Arte

La luz de Turner estalla en el MNAC

El museo dedica una gran exposición al pintor paisajista del siglo XIX

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'Historia de Apolo y Dafne', J.M.W. Turner, a la exposición del MNAC 'Turner. La luz es color'

BarcelonaEl pintor Joseph Mallord William Turner (1775–1851) está considerado uno de los grandes nombres de la historia del arte y él mismo fue consciente de su grandeza: “No era un hombre modesto”, dice David Blayney Brown, antiguo conservador jefe de Arte Histórico Británico de la Tate y comisario de la exposición Turner. La luz es color que el Museo Nacional de Arte de Catalunya (MNAC) le dedica a partir de este viernes hasta el 11 de septiembre. Los dibujos, acuarelas y pinturas expuestos provienen del Legado Turner, que está depositado precisamente en la Tate, donde se puede contemplar la colección más grande de su obra. Esta herencia incluye 400 pinturas, de las cuales cerca de 300 están inacabadas y 35.000 esbozos, tal como explica Blayney Brown.

Que las obras provengan del Legado Turner implica que entre las más de cien obras expuestas en el MNAC hay alguna que Turner no pensó que nunca que se tuvieran que exponer, sino que le servían para “explorar los caminos de su imaginación y abrir nuevos”, dice Blayney Brown, y para hacer experimentos técnicos y registrar elementos de la naturaleza y efectos climáticos que tiempos después, quizás incluso años, abocaba de memoria en las pinturas. Turner pintaba los paisajes en el taller, no como hicieron después los pintores del impresionismo, que salieron a pintar al aire libre. “Está la paradoja de que hay obras que no fueron hechas para ser vistas. La exposición es como si te colaras en el estudio a oscuras y se lo robaras todo, y que cuando encendieras la luz descubrieras que las obras en las que ensayaba los trucos son mejores que las acabadas –dice el director del MNAC, Pepe Serra–. De Turner se ha dicho que era una especie de Rothko del siglo XIX, quizás sin saberlo ni quererlo, y esto es muy interesante”.

El artista ante la historia

Turner está considerado como el mejor paisajista inglés y fue un testigo privilegiado de su tiempo: a lo largo de su trayectoria se produjeron las guerras napoleónicas y se expandieron imperios. También la Revolución Industrial. Como explican en la Tate, la guerra, el colonialismo y la industria crearon una inmensa riqueza de la que Turner se benefició, porque vendió obras a magnates de la minería y a constructores de canales. Esta riqueza también fue de carácter intelectual, porque conoció científicos y trabajó con escritores y poetas que ampliaron sus horizontes y lo incitaron a no perder su afán experimental e innovador. “La exposición es una celebración de Turner como pintor de la naturaleza y de los elementos, y su contribución más importante es su visión de la luz”, subraya Blayney Brown, por los juegos de luces y sombras, y por cómo las usaba para disolver las formas. De hecho, el título de la muestra, La luz es color, proviene de una cita del propio pintor y, en paralelo al aspecto del color, hay que tener en cuenta la vertiente sublime que Turner otorgaba a la luz para “iluminar” el espíritu.

La muestra, que cuenta con el patrocinio de Agrolimen, está dividida en siete ámbitos temáticos donde conviven grandes pinturas, otras inacabadas y esbozos dedicados a cuestiones como la síntesis en un solo cuadro de elementos de fuentes diversas y los paisajes como trasfondos de pinturas mitológicas y de historia. “Es un artista mucho más complejo de lo que a menudo se piensa, porque no es solo un impresionista que pinta paisajes, sino que en su obra también intervienen elementos como los viajes y los conocimientos de mitología”, explica el comisario. Dos ámbitos más están dedicados a los efectos atmosféricos y la oscuridad. En este último aspecto, Turner fue rompedor porque en aquel momento el color negro no era muy popular. El último ámbito lleva por título El Sol es Dios, una sentencia que según la leyenda fueron las últimas palabras del pintor. Y más que recordar obras concretas, el recorrido, que incluye paisajes británicos, franceses, italianos y suizos, está concebido como una experiencia inmersiva. Con Turner. La luz es color, el MNAC continúa con las exposiciones de ambición internacional, después de la gran muestra de Antoni Gaudí coproducida con el Museo de Orsay, en cartel en París hasta el 17 de julio.

Como complemento de Turner. La luz es color también empieza este viernes la exposición El latido de la naturaleza. Dibujos del siglo XIX de la colección del Museo Nacional, con una ochentena de trabajos de artistas como Marià Fortuny, Ramon Martí Alsina, Baldomer Galofre, Nicolau Raurich y Antoni Fabrés. "Queremos dar una nueva mirada sobre la colección y deconstruir los tópicos sobre el género del paisaje", afirma Francesc Quílez, conservador del museo y comisario de la muestra junto con el historiador Aleix Roig. El coste de las dos exposiciones es de 450.000 euros.

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