Demografía

Cataluña vive el segundo boom demográfico del siglo XXI

La población catalana ha crecido en casi 700.000 personas en los últimos 10 años

Un grupo de peatones en Hospitalet de Llobregat.
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BarcelonaCatalunya ha ganado 700.000 habitantes en los últimos 10 años, entre 2014 y 2024. Es como si toda la comarca del Baix Llobregat se hubiera duplicado y repartido por algunas zonas –muy concretas– del territorio. Se trata, según los expertos consultados, del boom de mayor población desde la salida de la crisis económica y la segunda gran punta de crecimiento del siglo XXI. El pasado noviembre se superaron los 8 millones de ciudadanos, pero ¿cómo se han repartido dentro de Catalunya? ¿Y cuáles son los factores que generan estos movimientos de habitantes tanto internos como externos? En el ARA hemos desgranado, municipio a municipio, la evolución de la población de los últimos 10 años para ver cómo están absorbiendo los pueblos y ciudades este aumento, los cambios migratorios y qué impacto tiene esto sobre los equipamientos y servicios más básicos, como las escuelas, los centros sanitarios, las residencias, la movilidad y, por supuesto, la vivienda.

"Desde 2014, hay una recuperación de la población [perdida durante la crisis económica] que en muchos municipios ha sido más importante que la primera ola, que fue entre los años 2000 y 2007", explica el doctor en sociología Andreu Domingo, subdirector del Centro de Estudios Demográfico Catalanes. Domingo ya adelanta que la base de ese crecimiento es la inmigración, porque el crecimiento vegetativo en Catalunya es negativo: todavía hay más muertes que nacimientos.

"Catalunya está creciendo a un ritmo bastante rápido, del orden del 1,5% de media anual", concreta la profesora de la UB Arlinda Garcia Coll, experta en movimientos migratorios y residenciales, quien explica que a partir del 2% los demógrafos consideran que el crecimiento demográfico es "rápido". "Hay velocidad de crecimiento y renovación poblacional –coincide Domingo–. Esto significa que los vecinos que perciben que ha habido un cambio fulgurante tienen razón, así es". Y añade: "Durante el primer boom, España fue el segundo país del mundo –por detrás de Estados Unidos– en número de migraciones internacionales y, en Cataluña, a escala menor, la intensidad también fue grande. Pues bien, ese segundo boom supera al primero en términos generales", adelanta el experto, al tiempo que puntualiza que cuando los datos "se aterrizan a escala local" suponen "un reto para las administraciones por el volumen de demanda".

Pero como ya dibuja Domingo en su explicación, Catalunya tiene 947 municipios, y eso quiere decir 947 casuísticas diferentes. desigualdades. Durante los últimos dos meses, el ARA ha analizado los datos y ha contactado con una treintena de municipios que cuentan su particular historia en cuanto a la digestión de este aumento de vecinos.

Si se hiciera un ranking en función de la variación de población, los tres municipios que más han crecido durante la última década son Talamanca, en el Bages (un 50%); Vilablareix, en el Gironès (un 49%); y Palau de Santa Eulàlia, en el Alt Empordà (38%). El primero y tercero son municipios muy pequeños, de unos 200 habitantes con casuísticas muy concretas. "Notamos un aumento de población durante el confinamiento", explica la concejala de Talamanca Olga Fontvila, quien detalla que muchos de los empadronamientos de los últimos años son "veraneantes" o de algunos vecinos que eran de fin de semana y que con la jubilación "se han instalado".

Vilablareix, en cambio, ha sumado 1.200 habitantes en 10 años por su proximidad con Girona y los efectos de la crisis del ladrillo. Uno de cada cuatro habitantes de este municipio ha llegado al pueblo en los últimos cinco años. Y, contradiciendo la norma general, no se trata de inmigración extranjera sino interna. Es un caso similar al de Cunit o Calafell, en la costa tarraconense. Estos dos municipios (en las posiciones 9a y 12a del ranking) han crecido casi 4.000 y 7.200 habitantes respectivamente (alrededor de un 30%) en sólo 10 años, en gran parte por la centrifugación de vecinos que genera Barcelona.

