Premio Nacional de Investigación

Núria Sebastián Gallés: "No hay ninguna evidencia sólida de que ser bilingües nos aporte una ventaja cognitiva"

Catedrática de psicología de la UPF y Premio Nacional de Investigación 2024

Nuria Sebastian hace unas pruebas a Laia.
21/03/2025
7 min
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BarcelonaUn bebé de cuatro meses, sentado en la falda de la madre, mira una pantalla donde aparecen dinosaurios de diferentes colores y tamaños, y, de vez en cuando, se oyen frases en chino. Al otro lado de la sala, un equipo de investigadoras escudriñan las reacciones del bebé y graban los tiempos de reacción a los estímulos. Es uno de los experimentos que realizan en el Laboratorio de Investigación en Infancia, en el Centro de Cognición Cerebral (CBC) de la Universidad Pompeu Fabra (UPF), donde intentan descifrar cuestiones como de qué manera percibimos el lenguaje antes de hablar o cómo nos enfrentamos al reto de aprender dos idiomas en lugar de uno.

Es en este ámbito de la neurociencia cognitiva y el bilingüismo donde la neurocientífica Núria Sebastián Gallés (Barcelona, ​​1958), catedrática de psicología de esta universidad y líder del grupo de procesamiento y adquisición del lenguaje (SAP, por sus siglas en inglés), habla. Por eso, este viernes ha recibido el Premio Nacional de Investigación 2024, el mayor galardón científico en Cataluña, otorgado por la Fundación Catalana para la Investigación y la Innovación y el Gobierno, y que reconoce a investigadores que han contribuido significativamente a la ciencia de escala internacional.

Asimismo, los premios han reconocido ex aequo en la categoría Talento Joven los investigadores Icrea Eva Maria Novoa, del Centro de Regulación Genómica (CRG), y Xavier Ros Oton, catedrático del departamento de matemáticas e informática de la Universidad de Barcelona (UB). En la categoría de mecenazgo científico el premio ha recaído en esta 35 edición en la Fundación FERO. El hospital San Juan de Dios ha sido premiado en la categoría de Impulso de la transferencia de conocimiento por la iniciativa i4KIDS; y, finalmente, el proyecto Fisidabo, de la UPC y Tibidabo, ha sido distinguido en la categoría de comunicación científica.

¿Qué le impulsó a estudiar cómo aprendemos a hablar?

— En cuarto de carrera de psicología tuve una asignatura, psicología experimental, donde realizamos búsqueda experimental sobre cómo se procesa el lenguaje. Recuerdo estar sentada en clase e irme diciendo: "¡Qué fuerte! ¡Cómo lo hago para decir mesa? Es increíble pero lo sé hacer y no tengo ni idea de cómo". Luego, por circunstancias de la vida, y en aquel caso un muchacho –nos creíamos los nueve Curie de la psicología [ríe a corazón qué quieres]–, empecé a ponerme en temas de investigación. Y, claro, estudiar lenguaje en un lugar como Barcelona, ​​donde la población es bilingüe.

¿Y cómo nos lo hacemos?

— ¡Ya me gustaría poder responderlo! Pero si no sabemos ni cómo nos lo hacemos con una, ¡imagínate con dos! Tenemos nociones sobre cómo conseguimos aprender y producir lenguaje, pero estamos muy lejos de entenderlo por completo porque esto implicaría comprender cómo funciona la mente humana. Cuando empezamos a investigar, en los 80, no había técnicas para mirar qué pasaba en el cerebro. El conocimiento existente se basaba en pacientes que habían sufrido lesiones o en muestras post mortem. Después salieron las primeras herramientas para mirar cómo funcionaba el cerebro en tiempo real y empezamos a poder indagar si la mente de los monolingües y la de los bilingües eran distintos; cómo lo hacían unos y otros para aprender lenguas, qué redes cerebrales estaban implicadas. Y empezamos a ver que, básicamente, están implicadas las mismas estructuras y mecanismos. Es decir, que las dos lenguas salen del mismo sitio, lo que aún lo hace más misterioso.

Pero sí encuentra algunas diferencias.

— La mayoría de las diferencias que encontramos reflejan más la dificultad que podemos tener en la segunda lengua. Es decir, cuanto menos conoces una segunda lengua, más diferencias encuentras a nivel cerebral en cuanto al esfuerzo a realizar. Sin embargo, cuanto más competente eres con dos lenguas, menos diferencias.

¿Estar expuesto a dos o más lenguas retrasa el inicio del habla?

— En uno de los primeros estudios que publicamos, en la Universidad de Barcelona, ​​mostrábamos que niños de entre cuatro y seis meses eran capaces de discriminar el catalán del castellano, tanto monolingües como bilingües. El hecho de estar expuestos a dos lenguas no les retrasaba respecto a las capacidades que tenían los bebés que sólo hablaban una. Recuerdo que un diario de entonces que cubrió el estudio dedicó una página a hablar del estudio y titularon: "El castellano no asusta a los bebés catalanes".

¿No era esto, verdad?

— No exactamente. Este estudio, publicado en 1997, se considera que fue el primer estudio experimental de la adquisición del bilingüismo en niños.

Creó un nuevo campo de investigación.

— En ese momento no nos dimos cuenta. Acabábamos de poner en marcha el laboratorio de infancia y habíamos estado dos años recogiendo datos, porque los estudios con bebés son muy, muy lentos. En ese primer trabajo miramos el tiempo de respuesta de los bebés a orientarse hacia frases. Sentamos a los bebés ante una pantalla donde aparecía algo que llamaba su atención. Entonces, por los altavoces situados a derecha o izquierda se oían frases como: "Miró por la ventana y vio que estaba nevando". Cuando empezaba la frase desaparecía el estímulo visual y calculábamos el tiempo que tardaba el niño en orientarse hacia el lado por el que se había oído el sonido. En búsquedas previas se había visto que lo hacían más rápidamente cuando el estímulo es familiar y, en cambio, cuando era desconocido tardaban más.

