El consultorio

¿Qué son y por qué se producen las crisis de lactancia?

Son de naturaleza madurativa y pasan todas las criaturas, independientemente de si realizan lactancia materna o artificial

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Una madre da el pecho a su hijo.

Cada cierto tiempo, los bebés necesitan aumentar la producción de leche para que sus requerimientos nutricionales se incrementen a medida que van creciendo, según explica la matrona Laia Casadevall en su nuevo libro Maternidad consciente (Editorial Vergara). Esto conlleva una mayor demanda de succión que ocasiona cierta irritabilidad en el pecho, lo que se llama crisis de lactancia o brote de crecimiento. La autora apunta a que la demanda aumenta “durante todo el día, la criatura está más irritable y demandante de pecho, tanto de día como de noche”. Sin embargo, sabiendo que las madres lactantes hacen el pico más elevado de prolactina (la hormona encargada de la producción) por la noche, durante las crisis de lactancia "es normal que el bebé también nos pida más durante la noche". La primera crisis llega entre las dos y tres semanas de vida. El bebé quiere estar en el pecho siempre, a pesar de regurgitar.

¿Se le debe permitir seguir mamando?

Casadevall apunta que sí y destaca que la lactancia es "a demanda" y que ellos mismos "aprenden a autorregularse". La también divulgadora hace énfasis en que la producción de la leche va relacionada con la demanda, “es decir, a más succión, más producción” y, por tanto, restringir presas o interferir en la demanda “podría afectar a la cantidad de leche que producimos y el crecimiento del bebé”. La segunda crisis de lactancia se produce entre la sexta y la séptima semana, cuando el pequeño se muestra aún más inquieto e irritable.

¿Cómo mantener la calma?

Para Casadevall, "entender qué pasa nos puede ayudar a calmar nuestras incertidumbres". En ese momento el bebé crece, necesita más volumen de leche, la cual también varía a gusto. Por tanto, señala, “es normal que la criatura esté más inquieta y se pelee más con el pecho unos días”. La tercera crisis coincide con los tres meses y es una de las más complejas.

¿Por qué?

A los tres meses de vida, el sistema de producción cambia y la eyección de la leche no se produce de forma inmediata, “sino unos minutos después de empezar la succión”, por lo que la criatura “se enfada porque le cuesta más obtener la leche”. Por otro lado, alerta la matrona, “la madre puede llegar a pensar que su producción de leche ha disminuido porque ya no se nota los senos cargados, sino más blandos”. Hay que entender que no nos hemos quedado sin leche y que el bebé recibe toda la leche que necesita, lo único que ocurre, sostiene, "es que ha cambiado el mecanismo y todo cambio necesita su tiempo de reajuste". No disponer de esta información puede hacer que las madres decidan abandonar la lactancia en ese momento, que, por otra parte, coincide con que la mayoría pronto se reincorporará al trabajo remunerado.

¿Qué diría a estas madres?

Casadevall les diría que "si realmente les gusta dar el pecho y disfrutan, volver al trabajo o un brote de crecimiento no deberían ser motivos para abandonar la lactancia". En estos momentos, prosigue, el apoyo de una profesional que pueda acompañarlas en todas las dudas e incertidumbres “puede ser de gran ayuda”. Y sí, "el sistema no nos lo pone fácil, pero se puede hacer con el soporte adecuado", destaca. Las dos últimas crisis de lactancia vienen a los 12 y 24 meses.

¿Por qué en estos momentos seguir ofreciendo pecho a demanda es más importante si se puede hacer?

"Porque la lactancia confiere beneficios nutricionales e inmunológicos", dice Casadevall, que exclama que "precisamente un niño que no quiere sólidos, suerte tiene de la leche materna". Hay que tener en cuenta que el interés por los sólidos va cambiando: al año hay una crisis en la que suelen volverse más selectivos, pero a los 15 meses, “si respetamos sus procesos y no forzamos, vuelven a recuperar el interés por la comida”, recuerda la matrona. Al fin y al cabo, los niños aprenden del ejemplo y si nos ven disfrutar de la comida, mostrarán su interés. "No hay que forzar, sólo ofrecer", recuerda la matrona.

¿Por qué a los dos años experimentan nuevamente mayor dependencia del pecho?

A los dos años las criaturas experimentan una “crisis de autoafirmación”, lo que, en palabras de Casadevall, se traduce en que “quieren ser independientes, pero al mismo tiempo les da miedo porque son pequeños”. Y el pecho, concluye, "es casa, les hace sentir seguros ante toda esta nueva aventura de sentirse grandes y capaces de hacer cosas por sí solos".

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