Laura Rosel debuta como actriz en el Teatre Nacional con una obra contra los totalitarismos
'Los contrabandistas de libros de Darayya' cuenta la historia real de los jóvenes que fundaron una biblioteca secreta en plena guerra de Siria


BarcelonaEn 2015 la periodista franco-iraní Delphine Minoui, que durante 25 años ha cubierto los conflictos de Oriente Medio, descubrió a través de Facebook una historia fascinante que "simbolizaba la revolución pacífica siria", los que se quedaron a defender el país después de la Primavera Árabe del 2011. Un grupo de jóvenes de Darayya, una ciudad cerca de Damasco, se habían dedicado a recoger libros prohibidos de las casas bombardeadas y habían creado una biblioteca clandestina con textos que el régimen había censurado. "Habíamos olvidado los verdaderos resistentes de la revolución y esta historia permitía poner humanidad contra las bombas del Daesh", dice Minoui, que escribió el libro Los contrabandistas de libros de Darayya (Editions du Seuil).
Este libro es el que Dau al Sec ha conseguido poner en escena con dirección de Iban Beltran, después de seis años de perseguirlo: "Es una obra contra los totalitarismos y contra el régimen de Al Assad", afirma Mercè Managuerra, directora de Dau en el Seco. El espectáculo se estrena en la Sala Tallers del Teatro Nacional del 23 de enero al 9 de febrero y cuenta con Laura Rosel interpretando el papel de periodista que estira el hilo de la historia. Rosel ya había actuado en un espectáculo con la compañía sabadellense Al Galliner, pero reconoce el "vértigo" de pasar al TNC, donde comparte escenario con Jorge-Yamam Serrano y Marwan Sabri e Ilyass El Ouahdani, ambos de origen marroquí y con poca experiencia teatral pero con una "verdad" propia sobre el mundo árabe, según Beltran. "Quería romper la mirada estereotipada sobre los personajes y hacer que los actores trabajen desde su propia experiencia", dice el director. La dramaturgia que ha creado con Albert Tola hace que los cuatro cuenten la historia como protagonistas y narradores, con voluntad de realizar un espectáculo "sensorial" y no sólo documental.
Una puerta al mundo
Los jóvenes eran de los pocos que se quedaron en Darayya cuando la ciudad estaba en el punto de mira del régimen. Quedaron 7.000 civiles y combatientes de una población de más de 130.000 ciudadanos. Minoui hablaba con los bibliotecarios por internet, porque tenía prohibida su entrada en el país. "Dos de las cosas que me marcaron es que tenían 18 o 19 años cuando empezó la revolución y detestaban leer, porque quería decir leer la propaganda del régimen, y es la guerra lo que les da el gusto de la lectura", dice Minoui. Leían todo lo que recogían: poesía de un autor palestino, El alquimista de Paulo Coelho, El principito o libros de autoayuda estadounidenses. "La otra cosa es que tenían una gran conciencia cívica y ciudadana, y todos los libros salvados los numeraban y anotaban quién era el propietario para devolvérselos después de la guerra –recuerda la periodista–. Empezaron la biblioteca con una intuición, para abrirse una puerta. Y aguantaron en ese sótano escondido hasta el final. La gente iba, daba fuerzas a la comunidad y les permitía abrir los ojos", reflexiona Managuerra.
El asedio a Darayya acabó en el 2016, el gobierno forzó a la población que quedaba a marcharse y fueron deportados al norte, a 300 kilómetros de casa. La biblioteca acabó arrasada, sin embargo, en diciembre la autora cumplió la promesa de llevar el libro a Siria para incluirlo en el catálogo de aquella institución secreta. En cualquier caso, el gesto de los jóvenes perdura en las palabras deLos contrabandistas de libros de Darayya, que se ha traducido a diez lenguas. "Los libros son armas de destrucción masiva contra las armas de destrucción que son las bombas reales y los tiranos como Bashar el Asad", dice la autora. La obra se ha modificado mínimamente para explicar la imprevista caída de la dictadura.