"No quiero que me identifiquen como la jugadora de los cuatro dedos"
Francesca Jones, establecida en Barcelona, es la primera tenista con una enfermedad congénita que se clasifica para jugar un Grand Slam
Istambul“Todos los humanos tienen su historia, y esta es la mía”, afirma al ARA Francesca Jones desde Melbourne, capital del tenis mundial durante el mes que viene. El Open de Australia, el primer Grand Slam de la temporada, está a punto de empezar. Y este año participará en él esta joven inglesa, la primera jugadora de la historia que consigue una plaza para el torneo a pesar de tener una enfermedad congénita: displasia ectodérmica ectrodactilia. Con cuatro dedos en cada mano, tres dedos en un pie y cuatro dedos en el otro, participará en una de las cuatro grandes citas anuales del tenis. Y eso que lo tenía todo en contra. “Me dijeron que mi cuerpo no podría aguantar muchos años de intensidad y esfuerzo, que no estaba construida para este estilo de vida”, dice. Solo era una niña cuando le dijeron que su futuro tenía que estar alejado de las pistas: “Recuerdo el momento, pero sobre todo la reacción de mi padre, la decepción”. La ciudad de Bradford la vio nacer, Barcelona la hizo crecer. Con diez años se apuntó a la Acadèmia Sánchez-Casal con un objetivo que anteriormente se le había negado: convertirse en jugadora profesional. Y contra todo pronóstico lo consiguió. Con fuerza física, mentalidad y cero excusas.
Su entrenador, Andreu Guilera, lo corrobora: “Muchas jugadoras, si las cosas se tuercen, se dejan ir. Para Francesca luchar es innegociable, lo lleva en el ADN”. Y Jones ha saboreado el éxito desde que está en manos de Guilera -también director técnico de la academia de jóvenes promesas Next Level-, que junto con Jordi Samper y Roberto Vavassori han hecho explotar el juego de la tenista británica a base de entrenamiento en el Real Club de Polo. La clasificación para el Open de Australia es la consecuencia de un largo camino. “Es fácil pensar que el salto lo he dado en los últimos meses”, explica la jugadora. Pero, consciente de que no ha sido así, Guilera tiene la clave: “En 2019 llevaba un buen historial de derrotas, pero siguió trabajando. De repente llegó a Minsk y ganó durante dos semanas seguidas”. A pesar de un año 2020 de covid en el que el calendario se vio afectado, las posibilidades la dejaron destacar ante Sabine Lisicki, ex número 12 del ranking WTA. Una vez empezado el 2021, con una gran actuación en las fases previas para el Open de Australia disputadas en Dubái y con tres victorias consecutivas ante jugadoras consolidadas, Jones se presenta en Melbourne como la única representante británica que pasó las fases previas.
Una historia singular
“No estoy cansada de que me pregunten por mi condición porque al fin y al cabo es la manera en la que la gente me conozca. Es una parte de mí y estoy orgullosa”, afirma. El juego de la deportista la ha llevado a situarse en el número 241 del ranking con una singular condición que no es ninguna ventaja. El trabajo preventivo lo dice todo. “Teniendo en cuenta el tema de las manos, hacemos ejercicios con los que trabajamos la adherencia de los dedos y posibles lesiones de cadera, muñecas y rodillas”, destaca Andreu Guilera. Pero le quita dramatismo. “Esto es como todo, cada jugador tiene un trabajo específico. Por ejemplo, los hay que tienen dolor de espalda o en la rodilla”, explica. La evidente desventaja la suple con una gran potencia de golpes, trabajo de anticipación, mentalidad de hierro y un perfeccionismo patente. “Muy pocas veces salgo contenta de la pista”, ejemplifica Jones, que no tiene suficiente con ganar los partidos.
Pocas semanas antes de iniciar el torneo, esta edición se presenta totalmente atípica: rigurosos controles de covid y cuarentenas para muchos jugadores que llegaron al país en vuelos en los que se detectaron positivos. Pero Francesca Jones, a diferencia de otros, tuvo suerte y puede salir durante casi cuatro horas para entrenar e ir al gimnasio. “Está claro que la preparación de los jugadores que están confinados se verá perjudicada -asegura-, pero hay una semana entre el día que salgan de la cuarentena y el comienzo del torneo”. Las medidas preventivas para los jugadores venidos de fuera no impedirán que las pistas tengan presencia de público, un hecho que los participantes agradecerán: “Australia es el mejor país donde se puede competir ahora mismo. Habrá gente animándonos y esto será refrescante después de tantos campeonatos con un ambiente insípido”, destaca la jugadora. Francesca Jones, con veinte años, hará historia con solo pisar las pistas australianas e inspirará a otros jóvenes para que empiecen a escribir la suya. Después demostrará por qué merece estar ahí. “No quiero que me identifiquen solo como la jugadora de los cuatro dedos”, manifiesta.