El pastelero Christian Escribà reabre la pastelería modernista de la Rambla de Barcelona
La volverá a cerrar en enero porque empezarán entonces las reformas de la acera, enlazadas con la canalización de agua
Barcelona"Fueron cinco meses largos", explica el pastelero Christian Escribà el mismo día que ha subido la persiana de su pastelería en la Rambla. Es miércoles, 3 de diciembre, y Escribà está contento porque podrá afrontar durante unos días la campaña de Navidad. Cuando empezaron las obras de acondicionamiento de la gran arteria que conecta la ciudad con el mar, el pastelero mantenía el establecimiento abierto, pero hubo un momento en que se dio cuenta de que sólo entraba "polvo y ruido", así que cerró hasta que todo se hubiera terminado. "Y sólo ha terminado una parte, porque el 15 de enero tendré que volver a cerrar porque empezará una nueva fase de las obras, las de la acera, que van ligadas con la canalización de agua", dice. Sin embargo, el pastelero reabre con alegría y con cambios en la tienda que adquirió en 1986, cuando tenía 25 años.
¿Y qué ha ocurrido durante todo este tiempo? La misma persiana metálica de canaleta de la pastelería es distinta. "He contactado con dos grafiteros de Sitges, de nombre Roby y Berok, que han hecho un dibujo precioso: "fíjate lo bien que ha quedado; "tal y como tenía las persianas de grafitis parecía el barrio del Bronx de Nueva York", dice. Por tanto, uno de los primeros pasos para reabrir la pastelería de la Ramba fue limpiarlas y el segundo hacer unos grafitis nuevos, porque al pastelero le han asegurado que la estrategia para tener bien las persianas es tener un grafiti hecho. "Me han dicho que los grafiteros no se pisan entre ellos, así que si tengo un graffiti hecho, que ocupa todas las persianas, no me dibujarán encima todo lo del Bronx que tenía antes", comenta el pastelero, que añade que comprobará si la teoría es cierta.
En el interior de la pastelería ha embellecido los mosaicos. La tienda está catalogada y es de estilo modernista, una de las grandes joyas de la Rambla de Barcelona. Todo luce más que nunca, para que tanto los pasavolantes que entran, compran y salen como los que se quedan sentados a comer puedan contemplarlo.
Un jamón de chocolate con pan y aceite
Y ahora vamos a la teca, que hay, y buena. "He preparado piezas de bollería, que son los croissants, el chucho de crema, el quemado [hojaldre relleno de crema, doblado y rebozado de azúcar, que se carameliza al horno], crema catalana, surtido de cuatro postres individuales y chocolate caliente", dice Escribà. Estos dulces son los que se podrán probar en la misma pastelería o comprar para llevar, pero, además, Escribà también ha puesto a la venta los productos de Navidad: turrones, mazapanes, barquillos y panettones.
"Al final no he hecho el panettone de crema catalana que tenía pensado, y no lo he hecho porque me he dedicado a otro postre que ha tenido muy buena acogida y del que estoy muy contento". Se trata de un jamón –sí, un jamón– de chocolate, que vende envuelto como si se tratara del embutido, y que va acompañado de tostadas, aceite de oliva, sal y un rallador. "Con el rallador haces láminas de chocolate y las vas colocando encima de la tostada con aceite de oliva y sal". La idea forma parte del juego imaginativo de Christian Escribà, y se vende a 65 euros. "Compruebo que está gustando tanto que cuando acabe la Navidad seguiré haciéndolo para que se quede a la venta durante todo el año", dice.
Hoy, el primer día de reapertura, y todos los de esta primera semana no tendrá colocada la terraza exterior. "He contratado a un equipo nuevo y estamos de rodaje, así que necesitamos unos días de prueba, pero mi idea es que la próxima semana ya podamos poner las mesas y las sillas", dice, y añade que sabe que era un espacio deseado, que algunos paradistas de la Boqueria, vecinos y turistas elegían para desayunar.
Hablando de vecinos, el pastelero relata que se ha reunido con los cargos directivos de la Boqueria y de la Asociación de Amigos de la Rambla y le han hecho saber que en la Rambla tan sólo hay censadas cincuenta familias. "El resto son pisos turísticos, pero yo no quiero dar la espalda a estos vecinos, porque quiero cuidar al barrio". El pastelero es consciente de que en el tramo donde está situado es la única pastelería, por eso piensa que debe hacerlo muy bien, que debe ofrecer "una oferta de alta gama". Escribà comenta que también quiere reanudar las relaciones con el Liceu para ofrecer dulces que se puedan comer antes o en medio de las funciones. "Todo son los proyectos en los que me baso, y sobre todo estoy esperanzado porque sé que el Ayuntamiento quiere apostar por la cultura, y este hecho es muy bueno porque los que consumen cultura tienen un nivel adquisitivo más elevado, y por tanto nos beneficiará a todos", concluye.