BarcelonaBarcelona, año 1963, la joven actriz italiana Serena Vergano rueda con Francisco Rabal la coproducción hispanoitaliana El conde Sandorf. La ciudad es un hervidero de inquietudes, ideas y proyectos que quieren ver la luz. Un grupo de jóvenes con vocación de cineasta quieren lanzarse a la piscina, experimentar con las nuevas narrativas que en Francia están haciendo fortuna con la Nouvelle Vague. Son Carles Duran, Joaquim Jordà, Jacinto Esteva, José Maria Nunes y Ricardo Bofill, fascinado del mismo modo por la arquitectura que por el cine. Y Pere Portabella, claro. Junto con Teresa Gimpera, Vergano se vuelve musa de lo que se denominará Escuela de Barcelona y también musa vital de Bofill. Se enamoran, se casan y tienen un hijo. Son los años del esplendor de la Gauche Divine y de Bocaccio. La boîte de la calle Muntaner se vuelve el centro neurálgico de una generación de profesionales liberales acomodados con ganas de cambiar la orden establecido, subvertir las normas, abrirse a Europa y acabar con la mediocridad del régimen.
Bofill no está solo, ni mucho menos. Al contrario, los arquitectos son un grupo de presión destacado. Bajo la maestría de Oriol Bohigas y Federico Correa, se ponen los fundamentos de las vocaciones y profesiones de Bofill, Óscar Tusquets, Pep Bonet, Cristian Cirici, Lluís Clotet... Con la complicidad de Oriol Regàs –el dueño de Bocaccio–, instalan un proyector y un loop de diapositivas de los edificios que marcan la modernidad arquitectónica en el mundo para proyectarlas durante toda la noche en una de las paredes de color granate. Conversación, discusión, complicidad, competitividad, proyectos nuevos, sinergias que florecen. Bofill prueba también suerte con el cine, su pasión paralela. El resultado es el cortometraje Circles (1966), protagonizado por Vergano, por Romy –otra musa del momento– y por el amigo del alma de Bofill, el polifacético Salvador Clotas. Un experimento visual y narrativo, tres personajes encerrados dentro de un cubo que exploran el espacio y la sexualidad. Exploración, concepto fundamental de unos años decisivos, “los Happy Sixties” como recuerda siempre Román Gubern. Tanto trabajo hecho sin pedir permiso, cuando la libertad todavía no existía.