Johnny Depp en Barcelona, «la ciudad del 'Gernika'»

El actor visita el BCN Film Fest para presentar 'El fotógrafo de Minamata'

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Johnny Depp en Barcelona

BarcelonaYa se sabe que las estrellas de Hollywood tienen sus ritmos y una manera de entender el tiempo que relativiza incluso la teoría de Einstein. Johnny Depp ha demostrado en Barcelona que es una estrella de Hollywood llegando con 95 minutos de retraso y una sonrisa despistada a su encuentro con la prensa en el BCN Film Fest, donde es la gran estrella de esta edición. No se tiene que entender como un gesto de descortesía, al contrario: Depp practica la misma estrategia de reestructuración temporal en sus ruedas de prensa en festivales como el de Cannes, San Sebastián o la Berlinale. En el fondo, llegar tarde es su manera de tratar al BCN Film Fest con la deferencia debida a un gran festival internacional. ¡Qué humillación si se hubiera presentado puntual! Así lo ha entendido también la prensa convocada que, al acabar el acto, se ha lanzado a pedir autógrafos y selfies al actor.

La excusa para la visita de Depp en Barcelona ha sido la presentación de El fotógrafo de Minamata, que recrea el viaje del fotógrafo Eugene Smith a un pueblecito pesquero japonés donde el vertido de residuos químicos había multiplicado los nacimientos de criaturas con enfermedades congénitas. Depp interpreta al fotógrafo con una energía febril, la de un hombre roto y arrasado por el alcohol que se esconde bajo una barba sucia y su cinismo, pero que todavía conserva la capacidad para enfocar la belleza y capturar la humanidad y el dolor en un gesto. “Era una gran responsabilidad interpretar a Eugene, tanto por su vida como por su legado –ha explicado el actor–. Hacía años que admiraba su trabajo y había hablado con gente que lo había conocido. Y preparar este personaje ha sido como excavar en busca de un tesoro, y finalmente lo encuentras y entiendes el sentido de tu trabajo”.

Depp se ha presentado con su aire característico de beatnik recién salido de la cama. Extremadamente educado, se mueve con parsimonia, casi a cámara lenta. Y contesta a las preguntas igual, madurando las palabras y lanzando ideas que no siempre acaban ligando. Se disculpa con la traductora por charlar más de la cuenta, elogia su castellano (“Muy bonito”, le dice). Entre frase y frase sobre la película que presenta, es fácil intuir el cansancio de un actor harto de contemplar el mundo a través del velo de la fama. “Mi experiencia en Japón para rodar el film no fue muy diferente de mi visita a Barcelona, allá donde voy siempre estoy en una habitación de hotel y veo las ciudades a través de una ventana. Siempre hago visitas demasiado rápidas, así que he decidido quedarme a vivir en Barcelona para siempre jamás, en este hotel”. Esto lo ha dicho con una sonrisa, pero antes ha dicho sin ninguna ironía que está muy contento de haber venido "a la ciudad donde está el Gernika". Revisando hemerotecas comprobamos que el actor visitó el Reina Sofía en 2010 para ver la obra de Picasso durante la promoción en Madrid de The tourist.

El alma del fotógrafo

Después del momento “¡Viva Honduras!”, hábilmente disimulado por la traductora del festival, Depp se ha puesto serio para hablar de Smith y de cómo “con cada fotografía se escapa un trozo de alma” del fotógrafo. “Con cada instantánea capturas una cosa y pierdes otra, es como una danza. Cada fotografía que hizo Eugene en una guerra lo mataba a él un poco y lo fue endureciendo y convirtiendo en un hombre sin tiempo para tonterías. Para retratar ciertas cosas, tienes que sacrificar otras”. La voz de barítono de Depp se arrastra por las palabras poco a poco, convertida en un cuchicheo profundo y grave, pero se levanta para destacar el trabajo de los actores japoneses. “Lo más normal en un rodaje como este es que al gritar “¡acción!” tres extras miren directamente a cámara, pero aquí estábamos rodeados de gente que hizo un trabajo excepcional –dice el actor–. Ya me lo decía Marlon Brando, que cualquiera puede ser actor. Y la gente de Minamata eran grandes actores”.

En El fotógrafo de Minamata Depp también ejerce de productor, un papel que ya había hecho en otros proyectos como la adaptación de Hunter S. Thompson Los diarios del ron o el documental recién estrenado Crock of gold: bebiendo con Shane McGowan. No cuesta mucho detectar la pauta: todos están protagonizados por personas con un talento increíble pero consumidas por sus adicciones al alcohol o las drogas. Parece que al actor le atraigan el choque entre el genio y los excesos, entre la creación y la autodestrucción del lado más salvaje de la vida: "Ha sido siempre así, desde que pintábamos en las cavernas. Artistas, escritores, mucha gente admirada no fue feliz. Van Gogh era terriblemente infeliz y apagaba el fuego que le quemaba dentro de automedicándose. Charles Baudelaire usaba opio y hachís para eliminar el dolor. Muchos de los cómicos que nos hacen reír son personas profundamente desgraciadas y su arte viene precisamente de su dolor. Y Eugene no habría llegado a ser quien fue sin todo su dolor".

Pero Depp alerta sobre el equívoco adolescente de entender el dolor como un peaje obligado para el talento. "No es que crea que se tiene que sufrir para hacer arte, es una idea ridícula –afirma–. Pero sí que pienso que si uno se compromete con lo que hace, con su medio de expresión, es conveniente prepararse para sufrir para mantener su visión, para defender su pasión". Para aligerar la gravedad de sus pensamientos –y quizás para que no vuelva a confundir Madrid con Barcelona– la directora del BCN Film Fest, Conxita Casanovas, concluyó el acto regalándole un libro del historiador Daniel Venteo con fotografías de Barcelona desde el 1844 hasta 1986. "Mañana por la mañana te diré que me ha parecido", ha prometido el actor. Johnny Depp ya tiene su libro, a ver quien le regala ahora la rosa.

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