En el otro plato de la balanza, los municipios que más se han vaciado son Cava, en el Alt Urgell (que ha pasado de 60 a 40 habitantes); Savallà del Comtat, en la Conca de Barberà, y Cabanabona, en la Noguera. Los tres municipios –muy pequeños y en el interior de Catalunya– han perdido alrededor de un 30% de su población.

Los ejemplos anteriores, aunque muy concretos, son válidos para tomar una fotografía más general. Los mapas que dibujan los datos del Instituto de Estadística de Cataluña (Idescat) son claros: durante la última década, la población ha crecido sobre todo en torno a Barcelona, en el área metropolitana y en el Vallès (tanto Occidental como Oriental), y también en las zonas de costa de Tarragona y Girona. "Tiene todo el sentido del mundo. Crecen las zonas que dan más trabajo: la metrópoli y la costa. También hay algunos polos de crecimiento puntuales, como alguna capital comarcal, como Guissona, por la industria, y en el norte del mapa también crecen en población algunos puntos de turismo de nieve y montaña", explica Garcia Coll.

Por el contrario, hay toda otra zona, difuminada en el mapa, que "lo ha tenido mucho más difícil", en palabras de la experta: se trata de "la Catalunya interior", que ha ido sufriendo una erosión constante de población y ha puesto de manifiesto su vaciado durante la última década (ver las infografías).

Evolució de la població als municipis de Catalunya
Variació entre el 2014 i el 2024 en percentatge
Evolució de la població a les comarques de Catalunya
Variació entre el 2014 i el 2024 en percentatge

Los motivos que impulsan el crecimiento demográfico

Los expertos argumentan un doble motivo que ha impulsado esta segunda ola de crecimiento de población. Por un lado está la llegada de nueva inmigración, y por otro, los cambios de patrones internos empujados, entre otros motivos, por el encarecimiento de la vivienda. "En este segundo boom las razones del primero no han desaparecido pero ahora se suman nuevas: se mantiene una fuerte demanda de empleo de baja calificación en sectores como el turismo, la construcción o el de los cuidados, y además ahora se añaden los factores de expulsión de campañas como la de Donald Trump", argumenta Domingo, del CED. Esta "llegada masiva" preocupa al experto porque "muchos inmigrantes no tienen derecho a voto y eso está provocando un fuerte desequilibrio entre los que gobiernan y los gobernados". En tan masiva inmigración, la integración depende en buena parte de los prejuicios, lo que provoca una transformación de la estratificación social en función del origen y, por primera vez, del color de la piel –asegura el demógrafo–. Es un fenómeno que va en paralelo a que los partidos políticos asuman postulados de la extrema derecha", concluye.

A escala interna, los movimientos de la población autóctona responden sobre todo a la voluntad de salir de las ciudades, a los problemas de acceso a la vivienda ya las jubilaciones. en las segundas residencias y las convierte en su vivienda durante todo el año", señala Garcia Coll, ya sea porque se jubilan, porque son familias jóvenes que quieren salir de la ciudad o porque directamente son expulsados por el precio de la vivienda. "Es en este contexto que las infraestructuras cobran una importancia capital. Cada vez hay más gente que vive fuera de Barcelona y necesita el transporte público para trabajar. Se hace un uso mucho más intensivo", subraya la demógrafa.

Justamente el crecimiento importante de vecinos en la segunda corona metropolitana ha llevado a muchas ciudades del Vallès a reivindicar que es la hora de invertir más en transporte: "Tenemos las mismas infraestructuras que hace décadas y echamos de menos", lamenta la alcaldesa de Granollers, Alba Barnusell, que admite que en los últimos cinco años se ha llegado a Barcelona fenómeno que no ocurría antes. La capital del Vallès Oriental no está sola en su demanda de más y mejores transportes. "Resulta que Barcelona no ha crecido en habitantes prácticamente desde hace décadas y no paramos de hacer líneas de metro y, en cambio, en el Vallès o el Maresme, que han crecido brutalmente, no se realizan infraestructuras de movilidad", lamenta el teniente de alcalde de Relaciones Institucionales de Sant Cugat del Vallès, Jordi Puigne.

Tanto estas dos ciudades como las cocapitales del Vallès Occidental, Sabadell y Terrassa, admiten a preguntas del ARA que es incomprensible la "desconexión" que todavía se arrastra entre los Vallesos y también con el Baix Llobregat en materia de transporte público. Reclaman, como primera solución urgente, mejorar la R8 de Cercanías porque es la que "debería realizar este servicio", critica Puigneró.

