Xavier Vives: "Europa necesita un mercado único digital"

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XAVIERVIVES: “Europa necesita un mercado único digital”

Xavier Vives (Barcelona, 1955) es economista. Catedrático en Iese, ha sido galardonado con el Premio Nacional de investigación.

Usted se dedica a estudiar las imperfecciones en los mercados.

— Sí. En el análisis económico hay tres grandes bloques de imperfecciones del mercado: uno es cuando las empresas tienen poder de mercado, que quiere decir capacidad de elevar los precios por encima de los costes marginales. El segundo es la asimetría informativa. Por ejemplo, la empresa tiene más información que el consumidor.

¿Cuando el algoritmo te conoce?

— Ahora, por la huella digital, puede ser que la empresa sepa mejor que tú mismo qué querrás mañana, o sepa más por ejemplo de la capacidad que tendrás para repagar un préstamo. Las plataformas tienen mucha más información que la persona misma y esto les da capacidad para discriminar precios, poner un precio específico para ti.

El otro gran bloque de imperfecciones son los efectos externos.

— El ejemplo clásico es una empresa que contamina y no paga, no tiene un coste adicional por el hecho de contaminar. Por eso se quiere poner un precio al carbono, un precio a la contaminación. El otro gran ejemplo de efectos externos es el sistema financiero y bancario, donde la quiebra de un banco que es sistémico puede arrastrar prácticamente a todo el sistema financiero.

El mercado perfecto no existe, ¿no?

— Solo existe en los libros de texto. Es un modelo ideal, pero es muy útil porque es un punto de referencia.

¿Cómo ha cambiado al mercado las grandes plataformas?

— Estan cambiando sobre todo la forma en la que las empresas compiten, ya sea en el comercio o en los servicios financieros. Prácticamente todo lo que necesitas lo puedes sacar a través de la plataforma, y esto pasa sobre todo en China. Aquí en Occidente las plataformas están algo más especializadas. Por ejemplo, Google ha estado más especializada en búsqueda, Apple con la tecnología, y Amazon quizás es la que está más diversificada. Están algo más especializadas, pero también están creando un ecosistema.

Empresas omnipotentes...

— Las llamamos Superstars porque tienen una ventaja competitiva al tener muchos datos y saberlos tratar con técnicas de aprendizaje automático, inteligencia artificial, y esto les permite refinar mucho sus productos. Hay un ciclo virtuoso de estas plataformas en el tratamiento de datos y en el uso que hacen de estos: atraen actividad y esta actividad vuelve a ofrecer más datos, y es esto lo que hace que acaben teniendo esta posición dominante.

Son empresas que evitan la entrada de otras.

— Controlan el acceso, pero la competencia depende de cómo de difícil o fácil es moverse entre plataformas.

¿Europa es competitiva, hoy?

— Europa, en el mundo digital y de la inteligencia artificial, quiere erigirse como modelo en cuanto a las normas, por ejemplo, sobre la regulación de la privacidad. Y tiene posibilidades de salirse con la suya, porque las grandes empresas no querrán tener prácticas diferentes en los Estados Unidos y en Europa, y entonces quizás adoptarán la regulación europea. Pero esto que hace Europa también demuestra una debilidad: estamos muy atrasados respecto a EE.UU. y China en cuestiones como la inteligencia artificial o el tratamiento de datos, que es el corazón de la competitividad. Una de las razones del atraso es que el mercado único digital no existe, está completamente fragmentado y es una de las explicaciones de por qué no han salido gigantes digitales en Europa.

Hemos avanzado en privacidad de datos.

— Somos más cuidadosos que en EE.UU. con la privacidad de los datos, pero tenemos que entender que necesitamos un mercado integrado o siempre seremos subsidiarios, como ya somos ahora, de las grandes tecnológicas americanas o chinas. A pesar de que creo que vamos hacia dos mundos tecnológicos separados por razones geopolíticas.

¿Europa se va debilitando?

— Europa está andando hacia la irrelevancia por muchas razones. No tiene una política de defensa ni energética clara. No ha integrado lo suficiente a los mercados y como no está integrada fiscalmente no puede responder a las crisis de manera suficiente. Después de cada gran crisis, Europa pierde alguna sábana en la competencia internacional. Ahora los Estados Unidos y China ya se han recuperado prácticamente, pero Europa no puede responder con la celeridad que es necesaria. Europa se tiene que poner las pilas en el tema digital y empujar fuertemente con un mercado digital integrado, por un lado, y del otro fomentar más los centros de excelencia. Hemos perdido Oxford y Cambridge. Sobredo Cambridge, que para el proyecto europeo puede ser una pérdida importante desde el punto de vista científico de innovación y de defensa.

