El secreto mejor guardado de Pere Calders
La Biblioteca Jaume Fuster inaugura una exposición, comisariada por Julià Guillamon, que explora a fondo el humor gráfico que el autor de 'Crónicas de la verdad oculta' cultivó antes y durante la Guerra Civil, los diseños publicitarios y trabajos editoriales que desarrolló durante el exilio mexicano, facetas muy influyentes en su obra literaria y hasta ahora poco estudiadas
BarcelonaUn gusano con la cara deAdolf Hitler dice a otro gusano, también con cara de dictador, la de Mussolini, mientras saca la cabeza de la manzana que mordisquea, donde está escrita la palabra Iberia: "Cuc Benet, eso no funciona. Hasta ahora sólo encontramos huesos". Pere Calders (1912-1994) publicaba esta mordaz e imaginativa píldora de humor gráfico en Diario de Barcelona el 6 de enero de 1937, durante los primeros meses de Guerra Civil, en uno de sus períodos más prolíficos como dibujante, pero también en plena efervescencia creativa literaria: en 1936, poco antes de la revuelta militar de Franco, debutaba con los cuentos deEl primer arlequín, y no tardaría en publicar la novela La gloria del doctor Larén, en diciembre de ese mismo año.
"En los esquemas mentales de los años treinta, el juego de correspondencias entre publicidad, cine, cultura popular y literatura culta era muy habitual", explica Julià Guillamon, crítico literario, escritor y comisario de la exposición Pedro Calders. Escritor y dibujante, que puede verse en la biblioteca Jaume Fuster hasta el 27 de enero de 2025. "En Calders, estas correspondencias son especialmente significativas, porque se formó en Bellas Artes, trabajó como publicista y diseñador gráfico y dibujó cientos de ' chistes gráficos –continúa Guillamon–. No soy el primero que habla, pero sí el primero que ha puesto en relación todas estas caras, conectándolas también con los trabajos que hace en México durante el exilio, y en cómo todo esto resuena en los cuentos y novelas que escribe. A la gente del mundo literario lo que es visual le cuesta mucho, y el mundo del diseño y las artes plásticas tiene una reticencia similar por la palabra escrita".
Un profesional de la imagen y la palabra
De los cuadros de Sitges en el pai-pai del insecticida Fly-Tox
Nacido el 29 de septiembre de 1912 en Barcelona, Pere Calders i Rossinyol desarrolló "la sensibilidad plástica y literaria muy pronto". Un detalle que Guillamon ha averiguado documentándose para la muestra, que se acompaña de un ensayo homónimo, meticuloso y deslumbrante, de 220 páginas, es que sus padres le pusieron "Pere d'Alcàntara". "Escogieron esta variante para que tuviera nombre de escritor romántico –comenta–. Su padre, Vicenç Caldés, trabajaba como representante de una empresa de material fotográfico, y había escrito varias obras de teatro. Quería que su hijo se' abriera camino en el mundo de las artes".
Pedro estudió en la escuela Mossèn Cinto, una de las "pioneras en la renovación pedagógica", donde conoció Avel·lí Artís Gener, Tísner (1912-2000), con quien fue muy amigo y que, años después, se convirtió en su cuñado. Cuando era adolescente, Calders pintó algunos esbozos y cuadros de Sitges, municipio con el que estaba vinculado su padre: dos les identificó la historiadora del arte Beli Artigas en una búsqueda que se cerró en el 2019. Poco después, Pere Calders entró en la Escuela de Bellas Artes. En paralelo a los estudios, el joven Calders empezó a ser dibujante publicitario, primero para el diseñador checo Karel Černý, y más adelante por su cuenta.
A Pedro Calders. Escritor y dibujante se puede ver una muestra representativa de esta faceta profesional: una locomotora de vapor de resonancias futuristas, el original que presentó en el concurso de carteles de Carbons Permanyer y el singular pai-pai del insecticida Fly-Tox, una de las mejores muestras del ingenio caldersiano. "A menudo, los dibujos de Calders cuentan historias, también cuando son para campañas publicitarias –asegura Guillamon–. En el de Fly-Tox se ve, por un lado, un insecto vestido de militar y con máscara antigás rociado por el insecticida, y en la otra, el mismo insecto en una cama de hospital, mientras un médico explica a la enfermera que no pueden hacer nada para salvarle la vida".
