El Museo del Diseño da un salto cualitativo
La exposición 'Matter matters' hace dialogar objetos patrimoniales y actuales para llamar la atención sobre los grandes desafíos del presente


BarcelonaLas obras premiadas en los certámenes oficiales de hace más de un siglo pueden ser muy agresivas hoy. La medalla de primera clase en la Exposición de Bellas Artes e Industrias Artísticas de Barcelona de 1896 la ganó un lujoso centro de mesa protagonizado por la figura de una indígena derecha sobre unas rocas de piedra fina, sosteniendo una de las carabelas de Colón. Al ser galardonado, el Ayuntamiento de Barcelona lo compró de inmediato. Faltaban dos años para que Cuba y Filipinas se independizaran de España y se había abolido la esclavitud. Sea como fuere, para exponer este objeto hoy es necesario ponerlo muy bien en contexto para que mostrarlo no sea un gesto racista.
Este centro estaba expuesto en el Museo Marítimo de Barcelona, ya partir de este viernes forma parte de la renovación del Museo del Diseño dentro de la exposición Matter matters (La materia importa, la materia es un asunto de entidad). Lo es porque el nuevo discurso, forjado por la arquitecta y comisaria Olga Subirós, hace hincapié en el centro de mesa como fruto de los estragos del extractivismo salvaje y el colonialismo, que han respaldado los problemas geopolíticos, sociales y medioambientales del mundo actual. "Estamos al oeste del Mediterráneo, somos Occidente, España ha sido un estado imperialista, llevamos cinco siglos de colonialismo, y eso lo ha condicionado todo, somos herederos", advierte Subirós. "Seguimos teniendo muchos objetos surgidos del extractivismo y el colonialismo; todo está teñido por este pasado, y está absolutamente presente: Trump y los tecnooligarcas como Musk, Putin y Xi Jinping. Esto está dando forma al mundo, y los productos que tenemos cerca. ¿Podemos cambiar esta tendencia? La exposición habla en positivo", subraya. Para Subirós, el imperialismo y el colonialismo tienen una "desafección" por el mundo, y ella reclama un "diseño con el mundo".
Matter matters abres las puertas este viernes después de dos años de trabajo, y ya se puede decir que es todo un evento y que provoca un salto cualitativo en las exposiciones de larga duración del museo. La muestra es un festín para todos los públicos y sitúa al Museo del Diseño en pleno siglo XXI, entre los grandes museos de artes aplicadas y diseño, e instituciones de todo el mundo que están renovándose para profundizar en el convulso mundo actual y contribuir a forjar alternativas para un futuro mejor, entre los que se encuentran el Victoria & Albert Museum de Londres, la Triennal de Milán s Aplicadas de Viena, el MAK. "Los museos no son sólo custodios. El patrimonio habla, tiene agencia, y puede ayudarnos a comprender la complejidad del mundo", explica Subirós.
"Esta exposición plantea la colección de un museo como un caleidoscopio con múltiples visiones. Es la exposición de diseño más importante que se ha hecho en el siglo XXI en nuestro contexto cultural", dice el director artístico del Dhub, del que forma parte el Museo del Diseño, José Luis de Vicente. Está previsto que la renovación del museo continúe en los próximos dos años con las distintas partes de la exposición permanente, empezando por la de moda. Como ha dicho el concejal de Cultura del Ayuntamiento de Barcelona, Xavier Marcé, la función de un museo contemporáneo es "reflexionar sobre los conflictos que afectan a la sociedad".
Volver a vincularse con la naturaleza
La nueva exposición está ubicada en la segunda planta del museo, donde antes estaba la exposición semipermanente Modernismo, hacia la cultura del diseño. La nueva instalación ha supuesto un cambio radical en el espacio. Subirós abrió el balcón de 20 metros de largo que estaba cerrado, y abrió otro mirador al final del recorrido. Así, la plaza de las Glòries y la ciudad de Barcelona se integran en el discurso de la exposición, que incluye más de 700 objetos, de los que unos 600 provienen de las colecciones del museo. Otros 80 son obras invitadas de artistas y creadores de todas partes, entre los que se encuentra el mural que abre el recorrido, una especie de piedra de Rosetta de datos con la que Kate Crawford y Vladan Joler resumen cinco siglos de colonialismo, y una gran instalación concebida con el Materfad sobre unos vint, y una bicicleta.
Subirós concreta la importancia de la materia en ocho ámbitos dedicados a diferentes tipos de materia, como la petroquímica, la vegetal, el animal, la microbiológica y la digital. Dentro de cada uno se puede ver una retahíla de diálogos entre cerámicas, muebles, prendas textiles y otros objetos de diferentes épocas. "La tesis desplaza el foco del objeto icónico al proceso, a la trazabilidad material ya las implicaciones políticas y ecológicas de cada material", dice la comisaria. Por ejemplo, señala muebles hechos con maderas de ultramar, como el ébano, la caoba y el palisandro; aborda el dilema de si deben exponerse, y cómo, objetos que incluyen restos animales; y presenta objetos innovadores hechos con plástico reciclado o maderas desechadas por la industria.
La primera de las sorpresas llega al comienzo del recorrido, frente al balcón. Para que el público se plantee otro problema primordial —hasta qué punto nos hemos separado de la naturaleza—, Subirós hace dialogar las vistas que pueden verse de este lugar con unas doscientas cerámicas con motivos naturales hechas desde la Edad Media. "La diferencia entre naturaleza y cultura es otra de las herramientas de la modernidad. Cuando uno piensa que tiene la cultura y que está separado de la naturaleza, acaba viendo la naturaleza como un campo por explotar. No entender que somos naturaleza ha provocado la situación en la que estamos", dice Subirós.
Otro aspecto interesante de la exposición es que se enmarca dentro de la Capitalidad Mundial de la Arquitectura Barcelona 2026, así que cada uno de los ámbitos incluye un apartado dedicado a la arquitectura donde se pueden ver fotografías, planos, maquetas y muestras de materiales de edificios como el Mediatic, de Enric Ruiz; la Sala Beckett, de Ricardo Flores y Eva Prats, y Can Sau, de Eduard Callís y Guillem Moliner.