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Literatura

Un premio Booker que transmite el aburrimiento de los astronautas

Samantha Harvey cuenta en 'Orbital' la historia de seis astronautas que giran a bordo de la Estación Espacial Internacional en una misión rutinaria

La Estación Espacial Internacional donde se rodará la película
3 min
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'Orbital'

  • Samantha Harvey
  • Ediciones 62 / Anagrama
  • Trad. Ernest Riera Arbussà
  • 176 páginas / 18,90 euros

Ganadora del premio Booker 2024, Orbital, de Samantha Harvey es la historia de seis astronautas que giran a bordo de la Estación Espacial Internacional en una misión rutinaria. Pronto comienzan a hacerse preguntas metafísicas sobre los habitantes del planeta azul. Entre la ciencia ficción y la ficción filosófica, Harvey hace un dibujo literario en el que demuestra un dominio excepcional de un lenguaje que pronto se transforma en prosa poética fatigante. Sí que es verdad que, ante un tema tan humano como la vida —la propia, la de los demás y la de todos— quizás el foco debería haber sido más directo, más cercano, y no tan basado en el lucimiento literario de la autora. Es el debate de siempre: ¿la estética de las palabras o la conexión con el lector? ¿La expresión o la comunicación?

El problema básico deOrbital es que no tiene un argumento que vertebre la novela. No ocurre nada. No existe narrativa. La autora describe hasta el aburrimiento lo que ven los astronautas desde la estación espacial, e incrusta metáforas sobre las razas y la condición humana, pero en la novela literalmente no pasa nada. Cada capítulo es una órbita alrededor de la Tierra, y esto hace que el tiempo se rompa, se estirear y confundir al lector. Es esto: vueltas y más vueltas y más vueltas. Y listas, listas de "cosas tranquilizadoras", de "cosas sorprendentes", etcétera. El punto de vista es documental, divulgativo, no literario. No es ciencia ficción, porque no tiene ciencia ni ficción, no hay ningún acontecimiento que cambie a las personas ni idea de progreso. Y eso que es finalista para el premio Orwell de Ficción Política y el premio Ursula K. Le Guin de Ficción.

Dieciséis vueltas diarias a la Tierra

En alguna crítica foránea hemos leído que Orbital es también un viaje a los límites de las certezas humanas, de aquellas verdades que, vistas en la distancia, son susceptibles de ser cuestionadas. Pietro, Chie, Shaun, Nell, Roman y Anton —de nacionalidades muy distintas que podrían haber dado mucho juego, pero que no entran en reflexión en ningún momento— se encuentran en una órbita cercana en la que deben pasar medio año. Los personajes se encuentran en una órbita cercana en la que deben pasar medio año. En esta órbita dan 16 vueltas diarias a la Tierra. La novela de Samantha Harvey se centra en un solo día y está estructurada en 16 capítulos. Conocemos sus acciones, sus miradas, sus rutinas, pero sabemos poco de cada uno de ellos como personas. Pietro tiene la misión de monitorear los microbios de la nave; Chie cultiva cristales de proteínas; Shaun observa las raíces de las plantas sin luz ni gravedad; Nell recoge datos que le proporcionan cuarenta ratones sobre el desgaste muscular en el espacio; Roman y Anton se encargan del mantenimiento del generador de oxígeno. Aparte de las tareas específicas, todos los personajes deben limpiar el lavabo, la cocina y apuntar las cefaleas del día. Apasionante.

En casa habríamos elegido La fortaleza, de Yael van der Wouden, como ganadora del Booker. Estaba tanto o mejor escrita, tenía un muy buen argumento —una necesidad esencial cuando hablamos de novelas—, y no era simple contemplación o reflexión, que por eso ya tenemos los ensayos. Resulta que Orbital es una antinovela premiada en un premio de novela. Antinovela, un término sacado de la manga para esconder los problemas de género bajo la alfombra y galardonar lo que sea. Quizás Harvey sólo quería comunicar el aburrimiento monótono de los astronautas. Y lo ha logrado.

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