En la anterior crisis se avanzó en la integración de la banca. ¿Ahora?

— Europa, cuando está en el cariz del abismo, siempre reacciona. Se hizo la unión bancaria y, con la regulación del Banco Central Europeo, la resolución común de bancos con problemas. Falta todavía una pata, que es el seguro de depósito común entre los bancos europeos.

¿Por qué no se ha hecho?

— Porque requeriría una integración fiscal más grande de la que tenemos. En esta crisis se ha hecho otro paso muy importante, que es la emisión de deuda común para financiar los fondos europeos de reconstrucción.

La economía española y la catalana están sobrediagnosticadas. Pero las grandes reformas no se hacen. ¿Por qué?

— Por una conjunción de intereses creados, acompañados de un declive de la calidad de las instituciones, junto con el personal político y la polarización, que bloquea toda reforma en España. El ejemplo paradigmático son las leyes de educación. Hay grandes temas de educación, investigación y desarrollo, de reforma del mercado laboral... Grandes temas que no se hacen por una mezcla de polarización extrema, de deterioro de la calidad institucional. Estamos en un bucle desde hace muchos años.

¿Los fondos europeos serán capaces de transformar la economía?

— Tengo impresiones contradictorias. Claramente es una oportunidad. Los planes genéricos del Gobierno están bien, apuntan a nuestra formación digital, a la transición ecológica y a infraestructuras. Ahora, en cuanto a la concreción ya lo veremos, porque está muy centralizado desde la Moncloa y el consejo de ministros y, por lo tanto, veremos la capacidad de este equipo de tomar las decisiones correctas y después de ver la ejecución. En Europa mirarán la ejecución con lupa. Draghi acaba de crear una secretaría técnica potente para hacer el seguimiento de la ejecución, además de poner a gente muy reconocida en Economía, Innovación y Transición Ecológica. Aquí esto de momento no lo han hecho. Entiendo que la capacidad de decisión sobre proyectos desde Catalunya será mínima, y que se aprobarán de forma centralizada.

¿Los fondos europeos necesitan un gobierno técnico?

— No, estrictamente no. Lo que necesitan es un gobierno con valentía política y competente. Ahora bien, lo que sí que es seguro que se necesita es una secretaría técnica muy buena. Yo propuse hacer una agencia independiente y competente técnicamente para gestionar los fondos y que generara consenso. Pero se ha hecho de manera más centralizada, y ya veremos cómo sale.

¿Qué riesgos tiene que el Banco Central Europeo continúe comprando deuda española al nivel actual?

— El problema que tenemos es que esto nos ha cogido muy endeudados y ahora vamos por el 125% de deuda sobre el PIB. El BCE no puede seguir comprando deuda para financiar, para decirlo de alguna manera, gasto corriente. Es decir, con los fondos europeos pueden pasar dos cosas: o bien que sirvan para incrementar la productividad, para hacer crecer la economía y, por lo tanto, para después tener mucha más capacidad de devolver la deuda -este es el escenario bueno-, o bien que se use para tapar agujeros y que realmente no sean transformadores, no hagan crecer la productividad y, por lo tanto, que incrementen más la deuda. El mismo Banco Central Europeo siempre ha dicho, y ahora lo reitera, que tiene funciones limitadas, que tienen que ir acompañadas de la política fiscal adecuada, de las reformas estructurales adecuadas que mejoren la productividad. El problema no se resolverá solo firmando un papel.

¿Las criptomonedas son la próxima burbuja?

— Ya lo son. Se tiene que distinguir entre lo que puede ser una moneda digital, porque también el Banco Central Europeo y el resto sacarán una moneda en este formato -es lo que se llama stablecoins-, que está en una relación de 1 a 1 con el dólar o con el euro, y con las reservas adecuadas; y las criptomonedas como el Bitcoin, que no tienen nada que ver con esto, que de estable no tienen nada. El valor intrínseco de la criptomoneda seguramente es muy bajo, si no es para hacer actividades ilícitas. Solo se aguanta si todo el mundo cree en ello, si dejamos el valor para actividades ilícitas. Pero claro, si ahora todo el mundo se pone a pensar que esto es un depósito de valor, que puede ser bueno por si hay inflación...

¿Y qué tienen que hacer los reguladores?

