Música

Santi Balmes: "Si Love of Lesbian hubiéramos triunfado diez años antes, hoy nos faltarían todos los dientes"

El músico publica 'Esa pieza que no encaja', un libro de conversaciones con David Escamilla

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Santi Balmes y David Escamilla en Barcelona.

Barcelona"Fue una conversación dentro de una burbuja de confianza", dice Santi Balmes (Sant Vicenç dels Horts, 1970) sobre el material a partir del cual se ha construido el libro Esa pieza que no encaja (Principal de los Libros, 2023). El líder del grupo Love of Lesbian charló con el comunicador, editor y músico David Escamilla (Barcelona, 1969) a propósito de una docena de canciones que permiten seguir un doble hilo: uno biográfico y otro sobre el proceso creativo.

David, ¿qué querías descubrir de Santi?

David Escamilla: Por lo general, quiero descubrir muchas cosas de mucha gente. La curiosidad me come. Hace unos 15 años que nos conocemos, y un día le hice la propuesta: ¿Me invitas a vivir en tus canciones de Love of Lesbian? Al principio le dio un poco de pereza, porque los ejercicios nostálgicos no le molan. Pero pensó: "Mira, llevamos 25 años y quizás está bien echar un poco de mirada atrás".

Santi Balmes: Correcto. Me daba miedo averiguar cuáles eran los puntos claves por los que me he dedicado a la creación, porque es que realmente me gusta entenderme a través de las canciones.

A muchos artistas no les gusta dar explicaciones de las canciones, porque prefieren que cada uno las interprete como quiera.

S.B.: Bien, en el libro hay 11 o 12 canciones, y tengo muchas más con el cofre por abrir. Pero sí existe un ejercicio de pornografía emocional. Una canción son cuatro minutos en los que te planteo una película que tiene una parte de biografía, una parte fantástica y una parte poética. Pero cuando bajas a las minas, al magma que generó estas canciones, te ves forzado a contar cosas que pensabas que nunca contarías. Entonces, ¿qué misterio queda? A mí me gusta llenar los agujeros de biografía de gente que no conozco mediante mi imaginación. Pero estamos en una época muy contradictoria, en la que podemos saber cómo hacen un huevo frito David Gilmour, Beyoncé o Sen Senra. Es una época de un conocimiento muy superficial, y profundizar en otra historia, son palabras importantes.

El libro es una historia de tus canciones, pero a partir de un momento determinado. Es como si los discos en inglés de Love of Lesbian no existieran, y tú mismo no quisieras darles una relevancia que probablemente no tenían.

S.B.: Es que no se la quiero dar. Para mí los discos en inglés eran la antesala de lo que sería mi personalidad. Allí estaba todavía a medias. Había conseguido saber con qué parte me encontraba cómodo musicalmente, pero líricamente... Lo hemos hablado muchas veces con la banda, que teníamos cosas musicales que nos gustaría recuperar, y hacer justicia a unas ideas melódicas que algún día creo que nos llevarían a un terreno comprensible, sea catalán o castellano.

D.E.: Después de la etapa inglesa es cuando podemos decir que los discos son ya 100% Love of Lesbian.

Santi, ahora que hablas del catalán. En el libro lo repites dos veces, que la asignatura pendiente es escribir canciones en catalán, tu lengua materna y paterna.

S.B.: Sí. Estoy trabajando, y estoy llegando a lugares a los que no habría llegado a través del castellano. Es muy curioso. Puestos de conocimiento propio. Es como si de repente abres una habitación que la tenías cerrada, y solo la reservabas para invitados muy especiales.

De alguna forma, Love of Lesbian es una historia inesperada. Empiece cuando tú ya tienes 27 años.

S.B.: Y ya había pasado por muchas bandas.

Y cuando el grupo despega, ya tienes 34. ¿Que el éxito te llegara a esa edad hace que todo haya sido diferente?

S.B.: Totalmente. Si hubiéramos triunfado diez años antes, hoy nos faltarían todos los dientes, seguro. O habríamos muerto de, no sé, de cáncer de sida. El caso es que cuando pude dedicarme a la música ya era padre, y eso te sitúa en una tesitura muy diferente. Asimismo, la paternidad hizo que acertara mucho más en los momentos creativos. Cuando tienes tiempo, puedes divagar. Pero cuando tienes un tiempo imitado, por ejemplo cuando ya se ha dormido el hijo, piensas: solo tengo tiempo de once a una, o acierto ahora o cagada pastorets. Y me convertí en una persona terriblemente eficiente, desde mi paternidad.

D.E.: Esto es muy interesante. Siempre que un creador tiene una acotación temporal o espacial, bienvenida sea, porque si no, el espacio infinito es un drama. Por un lado puede parecer una liberación, una gran posibilidad, pero se convierte en un drama porque entonces las obras no terminan, se abandonan.

S.B.: Y no puedes dedicarte a otra tarea creativa hasta que no tienes terminada la otra.

¿Y cómo es que la familia prácticamente no aparece en el libro?

S.B.: Prefería que fuera un ámbito exclusivamente creativo. Soy muy cuidadoso con la familia. Y prefiero que la luz no traspase sus vidas, que son muy normales.

Y de repente tu hija Irene se hace actriz y debuta con una serie como La mesías.