Cambios sociales y urbanísticos

La tarea para absorber a toda la población nueva que llega a determinados municipios o comarcas no es fácil y afecta a pilares básicos del estado del bienestar. En Hospitalet de Llobregat, que está asumiendo muchos movimientos internos derivados de los precios de la vivienda, lo saben bien. La segunda ciudad con mayor población de toda Catalunya (ha crecido en 29.000 personas, un 11%, en 10 años, hasta superar los 282.200 habitantes) concentra en sólo dos kilómetros cuadrados la mitad de su población. Se trata de los barrios más cercanos a la capital catalana, "donde predomina la población extranjera extracomunitaria, un mercado de la vivienda más informal y las familias más vulnerables", según fuentes municipales. "Hay las mismas dinámicas que en el Besòs: expulsión de vecinos de Barcelona que deriva en pisos sobreocupados, infraviviendas, trabajos precarios y mucha movilidad", explican desde el consistorio, que subraya que esto está haciendo desaparecer a marchas forzadas al comercio y al vecindario de toda la vida a pesar de todos los intentos y planes.

De hecho, toda el área metropolitana de Barcelona vive efectos similares. Consultados por este diario, muchos municipios informan de una fuerte presión sobre los servicios sociales, que ahora reciben mucha más demanda, principalmente ligada a las dificultades de acceso a la vivienda, y también sobre los centros sanitarios, que atienden a más personas con problemáticas más diversas. "Se hace mucho más trabajo, y los ayuntamientos piden más recursos, pero las cosas [como un CAP u hospital nuevo] no se hacen de un día para otro: con un crecimiento tan rápido y tan fuerte no hay mucho margen para reaccionar", argumenta Garcia Coll. "Es duro y difícil de absorber", resumen desde un municipio del área metropolitana.

En este sentido, la alcaldesa socialista de Granollers admite que el crecimiento de la última década ha estado poco previsto y acompañado. Como las proyecciones del propio Idescat dicen que no se ha tocado techo, avisa: "Tenemos retos de servicios que no dependen del municipio, sino de una planificación superior, y es necesario sentarnos todos en una mesa con el gobierno de la Generalitat y abordarlo". Puigneró corrobora que los consistorios no pueden hacer frente a las problemáticas que derivan de la presión demógráfica en muchos sectores, desde la vivienda, el transporte o la sanidad, e insta a la Generalitat y al Estado a asumirlo. El teniente de alcalde de Junts de Sant Cugat defiende una "regulación de los flujos migratorios para poder recibir y acoger en condiciones". "Hay que poner el foco en cuánta gente podemos recibir e intentar regular esto, y afrontar este debate sin ninguna actitud racista", subraya Puigneró.

En cuanto a la segunda corona, Puigneró aboga por una alianza más fuerte entre los alcaldes del eje Sant Cugat-Rubí-Cerdanyola-Castellbisbal para reivindicar "el Vallès sur" y acelerar proyectos cruciales pendientes, como el nuevo hospital que ayude a descongestionar a los de Terra.

La crisis de acceso a la vivienda actúa como una especie de ola expansiva y propicia la llegada de nuevos habitantes, tanto autóctonos como extranjeros, que buscan precios más asequibles. Terrassa, la tercera ciudad con más habitantes del país, registró 13.000 nuevos empadronamientos el pasado año: unos 6.000 venían de otros municipios del área metropolitana (de ciudades como Sant Cugat y Sabadell), en buena parte en busca de "pisos más baratos", explica el jefe del Servicio de Estudios y Xavier de Observatori. Por lo demás, en buena parte fue población extranjera que aterrizaba directamente en el municipio, así como llegada de otros lugares del país, aunque en bastante menor medida.

Con más de 233.000 habitantes (+6% en diez años), Terrassa es el claro ejemplo de cómo la demografía puede cambiar el urbanismo. Su término municipal tiene todavía terreno por crecer, por lo que cuenta llegar a los 250.000 habitantes y convertirse en lo que se considera una "gran ciudad" en la próxima década. Su situación difiere de la de la cocapital, Sabadell, donde el suelo residencial está "bastante agotado", según explica el primer teniente de alcalde, Eloi Cortés. Sacrificar suelo industrial para reconvertirlo no entra, de momento, en los planes de la ciudad, que apuesta por una estrategia de atracción de empresas y actividad económica por no ser "una ciudad dormitorio" y por ofrecer a sus habitantes la posibilidad de encontrar trabajo cerca de casa.

