Obituario

Muere Vicenç Pagès Jordà, el escritor que abría caminos

Autor de una obra ambiciosa y original, con títulos como 'Los jugadores de whist', tenía 58 años

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El escritor Vicenç Pagès Jordà a la puerta de la Librería Calders de Barcelona, donde presentó la antología Exorcismes.

BarcelonaEl mundo literario catalán ha quedado compungido, este sábado por la noche, por la muerte prematura de una de sus plumas más lúcidas y brillantes. El escritor, crítico literario y profesor Vicenç Pagès Jordà (Figueres, 1963) ha muerto a los 58 años víctima de un cáncer, según fuentes próximas a la familia. Ha sido uno de los nombres más relevantes de la literatura catalana de los últimos treinta años, un escritor curioso, original, prolífico y exigente, que ha recibido los principales premios del país.

Su extensa bibliografía muestra su interés por experimentar con la literatura y por escurrir la camisa de los géneros literarios. Mojaba la pluma en todos los tinteros: historia, filosofía, música, lengua. Empezó su trayectoria en 1990 con los cuentos de Cercles d'infinites combinacions y la acabará, póstumamente, en noviembre, con Kennedyana, que saldrá en catalán y castellano en Navona, un ensayo sobre uno de los mitos de su generación, la familia Kennedy [JFK murió un mes antes de su nacimiento]. "La gente más equilibrada que conozco no necesita escribir, pintar ni componer canciones”, decía en una entrevista al ARA con motivo de una de sus novelas más recientes, que abría un nuevo mundo, Robinson (2017).

"Nunca tuvo que llevar un original a una editorial como hace todo el mundo. Ganó un premio por un cuento y Xavier Folch se interesó por él. El primer libro ya fue casi un encargo", recuerda Josep Lluch, su editor. Ya no paró. "Se trata de no traicionar la trayectoria ni tampoco de repetirla. En este sentido, mi modelo es David Bowie, que va evolucionando un disco detrás otro. Si se acaban diciendo las cosas para decir, el silencio es muy respetable", defendía. En solo una década recibió el premio Sant Joan por La felicitat no és completa (2003), el Mercè Rodoreda por El poeta i altres contes (2004), el Crexells por uno de sus títulos más influyentes, la innovadora y al mismo tiempo próxima Los jugadores de whist (2009), que es su perla pop, y además el Sant Jordi por Dies de frontera (2013), todos títulos de sellos del Grup 62. Su literatura mantuvo el pulso y también un cierto grupo de lectores, a pesar de que criticaba el presentismo del sector editorial, siempre en busca del último autor revelación. Él, inquieto y ambicioso, optó por no acomodarse nunca, ni repetir fórmulas. "Vicenç Pagès fue uno de estos rarísimos escritores que priorizó la literatura por encima de cualquier otra cosa. Vivió por los libros: para leerlos, para enseñarlos, para escribirlos. Es por eso que su obra es una de las más sólidas, coherentes y bien pensadas de la literatura catalana actual", recuerda el editor de Navona, Ernest Folch. Después de Dies de frontera y del Premio Nacional de Cultura sentenció que aquello era un "final de ciclo", y buscó nuevos caminos.

En los últimos años revisó y reeditó algunos de sus anteriores títulos, como la antología de cuentos Exorcismes. Antologia personal (2018), su manifiesto sobre la escritura, Un tramvia anomenat text (1998), y la novela El món d’Horaci, que era del 1995. "Era una novela muy ambiciosa, muy de los años 90 y a la vez una gran novela que queda", asegura Lluch. Aunque para conocer de verdad el personaje, el editor recomienda Memòria vintage: del primer home a la Lluna a Pulp Fiction (2020), "una memoria generacional para boomers llena de reflexiones sobre cómo han cambiado ciertos aspectos con el paso de los años: el silencio, la espera, quedar con los amigos...".

Profesor en la Universitat Ramon Llull y en el Aula d'Escriptura de Girona, era colaborador semanal del ARA Llegim, donde los últimos años ofrecía su mirada analítica y panorámica de lector, tan implacable como comprometida con la literatura catalana. "Todos somos de una generación", decía. La suya, aseguraba, tenía a Pere Calders como referente en el instituto, pero a Quim Monzó como autor que le descubrió que con la lengua se podían hacer cosas hasta entonces impensables. Él continuó este camino: Vicenç Pagès Jordà ya es un eslabón más de la historia de la literatura catalana.

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