La influencia de la publicidad se hace evidente leyendo novelas como Gaeli y el hombre Dios, que Calders escribió durante 1938 pero que no vería la luz hasta 1986. "Uno de los milagros del personaje de la novela, Miquel Gorienko, el ruso misterioso que llega a Barcelona con el objetivo de implantar una religión laica que cambiará el mundo, consiste en hacer que las palomas de plaza Catalunya dibujen figuras en el aire, como una cruz gammada que después es aplastada por un puño cerrado –explica el comisario de la muestra–. Esto se entiende si se recuerdan espectáculos publicitarios ciudadanos como los de los funámbulos contratados por calcetines Molfort's y que sobrevolaban plazas y calles de un lado a otro". La mirada avanzada del Calders narrador permite afirmar a Julià Guillamon que en otro de los pasajes de Gaeli y el hombre Dios, cuando Gorienko proyecta colores diferentes sobre el edificio de Telefónica, se anticipa al mapping: "Se considera que el primer videomapaje se hizo en 1969 en el Disney World de Orlando. No fue hasta finales de los 90 que se empezaron a realizar proyecciones sobre fachadas de edificios con una finalidad comercial". Las primeras proyecciones en Barcelona, que se realizaron sobre la fachada modernista del Hospital de Sant Pau, son de una fecha aún mucho más reciente, en el 2016.
Calderos y la prensa
La prolífica relación con los periódicos pasa por los chistes, las críticas y el diseño gráfico
1933 fue un año importante para Pere Calders: además de empezar a escribir "comentarios sobre el mundo del arte" en el Diario Mercantil, tuvo "un papel fundamental" en el diseño del primer diario Hoy (1933), "que se caracteriza por la simplicidad y el buen gusto". También se estrenó como muñeco en la revista La voz de Sant Martí, tarea que retomaría en 1934 desde la revista Gracia-Rambles.
Fue durante los primeros dos años de guerra que Pere Calders dibujó cientos de chistes gráficos para publicaciones como el Papitu, el Diario de Barcelona y La Esquella de la Torratxa, convertido en Kalders, y que han sido recogidos parcialmente en volúmenes como Kalders y Tísner. (La Campana, 1991). "En muchos momentos, este humor es un torneo entre el ingenio privado y la vigilancia oficial que no siempre se resuelve en favor del autor, como demuestra alguna viñeta censurada", escribe Julià Guillamon en Pere Calders, escritor y dibujante.
El Calders de cuando empezó la guerra era "un escritor travieso, irreverente y divertido, que no tragaba las grandes palabras y discursos". A medida que avanzó el conflicto, el humor gráfico se fue teñiendo de gravedad. Para hablar de los asesinatos en la carretera de la Rabassada en verano de 1937 imagina a una pareja que encuentra un esqueleto en medio del bosque, y ella dice al compañero: "Mira, Quim: aquí se ve que hicieron una costillada".
El largo exilio
De los dibujos a bordo del 'Mexique' a reimaginar la lata de sopa Campbell
En 1938, la Institución de las Letras Catalanas ponía en circulación el libro de crónicas de guerra Unidades de choque, que La Magrana recuperó en el 2010. "Después de la experiencia en el frente, Calders no publicó muchos más dibujos en los periódicos", recuerda Guillamon.
Una vez perdida la guerra, y después de unos meses en Francia, Calders se embarcó hacia México en la tercera expedición de republicanos españoles. En el barco "dibujó, sin firmar, varios chistes de humor puro con un estilo que recuerda el de La Esquella de la Torratxa", opina Julià Guillamon, que realizó este hallazgo meses atrás, mientras empezaba a preparar la exposición. De la etapa mexicana de Calders destaca desde las colaboraciones gráficas con Hoja catalana y Letras –en la que retrató, entre otros, Pau Casals– hasta los dibujos para el Diccionario enciclopédico UTEHA. También la participación en numerosas campañas de publicidad, entre las que llegó a realizar una versión de la lata de sopa Campbell warholiana en un bote de tomate de la marca Del Fuerte. "Es difícil llegar a saber cuáles de los miles de dibujos de la enciclopedia salieron de la mano de Calders, aunque en algún caso puede haber que el retrato de una persona, planta o máquina los ha hecho él – comenta el comisario–. Y esto ocurre cuando se opta por la simplicidad, cuando se trata de un dibujo que no forzosamente debería ser simple”.
Cuando regresó a Cataluña en noviembre de 1962, Calders no dibujó más profesionalmente. Corrigió textos y tradujo para la editorial Vergara, y también ejerció de gerente de producción de la Montaner & Simón. En paralelo, fue dando a conocer novelas como Aquí descansa Nevares (Alfaguara, 1967) y recopilaciones de narraciones cómo Invasión sutil y otros cuentos (Ediciones 62, 1978). "Le costó mucho hacerse un sitio –admite Guillamon–. Aquellos años, ni el humor ni el fantástico eran tendencias dominantes en el panorama literario catalán". Tres décadas después de su muerte, Calders reclama ser releído con nuevas miradas como la de esta exposición.