Oriol Castro: "Nos hemos quedado de pasta de boniato sentados en la silla"
Así se ha vivido la Gala de las estrellas Michelin desde el auditorio del Fòrum de Barcelona
BarcelonaEl disparo de inicio de la gala de las estrellas Michelin fue mucho antes de que Andreu Buenafuente diera la bienvenida a los presentes. El espectáculo empezó en cuanto se anunció que el evento tendría lugar en Barcelona. Nadie quería perdérselo. Pero, por supuesto, el espacio es finito. Las personas que tenían el ansiado QR que daba acceso a la gala empezaron a llegar puntuales al Auditori del Fòrum. Los que no, recordaban que es un negocio privado y que con las Michelin no acaba el mundo. Quien no encontraba el código era precisamente Buenafuente, que tuvo que decirle a la persona de la entrada: "¡Señora, si yo presento la gala!".
Los cocineros (en masculino) pasaban por el photocall visiblemente nerviosos, algunos se sentían más a gusto que otros. Nos preguntaban a los periodistas qué travesías hacíamos. Le pregunto a Carles Gaig si sabe nada de los resultados, y dice amablemente que ha venido a hacer de "espectador". Al lado tiene a Carme Ruscalleda con una sonrisa de oreja a oreja mientras intenta comunicarse con su hijo Raül, que hoy cocina en la posgala y está lógicamente muy ocupado. En la alfombra roja aparecen dos chicas disfrazadas de "Gaudí", una de chimenea de la Pedrera y la otra de mosaico. Es un guiño a la ciudad que acoge la gala, pero nadie parece que les haga mucho caso. Veo en un lugar discreto a Oriol Ivern, de Hisop: explica que es la primera vez que acude a una gala Michelin. Cuando le dieron la estrella que ostenta su restaurante, hace 13 años, se enteró por una compañera de la prensa que le envió un SMS.
Y, de repente, llega Martín Berasategui y da el premio más importante de la noche. Dice que hoy ha hecho "la mejor comida de su vida". ¿Dónde? Al Disfrutar. En este momento los tres exbullinianos ya han ganado, pase lo que pase esta noche.
El aplaudímetro
Tomamos todas posiciones y Buenafuente arranca la gala. Empiezan los parlamentos protocolarios, y cuando Jaume Collboni sube al escenario, el humorista le espeta: "Me gustaría empezar hablando de los atascos de la Ronda de Dalt". Este comentario arranca el primer aplauso espontáneo de la noche. Pero el "aplaudímetro" será un excelente indicador de la noche. Subirá un chef con mucha fama que no será tan ovacionado como otros. Lo que será indiscutible es el aplauso en el Pitu Roca, que se lleva el premio a mejor sumiller, que se entrega por primera vez en esta edición. También Martina Puigvert, de Les Cols, con un discurso muy bien trabado. Su madre, Fina Puigdevall dirá al término de la gala que el hecho de que una hija gane un premio "es aún mejor".
Claro que la ovación de la noche será para el Disfrutar. Esperadísimas tres estrellas que han recibido jugando en casa. Oriol Castro afirmaba que no tenían "ningún indicio" de que se la dieran, la tercera. "Nos hemos quedado de pasta de boniato sentados en la silla", dice. Mateu Casañas añade que no hay que "esperar grandes éxitos", sino "trabajar todos los días con constancia, con regularidad y lo que venga, es bienvenido". Alineados como siempre, lo remacha Eduard Xatruch con un "hoy hemos venido aquí sin ninguna pretensión y lo que sabemos es que mañana a las nueve volveremos a estar en el restaurante para atender a los clientes". Afortunados serán estos clientes.