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El chándal ya es una pieza para mudarse: ¿de dónde sale esta moda?

Dos equipos de fútbol sin números con escudo hacia el año 1922
15/04/2025
3 min
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Hace tiempo que nos hemos acostumbrado a vestirnos con ropa de deporte para no practicar deporte. Vamos a trabajar con gorras de béisbol, salimos a cenar con zapatillas de fútbol y nos mudamos llevando un chándal. Entre los deportes más recurrentes está el baloncesto o el tenis, pero últimamente el fútbol está ganando muchas posiciones, especialmente con la moda de las camisetas vintage de equipaciones de fútbol como ropa de calle, bajo la llamada tendencia blokcore. Pero si bien la moda urbana se está apropiando de la ropa deportiva, cabe decir que la deportiva también se inspiró en una mucho más antigua para crear su esencia.

A mediados del siglo XIX, cuando el fútbol empezó a tomar forma, cada jugador vestía con una indumentaria propia, sin coordinarse con el equipo. Rápidamente comprendieron que era necesaria una vestimenta conjunta para evitar que los miembros de un mismo equipo, demasiado a menudo, se tomaran el balón entre ellos. A partir de 1870 los jugadores crearon equipaciones con los colores de las escuelas o clubes a los que pertenecían. A finales del siglo XIX, cada equipo ya tenía su propio diseño y nació la idea de la segunda equipación, primero para el equipo local y finalmente para el visitante. Pero como las camisetas no incorporarán los números hasta mediados del siglo XX, los jugadores se diferenciarán entre ellos con los colores de los calcetines, cintas o gorras.

En los años 70 se crearon las equipaciones más valoradas hoy en día por los aficionados al fútbol, ​​coincidiendo con un momento en que empezaron a ponerse a la venta las camisetas de los ídolos del fútbol y se abrió una fuente de ingresos importantísima para los clubs. Una voluntad de marketing que, en alguna ocasión, ha olvidado la función real de esa indumentaria. Y si no que se lo digan al Manchester United, que nunca logró ganar ningún partido con la tercera equipación de la temporada 95/96. La camiseta en cuestión era de color gris, y según su entrenador, Alex Ferguson, era la culpable de que el equipo perdiera cada vez que se la ponía, ya que el color hacía que los jugadores quedaran invisibilizados en el campo. Por eso, en la media parte de un partido liguero contra el Southampton que perdían 3-0, Ferguson hizo cambiar la tercera equipación por la segunda, y el equipo no volvió a lucir aquella camiseta nunca más.

Pero, ¿qué pasaría si la visibilidad de la ropa, además de facilitarte ganar un partido, fuera tan determinante como para salvarte la vida? Éste es el caso de la indumentaria caballeresca de época medieval, que por alejada que la vemos es un claro antecedente de las equipaciones de deportes en equipo. El sistema heráldico, que se aplicó primero al escudo y después se derramó a la indumentaria, respondía, entre otras cosas, a la necesidad de identificación de los guerreros en el campo de batalla, y así evitar matar a tu amigo sin saberlo. Además, también era fundamental en las justas, que eran luchas tanto individuales como colectivas esenciales para la construcción del prestigio de un caballero. Éste vestía complejas armaduras, que eran signos claros y exclusivos de reconocimiento social pero que había que complementar con la cota de armas para poder identificar al caballero. El punto de partida de este sistema visual será la heráldica personal, que determinaba su pertenencia familiar y legitimaba su prestigio. En el caso de luchas grupales, se creaban indumentarias unificadas de ambos bandos, vinculadas al blasón del caballero principal. Además, los sirvientes también lucían el blasón y los colores de su señor, como estrategia de disciplina y de chulería social para evidenciar claramente las posesiones del caballero.

Ilustración de un combate medieval en el que se aprecia la heráldica personal de los caballeros.

El diseño de este sistema de vestimenta contaba con un signo figurativo (el emblema), una frase y un conjunto de colores (librea), muy similar al de los equipos de fútbol, ​​con un escudo, un nombre (e incluso un lema) y unos colores. Así pues, cuando vemos a un jugador besar el escudo y decir que se deben sentir los colores del equipo, tengamos claro que hay menos distancia de la que pensamos entre él y un caballero medieval.

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