El espectáculo migratorio de la administración Trump y su alumna aventajada

Con Trump 2.0, las redadas masivas de inmigración en Estados Unidos han vuelto, pero esta vez convertidas en espectáculos mediáticos diseñados para generar miedo y reforzar el relato político del nuevo gobierno. El presidente estadounidense, ex showman televisivo, tiene dos buenos aprendices en esta nueva fase: la secretaria de Seguridad Nacional Kristi Noem y el "zar de la frontera" Tom Homan. Con cámaras y influencers de extrema derecha a su lado, protagonizan estas operaciones antimigratorias pensadas para viralizarse en las redes.
Estas acciones propagandísticas que mezclan el reality show con la represión no son casuales. Trump prometió en campaña deportar a millones de inmigrantes sin papeles, pero su gobierno no tiene ni suficientes agentes ni suficiente infraestructura para cumplir esta promesa. En los últimos años, incluido su primer mandato, la media de deportaciones anuales ha sido de unos 250.000, con un máximo de 347.250 deportaciones en el 2019, lejos del pico de 432.228 conseguido por Obama en el 2013. y todo provoque que algunos se marchen.
Mientras Homan se pasea por las televisiones como el hombre duro que arroja amenazas, Noem es la reina de las redes. Su imagen calculada se basa en una combinación de feminidad cuidada y violencia policial. Aparece en vídeos con chalecos tácticos, fusiles y sonrisas estudiadas, rodeada de vehículos blindados y influencers de extrema derecha como Chaya Raichik, quien narra las detenciones con sarcasmo y emojis. El punto álgido llegó con un vídeo grabado en la cárcel de El Salvador, donde Estados Unidos deportó ilegalmente a casi 300 inmigrantes. Noem aparecía en una escena cruel: ante una celda llena de hombres prisioneros medio desnudos y rapados –con gorra del departamento que dirige, ropa deportiva ajustada y un Rolex de 50.000 dólares– advertía a las personas indocumentadas de Estados Unidos que si no se iban los "cazarían" y podrían acabar en esa.
Muchas organizaciones de derechos civiles han criticado las acciones del gobierno de Trump y han alertado sobre los efectos devastadores que tiene sobre las comunidades vulnerables y sobre la deshumanización de los individuos afectados. Denuncian que la política migratoria actual no sólo ignora los derechos fundamentales, sino que utiliza el espectáculo mediático como herramienta para reforzar narrativas divisivas y alimentar el miedo.
De hecho, esta política de represión convertida en espectáculo no sólo deshumaniza, sino que crea una narrativa de guerra interna donde cualquier disidencia, vulnerabilidad o diferencia se presenta como un enemigo en casa. Además, puede provocar injusticias como la sufrida Kilmar Armando Abrego-Garcia, deportado por un error administrativo que el propio gobierno de Trump ha admitido, así como las detenciones de estudiantes extranjeros con visado a causa de su denuncia del genocidio que se vive en Palestina.
El Tribunal Supremo añadió el pasado jueves una nueva capa de complejidad a la política migratoria de Trump. Por unanimidad, los jueces del alto tribunal ordenaron al gobierno de Estados Unidos que facilitara el regreso de Abreggo-Garcia. Su caso subraya los peligros de un sistema que, en lugar de priorizar los derechos individuales, se fundamenta en el espectáculo político. Así, el país que se presenta como la tierra de las oportunidades se aleja cada vez más de los valores tan venerados —pero a menudo ignorados— que lo han configurado como un refugio para aquellos que buscan una vida mejor.