Hoy hablamos de
Donald Trump en el Despacho Oval el 31 de marzo.
02/04/2025
Periodista
2 min
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Una pregunta corre entre los trabajadores del Banco Mundial, que tiene su sede en Washington: ¿dónde iríamos si Trump retirara Estados Unidos de la institución? Quizás en Bruselas, o en Tokio, teniendo en cuenta que Japón es el segundo contribuidor del banco. Acabe ocurriendo o no, ese es también el efecto Trump: los escenarios más improbables se pueden hacer realidad. Al fin y al cabo, sabemos que el presidente americano considera que buena parte de los países del mundo no son más que un grupo de aprovechados estadounidenses, y la finalidad de ayuda al desarrollo del banco con créditos favorables es el ejemplo perfecto de la cooperación internacional que abomina. O sea que quizás sea mejor ir haciendo planes de contingencia.

Pero quienes también se hacen preguntas son los propios americanos. Los aranceles a los productos extranjeros que consumen y la persecución de la inmigración encarecerán la mayoría de economías familiares y complicarán las operaciones de infinidad de pequeñas empresas por el aumento de los precios de los materiales y la escasez de mano de obra intensiva, por ejemplo, en la construcción.

Trump sabe el malestar social al que podría enfrentarse, pero como dijo contestando orgullosamente a una pregunta sobre el encarecimiento seguro de los coches, no le puede "importar menos". En primer lugar, porque nadie puede oponerse a los designios del césar y, en segundo lugar, porque si los inciertos beneficios a largo plazo de la guerra comercial tardaran en llegar y las protestas acabaran tomando las calles, siempre podría hacer realidad su sueño de ejercer el poder sin límites con un estado de excepción para infundir el miedo con la excusa de restaurar. Y codicia ser presidente varios años más.

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