Barça

El Barça se vuelve a estrellar contra el Lyon (1-3)

Las azulgranas juegan el peor partido de la temporada donde las imprecisiones y la falta de acierto han penalizado demasiado

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Alexia Putellas durante el partido

Enviada especial en TurínTurín se ha convertido en Budapest. Los fantasmas del pasado han vuelto para hacer del Barça un equipo irreconocible que se ha deshecho ante un Lyon contundente (1-3). Las azulgranas no han salido con un plan de partido claro, con un medio del campo caótico que no ha sabido ordenar las ideas. La desesperación ha vuelto a desorientar a las culés sobre el césped y el Lyon, muy superior físicamente, ha impuesto su juego. Las francesas se han plantado sobre el césped con unas ganas feroces de someter al Barça. No han dejado margen a la duda, ni al fútbol culé, y se han impuesto con la vehemencia de león herido que quiere recuperar su corona. Las culés no han sabido reaccionar y, a remolque durante los noventa minutos, han visto cómo sus esperanzas se iban evaporando a golpe de goles.

Después de una topada con Alexia, que ha dejado a la capitana en el suelo, Amandine Henry se ha levantado del suelo como una chispa y ha chutado la pelota a 25 metros de la portería. La esférica ha ido enganchada al palo izquierdo de la portería defendida por Sandra Paños, que no ha podido hacer nada para parar el golazo que avanzaba en el marcador al conjunto francés. El Barça, excesivamente revolucionado, ha perdido el norte. Con imprecisiones tontas y falta de comunicación, el conjunto catalán no ha conseguido enlazar más de tres pases posibles ante un Lyon que ha salido con las ideas claras y la lección aprendida. Las francesas no han dejado espacios, han dejado sin aire a un Barça que se ha ahogado en la desesperación y el descontrol.

El segundo gol del Lyon ha hundido algo más la moral culé. Selma Baccha ha podido centrar casi desde el córner hacia una Ada Hegerberg que estaba sola dentro del área. Ni Mapi ni Paños han sabido tapar espacios y han acabado vendidas delante de la mujer gol del Olympique de Lyon. La defensa culé ha abdicado de su tarea. Sin contundencia ni concentración, no ha podido hacer más que mirar con los brazos en jarra como la delantera celebraba el segundo gol que subía en el marcador.

Un Barça irreconocible

El Barça se ha convertido en un equipo de contraataque, totalmente irreconocible. Sin control de la pelota, del partido y de sus emociones, el estilo ha sido sustituido por la supervivencia. Cada pase, en vez de ser una oportunidad, se ha convertido en un problema. Las ideas no pasaban por construir, por generar juego y tranquilidad en el equipo, sino por correr sin propósito al intentar tapar espacios que al final se acababan haciendo más grandes. La descompenetración culé ha logrado su máximo con el tercero del Lyon. Irene Paredes ha rehusado una pelota dentro del área directa en los pies de Malard. La delantera ha combinado con Hegerberg por habilidad a Macario quien, sola ante la portería, solo ha tenido que acariciar la esférica para hacerle atravesar la línea de gol.

La desesperación ha sepultado al conjunto culé. Las soluciones no han llegado desde el área técnica y Jonatan Giráldez ha sido un espectador más que ha visto como su equipo se ha desdibujado para salir competirle el partido en el Lyon en la parte física. Esta no tendría que haber sido la batalla. El Barça ha renunciado a la pelota, a veces más preocupado de lo que silbaba la colegiada que de chutar a portería. Hasta que ha llegado una chispa de esperanza de las botas de Alexia Putellas. La capitana culé ha aparecido en el momento más oscuro de las azulgranas para despertar un poco de esperanza en sus compañeras. Después de una centrada de Caroline Graham Hansen, la capitana ha chutado la pelota para superar a Endler y acortar distancias a cinco minutos de la media parte.

El marcador ya no se ha movido más

Las culés han querido despertar de la pesadilla en el segundo tiempo. Mapi León se ha convertido en la comandante del equipo. La defensa aragonesa ha arañado sobre el césped, con ganas y potencia, para intentar hacer resurgir a un Barça perdido. Las imprecisiones, sin embargo, han continuado. La falta de acierto de Aitana ha penalizado a las azulgranas que tampoco han tenido a una Alexia fina en las combinaciones.

Con el marcador a favor, el Olympique se ha aferrado a la expresión más baja del fútbol: la pérdida de tiempo. Las francesas han rodado por el suelo, se han estirado como aquel que va a tomar el sol, demostrando el más mínimo interés hacia la pelota y el juego. Ninguna intención han tenido del nuevo campeón de Europa de tocar la esférica en todo el segundo tiempo, lo que ha sacado de quicio a las azulgranas. El Olympique de Lyon ha ganado su octava final de la Champions dejando un regusto amargo que poco enaltece la figura del conjunto francés.

El Barça se despide de Turín con más dudas que certezas. El planteamiento del partido ha sido ineficiente y la reacción tardía. Las azulgranas han salido como si el partido estuviera ganado antes de empezar, como si la copa ya fuera suya antes de disputar los noventa minutos. Parece que de Budapest todavía quedan cosas por aprender. Las culés renacieron de la final de 2019, resurgieron para convertirse en el campeón de Europa. Ahora toca volver a ponerse manos a la obra para reajustar lo que haga falta y que lo que se ha vivido en Turín no vuelva a suceder.

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