En ambos casos, el crecimiento continuado de los últimos años, sin embargo, se explica en buena parte por una buena conexión con Barcelona, principalmente por el llamado metro del Vallés, de Ferrocarriles de la Generalidad de Cataluña. Estas líneas con buenas frecuencias han favorecido el crecimiento de otras poblaciones por las que pasan, como Rubí (+9,6%) o Sant Cugat del Vallès, con un fulgurante aumento del 13% que la sitúa ya cerca de los 99.000 habitantes. En el caso de esta ciudad, una de las que tiene la renta familiar disponible más elevada de Cataluña, su expansión tiene más que ver con la atracción de barceloneses y también extranjeros (en este caso comunitarios o de rentas altas) que no van atraídos por el precio, sino por unas buenas condiciones de vida fuera de una gran ciudad, pero con buenas conexiones también a los municipios Barcelona.

Comparador histórico de Cataluña (1993-2024)

Sant Cugat ha visto nacer barrios nuevos en la última década y se acerca a lo que será su techo de población, algo más de 100.000 habitantes, según Puigneró. El motivo es una decisión municipal que, durante décadas e independientemente del color político, ha optado por limitar a la mitad el crecimiento potencial y por apostar por un modelo de ciudad "más esponjado, con bloques bajos y zonas verdes", en contraposición con municipios vecinos como Cerdanyola o Rubí, explica el ahora teniente de alcalde que fue vicepresidente del Govern.

Sobre el encarecimiento del precio de la vivienda (Sant Cugat es uno de los municipios más caros de España para comprarse una casa), Puigneró admite que la ciudad recibe a expulsados de Barcelona, pero que también expulsa a población, una situación que, subraya, se da a todos los municipios de alrededor: "Todo el mundo emana". Fruto de esta cadena, si el alquiler medio en Sant Cugat supera los 1.400 euros, en Terrassa la subida del último año, de más de un 20%, lo sitúa rozando ya los 1.200 euros, según datos del Observatorio de la Ciudad. Para Puigneró, el crecimiento meteórico de población explica la situación actual: "Ha venido tanta gente a vivir a Catalunya que no hay suficiente vivienda, y eso sube el precio de la vivienda, sea de la categoría que sea", apunta Puigneró.

El impacto en las aulas

Otro de los efectos evidentes de este aumento de población se vive en las aulas, con la matrícula viva, es decir, los movimientos de alumnos (unos 9.000 mes) cuando el curso ya está comenzado. "Cada año empezamos el curso en septiembre con 27 alumnos en el aula y, dos semanas después, ya tenemos 32 o 33", explica al ARA Víctor García, profesor del Institut Pedraforca, en el barrio de la Florida de Hospitalet de Llobregat. "Si pasa tanto, y desde hace tanto tiempo, quizás se podría prever mejor, ¿no?", reflexiona Anna Pascual, profesora del Institut Enric Borràs de Badalona. "Estamos resignados, nos hemos acostumbrado a ir tomándolo así, pero no es ideal, obviamente", remacha. Por el momento, los ratios asumen las llegadas. En Hospitalet, por ejemplo, ya se proyectan nuevas escuelas, pero "de momento no han llegado a tiempo". En el área metropolitana se añade otro problema: la falta de espacios para seguir construyendo: "Es difícil encontrar un solar, público o privado, que cumpla con los requisitos que pide Educación", se quejan desde alguna administración local.

"Un crecimiento tan rápido te deshace las previsiones", resume Arlinda Garcia Coll, de la UB. "Hay que repensar muchos planes, lo que hacíamos en el 2005 no vale ahora", advierte Andreu Domingo, del CED. Tanto los expertos como las administraciones locales y los profesionales de los sectores que más han recibido el impacto de este nuevo boom demográfico subrayan que "hay que prepararse". Los datos están ahí, apuntan; ahora falta que las políticas las tengan en cuenta para diseñar la Catalunya del futuro y hacerla digna para todos sus ciudadanos.

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