía el estafador, le cobrarían tantos impuestos que no hubiera merecido la pena invertir. Ahora bien, para hacerlo mediante una casa de apuestas tenía que pagar varias tasas (verificación de usuario, verificación de tarjetas, certificación de cuentas, tasa por comunidad autónoma, tasa por retirada en efectivo...). Unas tasas que no existían. El dinero se lo seguía quedando un chico al que seguía viendo de vez en cuando en el rellano del bloque y le decía que todo iba bien. Lo que no acababa de ir bien eran las casas de apuestas, y tenía que ir cambiando de plataforma. Cada nueva plataforma era más dinero.

Fueron prácticamente un millón de euros en tasas. La mitad, casi medio millón, se la pidió a sus familiares y amigos. En total, 1,2 millones. Tras numerosos créditos, la venta de un piso en el que vivía su estafador (acabaron marchándose porque la situación se tensó) y de pasar por una depresión, decidió denunciar. Fue a los Mossos d'Esquadra de la comisaría de Sarrià con el nombre completo del estafador. La policía buscó una fotocopia de su DNI y se la enseñó a la víctima. Respondió que no era el de la foto. E.A.V. no era el estafador. En realidad, E.A.V. era un chaval que jugó en un equipo de fútbol al que el estafador entrenaba hace unos años. Consiguió su DNI y le suplantó la identidad.

Dos nombres

En paralelo, los mossos de la comisaría de Gràcia investigaban a un tal J.G.R. por haber estafado 63.000 euros a 10 personas. Él tenía alquilada una habitación en la calle Mallorca y cuando el propietario del piso se marchaba unos días de viaje ponía la vivienda en una web inmobiliaria y hacía visitas guiadas. Luego, pedía una fianza urgente y desaparecía. Pues bien, resultó que J.G.R. era un antiguo compañero de trabajo del verdadero timador. De nuevo, había suplantado la identidad de otra persona. El nombre real del estafador era Fernando, de 25 años. Quique para los (pocos) amigos que le quedaban. Al excompañero de trabajo, de hecho, también lo estafó: pidió varios créditos con su nombre. Así hasta 27 veces, los antecedentes penales que tiene.

¿Pero cómo supo la policía que detrás de E.A.V. y J.G.R. estaba Quique? Los mossos de la comisaría de Granollers lo detuvieron por otra estafa, esta vez online. El número de teléfono que le requisaron era el mismo que ponía en la web inmobiliaria para alquilar falsamente el piso de la calle Mallorca. Los Mossos, después de meses de investigación, lo detuvieron el pasado 29 de noviembre. Casi 1,3 millones de euros estafados y 11 víctimas. Y esto solo en Barcelona. A los investigadores les sorprendió que no hubiera rastro de ese dinero y tampoco de objetos de lujo. Todo lo que estafaba se lo gastaba en apuestas, ya que, según fuentes policiales, tenía problemas con el juego.

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