— Los reguladores no pueden dejar que esto se vaya expandiendo. Por ejemplo, ¿qué pasó en China? Levantó la ceja y dijo que aquello no les gustaba. Y bajaron un 30%. Y después saldrá la Reserva Federal y dirá: “No, esto lo tenemos que controlar”. Tiene tres grandes peligros: la crisis de confianza, la influencia de actitudes regulatorias y el riesgo tecnológico. Al final es un método de encriptación para dar fe de transacciones. Es como un libro contable pero digital, y claro, si alguien consiguiera hacer una innovación tecnológica que lo desencriptara, podría perder todo el valor.

¿Teme que suba la inflación, o un poco de inflación es positiva?

— El consenso de los economistas es que un poco de inflación es buena y mucha es mala. Dicho esto, no sé si los economistas acabamos de entender la inflación. El Banco Central Europeo continuamente hacía unas previsiones de inflación que no acertaba nunca. Lo que los bancos centrales dicen, y yo creo que puede ser así, es que ahora la inflación es un fenómeno puntual de recuperación de la gran caída por la crisis del covid. Pero la inflación tiene mucho que ver con las expectativas, y como los Estados Unidos arrastran al mundo, el enorme plan de crecimiento de Biden puede crear cuellos de botella con la capacidad de compra y de demanda, que no podrá acabar de ser satisfecha. Y puede haber tendencia de los precios a subir y cambiar las expectativas de los agentes económicos. Si hubiera una dinámica de incrementos de salarios importantes se podría revisar la inflación, y si los bancos centrales tienen que subir los tipos de interés de manera rápida, generan una recesión.

¿Decisiones rápidas y efectivas?

— Bien, quizás sería necesario desde el punto de vista político por... Yo creo que tiene racionalidad política desde el punto de vista demócrata, y tenía la capacidad de hacerlo. La gran diferencia con los estados europeos es que los Estados Unidos tienen el dólar, y el dólar es la moneda de referencia mundial, un exorbitant privilege, y por lo tanto se pueden permitir déficits enormes. Y dicen: ya lo veremos. No hay ningún país europeo, quizás solo Alemania, que se lo pueda permitir, pero no quiere. Y España tiene una posición fiscal muy débil, y siempre está pensando: ay, ay, ay. Por ejemplo, durante la crisis por el covid seguramente ha gastado poco, ha dado demasiado pocas ayudas directas. Habría podido pedir prestado más dinero a Europa y al Mecanismo Europeo de Estabilidad. Habría ayudado más tejido productivo a superar la crisis, con más coste. Pero no se ha atrevido.

¿Se ha sido poco valiente?

— Sí, se ha sido poco valiente. Por la debilidad fiscal, para no quedar expuestos a una intervención política de Europa.

Por lo tanto, ¿se tendría que ir hacia más cooperación europea o a protegerse?

— Integración quiere decir cesión de soberanía. Además, Europa se equivocó con el Reino Unido, porque lo que hacía falta era integrar mucho el área euro, pero después dejar a los que no querían y hacer dos áreas. Una que fuera una anilla de libre mercado, y otra de democracia liberal, en fin, de todos los principios. Pero entonces integrar más el núcleo, porque si tú tienes una moneda única, tienes que integrar más fiscalmente. Si no, acabarás tropezando y tapando agujeros. ¿Pero se hará? Ya lo veremos.

Pero mientras tanto, esto tiene un coste.

— Tardar en la integración Europea tiene un coste muy alto. Europa pierde relevancia en el contexto mundial. Tiene costes geopolíticos enormes. No tiene una política de defensa clara y tenemos a Rusia al lado. No hay una política energética, es decir, no hay grandes políticas.

¿Qué opinión le merece el nuevo Govern?

— Como mínimo parece un intento de incorporar perfiles más técnicos con una situación que era sobre todo de mucha crispación política. La crispación está, todavía, pero al incorporar estos perfiles más técnicos hay una cierta esperanza de que será un Govern que se enfocará en intentar resolver más la cantidad de problemas que tenemos, que tenemos muchos. A mí lo que me gustaría es que intentara también empujar las reformas que se necesitan en España, que pidiera a España que hiciera las reformas que no se pueden hacer desde la Generalitat en todos los ámbitos.

¿El Prat se tiene que ampliar?

— Se tiene que ampliar de una forma o de otra. Con el proyecto previsto o uno negociado. Es inapelable que Barcelona lo necesita, y se tienen que tomar decisiones. No podemos vivir en la moratoria permanente, ya sea del aeropuerto, el Hermitage o la ampliación del Clínic. Falta coraje para sacar adelante proyectos que son necesarios y que se paran por intereses que son legítimos pero parciales.

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