Vips&Vins

Pep Ambròs: "Me cuesta mucho perder el control en una fiesta final de rodaje"

Actor

Pep Ambròs, fotografiado en el Celler de Gelida
3 min

¿El momento de tomar una copa de vino varía tanto como tu rutina como actor o tienes algún momento reservado para tomar una copa?

— Cambia mucho, sí. Por ejemplo cuando estoy a punto de empezar a rodar una peli, como por ejemplo, que ruedo una en Bilbao, intento quedar con los amigos porque sé que estaré una buena temporada sin verlos y es entonces cuando hay una buena ocasión para abrir un vino. Muy diferentes son las épocas de rodaje, que debo comer muchas horas de hotel solo. Sin embargo, por la noche es el momento de llamar a alguno de los compañeros de reparto, o gente del equipo, o el director de la peli, o quien sea, para bajar, socializar y cenar algo y también hacer un vino. Esto es un buen momento. Aunque a mí me gusta abrir los vinos en las comidas.

Últimamente, te estamos viendo más en la pantalla, pero también has hecho mucho teatro. ¿Qué le pides al camerino del teatro?

— Ostras, para empezar no podemos pedir muchas cosas, los actores. Las producciones audiovisuales son distintas; entonces sí hay mayor margen. A veces es mucho tener un espacio para cambiarte. Quiero decir que pedir propiamente no podemos pedir nada. Pero sí es cierto que hay cosas que nunca faltan en mi camerino: un bolso con frutos secos y algunas infusiones. Pero para mí el alcohol nunca está vinculado al trabajo o al camerino. La única vez que bebí algo fue cuando, hace muchos años, hice El tío Vania en el Teatre Lliure. Me jodía un chorrito de vodka antes de empezar la función. Pero ha sido el único espectáculo en el que he bebido un poco, y porque no me condicionaba en absoluto.

Insinuas que en el audiovisual hay más margen para pedir bebidas, ¿es por una cuestión de presupuesto?

— Cien por ciento. Pero, de todas formas, en un rodaje no se puede beber; de hecho, creo que está prohibido. Si alguien tiene alcohol en el camerino es su tema. Algo distinto es al final de jornada, que el equipo de producción alguna vez llega con una nevera llena de cervezas para todo el equipo, para celebrar que ha terminado la jornada.

Y también en los finales de rodaje.

— Sí, en la fiesta final de rodaje hay gente que parece ser el último día de su vida. Que termina el mundo. Esto es una conversación que he tenido con muchos compañeros. Yo, en las fiestas de fin de rodaje, aunque sea fiesta y por mucho que sea el fin de rodaje, hay una parte de mí que sigue sintiendo que es trabajo. Me cuesta mucho perder el control en una fiesta final de rodaje. Quiero decir, debería ser un rodaje en el que todos fuéramos muy, muy, muy amigos. Porque, al fin y al cabo, la industria en España es pequeña y en Cataluña es minúscula. Entonces, en los proyectos siempre repites con la gente. En cambio, disfruto mucho la cena que se hace antes de la fiesta, porque me gusta mucho, mucha comida y acompañar la comida de buenos vinos.

¿Qué vino escogerías para que te acompañara en una cena como ésta?

— Por los 30 años de Alba, mi pareja, mi regalo de cumpleaños fue acudir al restaurante del Massimo Bottura, en Módena. Pedimos un vino de aperitivo y después un vino para el almuerzo, que yo creo que son los mejores vinos que me he jodido nunca de la vida, sin ser yo ningún entendido. Claramente no son vinos para el día a día. El primero era un espumoso, como para aperitivo, Anna Maria Clementi, de 2014, y para comer nos bebimos el Barbera de Alba Superiore de 2021.

Ahora que estamos aquí en la bodega Gelida, donde hay miles y miles de botellas, ¿qué es lo que te hace elegir un vino y no otro?

— Voy a decir algo superabsurdo, pero a veces, con los vinos, me pasa como con los libros. Leo mucho, y con los nombres de los vinos, al igual que los títulos de los libros, algunos me llaman la atención. Pero creo que es una máxima que funciona con todo, también con los carteles del teatro, el cine, las portadas de los libros y las etiquetas de los vinos. Elegir un buen nombre es un buen reclamo. Además, también es una buena forma de darle un significado y de darle una entidad. Entonces, muchas veces me llama la atención el nombre, o me llama la atención la etiqueta, y entonces pregunto a la persona de la tienda y quizás me dicen que no es tan buen vino y no me lo compro, pero ya he preguntado por él porqué me ha llamado la atención.

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