Juegos Olímpicos

Jordi Morales: "Con todo lo que me ha dado el deporte, si volviera a nacer lo querría hacer con la discapacidad”

5 min
Jordi Morales durante una competición

BarcelonaJordi Morales (1985, Esparreguera) lo tiene claro: "Todo lo que hemos trabajado estos últimos meses y años ha sido para llegar a este momento". Ahora, desde Tokio, recuerda al ARA cómo fueron sus inicios en el tenis de mesa adaptado, reflexiona sobre cómo espera que sean sus sextos Juegos Paralímpicos y confiesa cuáles han sido las dificultades que lo han hecho más fuerte para llegar adonde está ahora.

Si te tuvieras que describir a ti mismo, ¿por dónde empezarías?

— Yo soy un privilegiado. Ya no solo por el hecho de poder vivir una vez en la vida una experiencia como los Juegos, es que en mi caso son los sextos. El hecho de ser la sexta vez que estoy en ellos no le quita ni mérito ni emotividad. No lo vivo diferente. Es una experiencia que vives una vez cada cuatro años y para nosotros, que nuestro día a día y las competiciones en las que participamos no tienen nada de especial en cuanto al ambiente, los Juegos son dos semanas mágicas cada cuatro años. En los días previos al inicio de las competiciones es cuando reflexionas. Todo lo que he hecho hasta ahora, solo por el simple hecho de estar aquí, ya vale la pena.

¿Y cuál es tu historia?

— Como toda historia, tiene un punto de casualidad, y en mi caso es cómo descubro el tenis de mesa adaptado. Yo jugaba a tenis de mesa en un club con otros niños que no tenían ningún tipo de discapacidad, y haciendo un trabajo para la escuela descubrí que había un grupo de personas que practicaban este deporte con discapacidad. A partir de aquí, todo parece muy idílico y muy fácil, pero he vivido momentos muy complicados. Si no he hecho diez intentos del saque, no he hecho ninguno. En algunos momentos tenía ganas de dejarlo, pero después cuando consigues lograr ciertas cosas o llegas a unos Juegos como los de Tokio voces que vale la pena haber seguido.

Jordi Morales durante una competición

¿Las sensaciones que tienes desde que has llegado a Tokio son las mismas que en Juegos anteriores?

— ¡Totalmente! Todavía tengo los nervios de la primera vez. Vivir la ceremonia es un momento inigualable. Las emociones con el tiempo se pierden, y yo la última vez que las viví fue hace cinco años ya. Si lo viviera cada mes, quizás sí perdería la gracia, pero al final es cada cuatro años. Aunque parezca mucho, solo he vivido esta experiencia cuatro veces en veinte años.

Al final poder estar en unos Juegos es un regalo.

— Sí, pero tengo muy en cuenta la vertiente competitiva. Tengo opciones de conseguir medalla, más allá de todo lo que rodea vivir unos Juegos. Con todo lo que ha pasado, y no hace falta ir muy atrás, las últimas semanas todavía nos planteábamos: "¿Qué vamos a hacer ahí? Tal como están las cosas en Tokio, que están en estado de alarma y la gente está haciendo manifestaciones porque no quieren los Juegos... ¿Qué pintamos?" Lo pensábamos siendo generosos y éramos conscientes de que si por la causa no se tenían que hacer, que no se hicieran. Hay cosas más importantes que el deporte, por más que sean los dos acontecimientos deportivos más importantes [Juegos Olímpicos y Paralímpicos].

¿Con qué opciones de medalla te ves?

— Hay que ser conscientes de que hemos llegado como hemos llegado, hemos entrenado como hemos podido y en circunstancias complicadas. Vengo aquí a Tokio a disfrutar y a luchar mucho para colgarme la medalla de nuevo [bronce en Atenas y plata en Londres]. Así también podré devolver un poco los esfuerzos de muchísima gente que ha hecho posible que hoy se estén haciendo estos Juegos.

Tus primeros Juegos fueron con catorce años en Sydney. ¿Cómo lo digeriste, siendo todavía un niño?

— Yo no sabía dónde estaba, no estaba asumiendo nada. Cuando volví a casa tampoco entendí nada de lo que había pasado.

¿Crees que los atletas paralímpicos sufrís una fuerte estigmatización?

— No nos tendría que preocupar, sobre todo cuando tienes experiencia y sabes de dónde vienes y dónde estás. Hasta los Juegos de Pekín de 2008, el deporte paralímpico era casi un 100% amateur. A partir de ese momento hay un semiprofesionalismo que hoy en día lleva al hecho de que haya un alto grado de deportistas profesionales. Esto se produce por muchos factores, y uno de ellos, favorecido por el papel de los medios de comunicación, es que empezamos a vender mucho más allá de los mismos valores de superación como el carácter competitivo de la competición. Estos valores vienen intrínsecos en nosotros, pero somos deportistas y se nos tiene que reconocer como tal. Si yo de aquí salgo con una medalla, los medios de comunicación tienen que explicar esta medalla y después dentro del texto ya puede aparecer que tengo espina bífida. Lo que pasaba antes era que la noticia se centraba en explicar mi discapacidad y al final se reconocía mi medalla.

Poner siempre al deportista por delante de la enfermedad que sufres, que en tu caso es congénita y no puedes cambiar.

— ¡Exacto! Mira, te pondré un ejemplo muy claro. Hace unas semanas eliminaron a Paula Badosa de una competición. Algunos medios de comunicación titularon: "Paula Badosa, exnovia de David Broncano, bla bla bla". Ostras, ¿qué necesidad hay de decir de quién es pareja? Pues es lo que nos pasaba a nosotros con el tema de la discapacidad. Que digan que yo tengo espina bífida es como decir que un futbolista es alto, rubio y con los ojos azules.

Además, vosotros siempre habéis estado abiertos a hablar de vuestra discapacidad, para ayudar a normalizarlo y que no pasen estas cosas.

— Aparte, si algo tenemos los atletas paralímpicos es que estamos abiertos para hablar de cualquier cosa. Nosotros tenemos un humor negro, negro como el carbón. Aquí todos tenemos apodos, y en ninguno nos metemos con nada bueno, te lo aseguro [ríe]. En uno de los temas en los que somos referentes es en la aceptación y en muchos valores muy importantes. Si yo entreno cada día como cualquier deportista de alto rendimiento no es porque quiero que vean mis valores de mi superación, sino para ganar. Únicamente y exclusivamente para ganar.

La resiliencia, la cultura del esfuerzo, la superación... Son muchos valores que van intrínsecos en el deporte paralímpico.

— Totalmente. Para mí, desde un punto de vista psicológico, es muy importante diferenciar la discapacidad en dos tipos: la congénita y la adquirida. No tiene nada que ver. Aquella persona que nace con una discapacidad, como es mi caso, tiene la ventaja de que toda la vida ha sido así. Si aquí no fuera porque hay espejos, yo no soy consciente de que ando como ando. En cambio, en la vida de los que tienen una discapacidad adquirida hay un antes y un después.

Claro, tú ya te construiste así a ti mismo con la enfermedad.

— Exacto, además, mi enfermedad no es degenerativa. Yo puedo empeorar por edad como cualquier persona. Yo siempre lo he dicho: con todo lo que me ha dado a mí el deporte paralímpico, si vuelvo 35 años atrás yo quiero volver a nacer con discapacidad. Lo tengo clarísimo. Todo lo que me ha quitado o las dificultades que me ha puesto, si lo pones en una balanza con todo lo que me ha dado... La balanza a favor de la discapacidad gana por mucho.

stats