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Crítica de música

Haciendo la cima beethoveniana

Thomas Hengelbrock y la Orquesta y el Coro Balthasar Neumann interpretan la 'Misa solemnis' en el Palau de la Música

Thomas Hengelbrock y la Orquesta y el Coro Balthasar Neumann en el Palau de la Música.
11/03/2025
2 min
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Orquesta y Coro Balthasar Neumann

  • Palacio de la Música. 10 de marzo de 2025

Cuando en 2021 Riccardo Muti dirigió por primera vez en su dilatada carrera la Misa solemnios de Beethoven, confesó haber estudiado la partitura desde principios de 1970 y que nunca hasta hace cuatro años se atrevió a dirigir lo que para el director napolitano es la Capilla Sixtina de la música. También la definió como un Everest que había tardado cincuenta años en coronar. Y es que hacer la cima de esta pieza mayúscula es llegar a un punto de no retorno del repertorio sinfónico-coral de nuestro sustrato cultural.

Ahora, y con dirección musical de Thomas Hengelbrock, la Orquesta y el Coro Balthasar Neumann ha ofrecido una vibrante interpretación de la pieza más extraordinaria del catálogo sacro de Beethoven (junto con la Misa en do mayor y el oratorio Cristo en la montaña de los olivos). Vibrando y lo suficiente, todo sea dicho, porque la profundidad del concepto beethoveniano no siempre hizo acto de presencia.

Junto con la Novena sinfonía (con el que compartió estreno parcial), la Solemnis es una pieza sobre la fe, no tanto en Dios como en la humanidad, a pesar del texto y base católicos de la pieza. Dialéctica difícil, pues, que pide un ejercicio de profundización, de ir a fondo no tanto con los textos (los del ordinario de la misa católica) sino con el tratamiento que hace Beethoven: las repeticiones de determinadas palabras (como la conjunción "te" al Credo o los reiterados "pacemos" del conclusivo Agnus Dei). Y eso es lo que se echó de menos, pese a la enérgica dirección de Hengelbrock, de gesto claro y preciso. Y frente a una formación orquestal y coral que ya ha demostrado en otros repertorios —especialmente el barroco— que es extraordinaria. Pero el romanticismo en general, Beethoven en particular y específicamente la Misa solemnios piden una ascensión a la cima con mucho más cuidado de dónde se pisa.

Además, ya una orquesta solvente y un corazón a prueba de bomba —las tesituras de sopranos y tenores son de notoria inclemencia— hay que añadir cuatro solistas con el mismo nivel de excelencia. En el Palau de la Música, tuvimos mucha suerte con la soprano Regula Mühlemann y con la mezzosoprano Eva Zaïcik. Pero el tenor Julian Prégardien dio más de un salto en falso y en el bajo Gabriel Rollinson empezamos a oírlo en elAgnus Dei, cuando ya estaba todo el pez vendido. Buen intento de hacer una cima que no acabó de coronarse. Es de esperar que los miembros de el Orfeó Català tomen nota cuando canten esta magna obra, el próximo año, en Los Ángeles ya las órdenes de Gustavo Dudamel. Se les gira trabajo.

Thomas Hengelbrock en el Palau de la Música.
Thomas Hengelbrock y la Orquesta y el Coro Balthasar Neumann en el Palau de la Música.
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