S.B.: Sí, por tanto, he fracasado y de una manera estrepitosa [Ríe].

¿Qué sientes viendo que se adentra en un territorio artístico?

S.B.: Me ha sorprendido mucho que una persona que se presenta al primer casting acabe haciendo el puto OK Computer de Radiohead de las series españolas. La mesías es un upgrade de los Javis indiscutible. No paro de decirle: "Escucha, si quieres seguir con esto, te encontrarás con producciones infinitamente más inferiores, incluso paupérrimas, y debes estar preparada". Yo lo veo desde el punto de vista de aquella persona que con 34 años empezó a vivir de esto, y después ya fue imparable, eso sí que es cierto, pero a ella no le ha costado nada, ya veces pienso: ¿lo valorará o no lo valorará?

A menudo hablas de la convicción como elemento fundamental por crear. ¿En qué artistas has encontrado esa convicción?

S.B.: Básicamente, en los autores que me han demostrado tener una personalidad propia, compositores a los que puedo ver tanto su convicción como su avería.

¿Robert Smith, de The Cure?

S.B.: Sí, aunque no quería entrar en el tópico, pero es obvio. Quiero decir, a personas que se les ha visto tanto la vulnerabilidad como la creatividad y la particularidad. Como dice el título del libro, prendas que no encajan.

En el libro distingues entre himno y hit. ¿Puedes poner algún ejemplo?

S.B.: Para mí un hit sería Video killed the radio star, de los Buggles, y un himno Mediterráneo, de Serrat.

¿Y de David Bowie?

SB: Modern love un hit y Heroes un himno. De los Pink Floyd, Wish you were here sería un himno y Another brick in the Wall un hit.

Y Wonderwall de Oasis?

S.B.: Se ha convertido en un himno, pero empezó como un hit. Cómo The universal, de los Blur. Los himnos son temas que en principio no deberían ser hits según el decálogo de lo que debe ser un hit y, en cambio, acaban calando de forma mucho más heavy.

Tú mismo eres más un constructor de himnos que de hits, ¿verdad?

S.B.: Totalmente. De hit solo tenemos Club de fans de John Boy, y quizá Los toros en la Wii, que era el antihit, porque el estribillo que después se utilizó para en el anuncio de la Damm aparecía en el minuto 3'40'' de la canción. Era una melodía que me vino a la vuelta volviendo a casa después de que mi madre me dejara pasta cuando iba un poco justito... Y al final me hizo ganar dinero. Fue muy curioso. Es uno de esos temas que digo una macarnada [por Paul McCartney], un juego melódico, un divertimento... Hay gente que odia Ob-La-Di, Ob-La-Da, de los Beatles, incluso John Lennon le odiaba, pero yo le encuentro su gracia. Pero, obviamente, no es a lo que aspiras. Lo que quieres es que la canción, dentro de 30 años, la sigas cantando y que siga significando algo para ti.

D.E.: La gran diferencia es que el hit es una máquina comercial, algo que hace dinero y que genera ingresos comerciales, y el himno es algo más íntimo. El hit es público, el himno es íntimo.

S.B.: El himno parece estar dirigido exclusivamente a ti.

Dices que El poeta Halley es una de tus mejores canciones.

S.B.: Porque para mí no es una canción. Es algo distinto, como un experimento artístico. Empieza en formato canción, pero después se va a un sitio donde creo que fuimos muy valientes. Es una de las canciones de las que me siento particularmente orgulloso, si se le puede llamar canción, pero precisamente porque se aleja del formato canción.

D.E.: El poeta Halley explica la esencia de Love of Lesbian.

S.B.: Me costó años hacerla, porque en realidad son dos canciones que logré juntar un día que iba muy ahumado. Creo que no lo hemos superado.

Cuando hablas del papel de la marihuana en la creación, precisas que de nada sirve si al día siguiente no hay un café que coloca las cosas en su sitio.

S.B.: Totalmente. Creo que es Lenny Kravitz quien dice que la marihuana es un atajo. En realidad es un atajo que te sirve para llegar a ese momento de desinhibición en el que todo vale porque han caído todas las barreras. Esta desinhibición es muy importante en una tarea creativa, pero sobre todo porque después vendrá todo un proceso que intentará, quieras o no quieras, estandarizar. Y cuanto más extremo sea el punto de inicio, mejor.

D.E.: Si comienza todo estándar, terminará megaestándar. Será estándar de ahogarse y morirse, cuando en el mundo del arte se trata de sorprender un poco. Vivimos en un mundo previsible, y romper lo previsible es siempre una celebración.

La historia del rock está llena de grandes compositores que no han hecho una buena canción en los últimos 30 años de su vida...

S.B.: Calla, calla...

¿Te preocupa ese escenario?

S.B.: Sí, mucho. Lo estuve hablando con Pancho Varona hace unos años. Y me dijo: "A partir de los 50, no vas a hacer una puta buena canción". Y tengo 52. Salí de allí pensando: estoy terminado. Si quieres hacer una canción que entre a formar parte de la vida de las personas, debe ser algo muy auténtico y de verdad. Y resulta que a partir de los 50 habré perdido la verdad... Y entonces empecé a componer como un chalado. Y ahora, gracias a Pancho Varona, tengo un material que no te lo crees.

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