

Carla Simón, la cineasta que hizo historia al ganar el Oso de Oro de la Berlinale con una película en catalán, Alcarràs, ha conseguido ahora contra todo pronóstico un nuevo hito: su cinta Romería ha sido seleccionada para competir en la sección oficial del Festival de Cannes.
Carla Simón cierra con esta película la trilogía sobre la familia. En Verano 1993 revivió su niñez, cuando perdió a sus padres por culpa del sida y fue adoptada por unos tíos; a Alcarràs se hablaba de la pertenencia a un lugar y sobre la importancia de la unidad familiar, especialmente en tiempos de crisis, y Romería la directora retoma su propia historia: la protagonista de la cinta, de 18 años, viaja a Galicia para conocer a la familia de su padre, que murió de sida cuando ella era pequeña.
Al saber que competirá en Cannes, Carla Simón ha confesado que la noticia le ha sorprendido, porque es una obra muy personal, sin actores famosos y sobre un tema que no es de actualidad. "Eso me hace pensar que la película les ha gustado de verdad", concluye, con su habitual tono medido pero sin esconder su satisfacción.
Aparte de confirmar el reconocimiento al talento de Simón, creo que el éxito de esta trilogía viene a recordarnos a todos que la máxima de Salvador Dalí "Para llegar a ser universal hay que partir de lo ultralocal" sigue vigente. Cuando le veíamos recitando "Una polla chica, fregadero, pierna corta y pellarica...", Dalí hacía mucho más que llamar la atención y aparentar un punto de locura.
Es una idea que personalmente siempre he respetado, como creadora y como consumidora de arte. Cuanto más cerca y más adentro observes, más encontrarás las emociones humanas más universales. Cuanto más señales las peculiaridades de un sitio, más trascenderá la historia que cuentas en todas partes.
A veces todos cometemos el error de dejarnos seducir cuando en una película o en una novela aparece un establecimiento de una calle concreta de un barrio cualquiera de una ciudad lejana (que exóticas y que literarias, las calles de Kreuzberg, en Berlín, o los pueblecitos de la costa de Maine, o las ruidosas plazas) han llegado a través de la literatura o el cine.
La película Romería, como no podía ser de otra forma, está rodada en catalán, castellano y gallego. También en ese aspecto Carla Simón va abriendo camino desde la naturalidad. En este sentido, la búsqueda de la naturalidad es una constante en su obra, también cuando explica que la familia gallega de la protagonista se resiste a hablar mucho de sus padres fallecidos y su relación con las drogas. "Hablar de los ochenta y del sida también es memoria histórica", dice Carla Simón.
Hay que recordar, saber, rescatar del olvido siempre. Las personas, para saber quiénes somos y por qué somos así; y las naciones, por razones muy similares. Pero temo mucho que la tendencia mundial va exactamente en sentido contrario: Carla Simón y tantos otros nos muestran el camino para evitar perdernos. Mirar hacia atrás para poder ir adelante.