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Ante los aranceles de Trump hay que mirar hacia Europa

Reunión de los ministros de Comercio de la UE en Luxemburgo
12/04/2025
Economista. Catedratic emèrit de la UPF i de la Barcelona GSE. President del BIST.
3 min
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Digamos que tengo un amigo empresario que preparaba expandirse hacia EEUU. Visto el momento actual me pide orientación. Le aconsejo esperar y explorar, sin embargo, las muchas oportunidades que se abrirán en Europa.

La política de aranceles de Trump se basa en dos "doctrinas" independientes, pero que se refuerzan: la comercial y la fiscal. La comercial se construye a partir de la noción de que un país debe aspirar a una balanza comercial equilibrada. Es una noción anticuada (para empezar: ¿por qué el equilibrio debe estar en el comercio de bienes físicos, sin incluir los servicios?), pero que tiene pedigrí. Lo descabellado es aspirar a conseguir esto a partir de una balanza equilibrada con todos los estados del mundo. Quizá debemos felicitarnos del nivel de sofisticación exhibido por haber considerado, de momento, la UE como un todo. Por el momento.

Si sólo fuera esto diría que todo no es sino un ejercicio alocado de negociación. Se trataría de fijar las mejores condiciones iniciales para EE.UU. con el fin de pactar una distribución de las ganancias (del comercio y de otros dominios) más a su favor. Serán negociaciones duras, porque Trump no tiene una percepción realista del peso de EE.UU. en el mundo de hoy. Pero, aun así, creo que se llegaría a un resultado no completamente desalineado con las proclividades tradicionales del Partido Republicano, más favorables al comercio libre que las implícitas en la posición actual del gobierno de EE.UU.

Ahora bien, la confianza en este resultado la rebaje por la incidencia de la doctrina fiscal. Ésta, muy valorada por Trump, ve el arancel como una fuente de ingresos públicos. Rompe así con un principio básico de la fiscalidad: si lo que justifica la existencia de un impuesto es el deseo de regular una actividad económica, no debemos añadir una segunda responsabilidad recaudatoria. Interferirá en la primera. Si la actividad quiere suprimirse, el impuesto será demasiado bajo, y si la actividad es una necesidad para la economía, el impuesto será demasiado alto. Hay más: como con cualquier impuesto, no es fácil despegarse de los ingresos que generan los aranceles. Pero, a diferencia de los impuestos troncales, los aranceles elevados sólo pueden tener una justificación temporal: en algún momento hay que despegarse. Por cierto, esta observación vale también para la UE. Ojalá la crisis actual llevara a aumentar la participación del presupuesto comunitario en los ingresos troncales de los estados. Fuera un gran paso para fortalecer a la Comisión como gobierno de la UE. Hacerlo aumentando aranceles sería un error.

En resumen, y para mi amigo empresario: EEUU como destino exportador empeorará. Otra cosa es si se planteara fabricar allí. En este caso mi consejo es seguir pensando en ello. Puede llegar a ser una opción. Pero conviene esperar a que el panorama se aclare. Y no debe olvidarse que si se vende desde Europa se cobrará en euros, pero si se vende desde EEUU se cobrará en dólares. El riesgo de tipos de cambio puede acabar siendo la consideración más importante.

En cambio, la incertidumbre no aumentará en el marco de la UE, que es nuestro mercado interior. Además, el momento presente es bueno. Por un lado, es muy probable que la acción combinada de la Comisión y del Banco Central Europeo pueda evitar los peores efectos de una posible recesión. Por otra, y más importante sobre todo para las empresas implicadas en niveles tecnológicos altos, el triple impacto de las crisis de la cóvida, de la guerra de Ucrania y del choque trumpista está llevando a Europa a una agenda de autosuficiencia estratégica (incluida la defensa) que si es inteligente no se basará en aranceles, sino en una política industrial .

Europa actuará vía créditos –con protagonismo del Banco Europeo de Inversiones (BEI)– y también, pero menos, vía subvenciones. Incluirá poner la compra pública al servicio de la causa (con requisitos de contenido europeo), los fondos soberanos (en España SETT ha iniciado el camino), la relajación controlada de la normativa de ayudas de estado, la potenciación de la política de innovación, la política europea (fiscal y de competencia) de control de los oligopolios, sobre todo los digitales. Un mercado enorme, creciente y junto a casa. Un entorno ideal para las empresas con empuje.

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