Hay luz y esperanza en ser chica, sin embargo, pero ¿qué tienen los chicos?


En una misma semana miro la serie Adolescencia y me entero de que los datos oficiales indican que sube el número de madres que hacen una renuncia profesional hacia el número de padres. Y mientras miraba a la serie no podía dejar de pensar en estas nuevas familias, más jóvenes, en teoría más modernas, más avanzadas, más concienciadas, que ahora son protagonistas de un paso atrás en la crianza. Un paso atrás que también lo es para el feminismo, que también lo es a la hora de construir una masculinidad más sana. Y que, por tanto, es un paso atrás para la sociedad en general. Porque los padres vuelven a estar menos presentes. Y sin los padres, sin su implicación en igualdad de condiciones que las madres, ¿cómo construir este nuevo modelo que tanto necesitamos?
DEAdolescencia se pueden decir muchas cosas: la influencia del grupo y el papel de las redes sociales, qué ocurre en los institutos, etc. Aspectos que encajan más en un análisis para el suplemento Criaturaspero aquí de lo que quiero hablar es de lo que piensa este preadolescente que es ser un chico, un hombre. Y, claro, de su padre. Un padre como tantos otros, que ama a su hijo con locura, pero que se avergüenza porque no juega bien a fútbol. Que tiene un hijo que dibuja que se las pela y ni se les pasa por la cabeza apuntarle a extraescolar de dibujo. Pero a fútbol y boxeo sí. Una familia cuya madre se dedica a la crianza y al trabajo del hogar y un padre que trabaja fuera del hogar. Un padre que no sabe conectarse emocionalmente con su hijo. Y, insisto, ¡que no quiere decir que no se le quiera! Este chico ante el infierno de la soledad, el acoso y el desconcierto de no saber cómo crecer, su único referente son los Andrew Tate de turno, uno influencer inglés, misógino y tóxico. En un artículo anterior ("Desearía que los hombres hicieran su propia revolución") he hablado de la importancia de dar buenos referentes a los niños y los chicos. Porque cuando en la serie los padres se preguntan cómo han podido educar de la misma manera a una hija y un hijo con resultados tan diferentes, se olvidan de un hecho crucial. tienen los chicos? ¿Qué tienen los preadolescentes? Influencers misóginos y demasiados padres que se ausentan. Hombres a los que cuesta trabajarse emocionalmente a sí mismos y, claro, a los que aún cuesta más conectar con sus hijos masculinos.
Adolescencia es buenísima y desoladora. No dibuja toda la realidad, pero nos confronta con la forma en que crecen demasiados niños y chicos y con el sentido de lo que puede ser ahora mismo educarse siendo un hombre. No siempre, pero sí demasiado a menudo. Algo debe cambiar, y los hombres tienen mucho que decir y los padres (masculinos) tienen mucho trabajo por delante. Y una gran responsabilidad.