¿Y qué ocurrió?

— Recuerdo que vino la BBC británica a realizar un reportaje. Teníamos un bebé bilingüe en el estudio que era calcado en Winston Churchill y fue muy divertido porque el niño mostró de forma muy clara y expresiva qué ocurría. Cuando oía la lengua materna, se quedaba un segundo mirando la pantalla en negro y giraba la cabeza hacia un lado. En cambio, cuando aparecía otro idioma que desconocía, hacía una mueca tremendamente divertida, como si dijera: "¿Pero qué es esto?" y después se orientaba hacia el sonido. Los bebés tardan más en mirar, no porque no detecten el otro idioma, sino porque están asombrados. Igualmente, hemos realizado más estudios para intentar entender por qué pasa y ahora trabajamos con el Instituto de Ciencias Fotónicas (ICFO) para diseñar un prototipo que nos permita mirar la actividad de algunas estructuras del cerebro. Llevamos desde 1997 intentando comprender este extraño resultado.

¿Existen diferencias a la hora de aprender a hablar entre monolingües y bilingües?

— Da igual si el bebé está aprendiendo tagálogo e inglés en la Columbia británica, o francés e inglés, o catalán y castellano, todos los estudios repiten sistemáticamente lo mismo: que las diferencias son mínimas entre monolingües y bilingües y que los tipos de mecanismos subyacentes son los mismos. Sólo hay algo en el que se ha encontrado que los niños que aprenden catalán y castellano son diferentes del resto.

¿Cuál?

— Todos los bebés hasta los cuatro meses de vida, por término medio, miran más los ojos que la boca. Después comienza un período en el que miran más la boca, y hacia el final del primer año de vida comienzan a mirar más los ojos, acercándose a cómo lo hacemos los adultos. Justo a partir de los seis meses, cuando están aprendiendo muchas de las propiedades de su propia lengua, cuando se establecen los fonemas, y empiezan a decir palabras, la boca acaba de ayudarles, les da más información que se suma a la audición. Al igual que hacemos los adultos, que miremos más la boca de quien nos habla cuando hay mucho ruido, o cuando es una lengua que cuesta entender. Pues bien, los bilingües se ha visto que bajan la mirada antes en la boca y permanecen más tiempo. Una diferencia minúscula que muestra que los niños se adaptan a las características de su entorno.  

¿Las niñas aprenden antes a hablar que los niños?

— ¡Me encanta que me preguntes esto porque también es mentira! Uno de los ámbitos en los que se muestra que las niñas van más avanzadas que los niños es en el conocimiento de palabras. En estos estudios, se da a los padres listados de palabras y se les pide que digan si creen que sus hijos e hijas las conocen o dicen. Cuando son bebés pequeños, hasta los 15 o 18 meses, no existen diferencias entre niños y niñas. Cierto es que tampoco conocen muchas palabras ni tampoco hablan. A partir de cierta edad, hasta los tres años, parece que las niñas saben más. Pero cuando "preguntamos" directamente a los niños, los que investigamos en lenguaje no encontramos diferencias, como tampoco han encontrado los científicos que miran el cerebro de los adultos.

¿A qué se deben estas diferencias en el vocabulario?

— Lo más probable es que cuando a los padres les piden cuántas palabras sabe su hija, al ser una niña, presupongan que debe saber más. Es un sesgo, el sesgo del observador, por el que reportas lo que esperas que ocurra. Y esto también ocurre con los bilingües. Si evalúas la cantidad de palabras que saben los monolingües y los bilingües tomando como base el conocimiento de una sola de las dos lenguas, está claro que los monolingües sabrán muchas más palabras por ejemplo en catalán. Pero si miras las que saben los bilingües en las dos lenguas, seguramente conocerán más.

Pero menos de cada una.

— ¡Por narices! Porque si mamá está diciendo todo el rato gafas y la criatura nunca ha oído gafas porque el papa no lleva, está claro que no puede saber que se llama gafas. La lengua no es ciencia infusa. De hecho, recientemente hemos publicado un trabajo bastante extenso en el que mirábamos si el hecho de que dos palabras en dos lenguas se parezcan facilita o no el aprendizaje. Hemos encontrado que, para palabras que no son demasiado frecuentes en el vocabulario de muchos niños de dos años, como por ejemplo conejo/conejo, que las palabras se parezcan ayuda. Pero si las palabras son muy frecuentes, tales como gato/gato, no observamos ningún beneficio.

¿Y hablar dos o más idiomas nos confiere ninguna ventaja cognitiva?

— Le preguntas a la persona que piensa que todo esto no es fiable. Hay tantos estudios que demuestran que el bilingüismo confiere cierta ventaja como estudios que demuestran que no. Cuando hay tantas evidencias a favor y en contra es que no hay ninguna sólida.

Por qué es importante estudiar la lengua?

— Porque nos puede arrojar luz sobre el cerebro y, al final, sobre nuestra humanidad. Somos la única especie que tiene ese lenguaje complejo, que es una función biológica producida por un órgano que es el cerebro.

¿El lenguaje posibilita el pensamiento?

— Los bebés son capaces de hablar y no hablan. Tienen, por ejemplo, conceptos que después nombrarán con una de las cosas más sofisticadas del lenguaje, como son los cuantificadores: unos, ninguna, muchos... ¡Eso es muy abstracto! Porque tres puede ser muy o poco, o todos, en función del contexto. Y esto los bebés pequeños ya lo saben.

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