Neurociencia

Diego Redolar: "Es muy bueno tener pesadillas"

Profesor de neurociencias y director del grado de psicología de la UOC

El investigador neurocientífico, Diego Redolar.
15/10/2024
4 min

BarcelonaDiego Redolar (Teruel, 1974) profesor de neurociencias y director del grado de psicología de la UOC. Acaba de publicar La mujer ciega que podía ver con la lengua (Grijalbo, 2024).

¿Qué ocurre en el cerebro cuando nos enamoramos?

— Se libera dopamina, el neurotransmisor que nos marca lo que queremos y provoca la sensación de placer. El problema es que deja de funcionar bien el lóbulo prefrontal, concretamente la parte dorsolateral, que es como Pepito Grillo.

¿Cómo?

— Se entiende con un ejemplo de comida. Nos ponen ante un donut de chocolate y un yogur desnatado, y como a mí me encanta el chocolate se activa una parte del cerebro que se llama núcleo accumbens. Pero entonces, la corteza prefrontal dorsolateral me dice "son muchas calorías y no es saludable". Y soy capaz de coger el yogur. ¿Qué ocurre con el enamoramiento? Es tan fuerte el núcleo accumbens, que la corteza prefrontal deja de funcionar.

No tenemos Pepito Grillo.

— Por eso a veces hacemos cosas que no nos convienen.

¿El enamoramiento funciona igual en hombres y mujeres?

— Prácticamente, sí. Lo primero que interviene es la dopamina, que motiva que busquemos lo que nos gusta. Y después hay dos hormonas clave: vasopresina y oxitocina.

¿Qué hacen?

— Desempeñan funciones muy fisiológicas, pero también hoy sabemos que en primates y mamíferos están implicadas en la cognición social a la hora de establecer vínculos. Y lo que vemos es que la regulación por parte de estas hormonas, sobre todo la oxitocina, está más marcada en mujeres.

¿Y qué significa?

— Simplificando, es más fácil que establezcan vínculos. Liberan oxitocina con mayor concentración y en el momento adecuado.

Qué fuerte. ¿Y los hombres?

— Liberan menos, les cuesta más establecer vínculos. Existen diferencias entre ellos. Cuanto más testosterona liberan... más les cuesta establecer vínculos.

¿Y los hombres tienen todos la misma testosterona?

— No, de hecho, hay muchos niveles diferentes. Y los hombres que más liberan no sólo tienen más dificultad con los vínculos, también tienen tendencia a buscar poder, ya sea en el trabajo o en las relaciones personales.

Diego Redolar, retratado en la UOC de Barcelona

Hablamos del cerebro y el sueño.

— Cuando dormimos existen diferentes fases. Una se llama basura metabólica, durante la cual eliminamos componentes tóxicos. Es el momento en que el sueño es más profundo. Otra fase es el sueño remo, en el que el cerebro se activa mucho, incluso más que en víspera. Es una fase importante para guardar los recuerdos y aprendizajes. Y también se ha visto que es cuando soñamos con contenido narrativo, con historias.

Como pesadillas.

— Y es bueno tenerlo, antes pensaba que no. Pero se ha visto que nos protegen de emociones difíciles, porque se activan determinadas estructuras en el sueño para recordar la emoción, de modo que si nos encontramos en la vida en una situación similar, no se activen con igual intensidad . Tener pesadillas nos protege de la depresión y la ansiedad.

¿Y si tenemos sonidos bonitos?

— Esta fase remo es importante para que consolides recuerdos en la memoria.

¿Dónde están nuestros recuerdos?

— No lo sabemos. Pero la hipótesis es que están en las áreas de asociación, involucradas en funciones superiores de lenguaje y memoria. La corteza prefrontal nos ayuda a recuperarlos y el hipocampo los guarda. Están por las áreas de conexión, pero no sabemos exactamente dónde. Hay un caso muy famoso de un hombre al que le quitaron los dos hipocampos. Tenía una epilepsia grave, pensó que estaba implicado el olfato y le quitaron los dos. ¿Qué le ocurrió? Que se quedó en el 57, no pudo formar nuevos recuerdos.

Durísimo.

— Recordaba los veranos con sus padres con todo lujo de detalles, pero no sabía si había comido. Memento se basa en su historia.

¿Y el estrés cómo nos afecta?

— Afecta a tres lugares: corteza prefrontal, hipocampo y amígdala. Apaga la corteza prefrontal, también el hipocampo –que además puede sufrir lesiones–, y se activa la amígdala.

¿Qué hace la amígdala?

— Son las emociones vinculadas a la supervivencia. De modo que con un estrés puntual no ocurre nada, la amígdala se activa para continuar con la vida. El problema es el estrés continuado, porque se libera muy cortisol y esto hace mayor la amígdala. Esto hace que se pierda capacidad de razonamiento y se gane capacidad de reacción. Y el problema es que es un pez que se muerde la cola, porque a mayor reacción, más estrés.

¿La amígdala pone en marcha la emoción?

— Sí, pone en marcha la respuesta emocional sea positiva o negativa. Pero con las positivas tardan más.

¿Qué significa esto?

— Nuestro cerebro está hecho para evitar el peligro. Pregunta a la gente dónde estaba cuando cayeron las torres gemelas. Todo el mundo lo recuerda. Es un acontecimiento emocional negativo, y la amígdala le dice en el hipocampo: eso debes guardarlo muy bien. Y lo hace sobre todo con las cosas negativas, entiende que debe guardarlas bien por motivos de supervivencia. Yo siempre hago un ejemplo en clase. Pongo muchas imágenes rápidas. Y salen llaves, zapatos, pizza. Si la persona no tiene hambre, ve imágenes rápidas. Si tiene mucha hambre, ve la pizza. La amígdala interviene. Pero si pongo en medio fotos de serpientes y arañas, sólo ven serpientes y arañas. Este instinto de supervivencia ante el peligro lo tenemos de forma innata.

¿Conocemos mucho el cerebro?

— Sabemos mucho, pero nos falta conectividad. Pienso que es el reto que tenemos en neurociencia. Nos falta conocer cómo está conectado nuestro sistema nervioso. Ahora sabemos un porcentaje muy pequeño, sólo un 10%. Pero sobre lo que es su funcionamiento general, más o menos sí tenemos un conocimiento muy amplio. Hemos avanzado muchísimo.

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