Laboral

Es la hora de trabajar un día menos: "Mucha innovación viene de tener tiempo libre"

El economista Pedro Gomes defiende que la semana laboral de cuatro días impulsaría la economía con mayor demanda de ocio

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El economista Pedro Gomes con su nuevo libro.

BarcelonaEn medio del apocalipsis financiero, justo después de la Gran Recesión, el economista británico John Maynard Keynes enumeraba en un ensayo cuáles serían las posibilidades económicas de los nietos de su generación. Imaginando cómo sería el mundo en el 2030, el académico auguraba que los avances tecnológicos habrían impulsado la productividad hasta el punto de que entonces las personas sólo trabajarían quince horas a la semana. "Tres horas al día serán suficientes para satisfacer al viejo Adán [en referencia al primer hombre según el Génesis] que la mayoría de nosotros llevamos dentro", argumentaba. Keynes no se equivocó en la primera parte de la teoría, pero sí erró en la segunda. Pese a que la hipótesis del crecimiento económico y las mejoras industriales se ha cumplido, la reducción del tiempo de trabajo no ha evolucionado al mismo ritmo y el mundo continúa –por ahora– estancado en la semana laboral de cinco días, que se avecina las 40 horas de trabajo.

El catedrático de Economía de la universidad londinense Birbeck College Pedro Gomes es quien recogió esta propuesta de Keynes en su libro ¡Por fin se judías! Por qué la semana laboral de cuatro días impulsará la economía y mejorará nuestra vida (editado por RBA), un tratado en el que defiende por qué los detractores de esta idea se equivocan como lo hicieron quienes se oponían a cambiar la semana laboral de seis días por la de cinco a principios del siglo pasado. "Podemos aprender de la historia", incide en una entrevista con el ARA.

En 1926, el magnate Henry Ford decidió que los trabajadores de sus fábricas trabajarían un día menos. El argumento para hacerlo era claramente ir a favor del capitalismo: si los obreros estaban en los talleres de sol a sol, ¿quién compraría y gozaría de sus coches? Dar más tiempo libre a los empleados repercutiría en un incremento del consumo y, por tanto, de sus beneficios. "Más tarde vino la legislación y luego nadie quiso volver a lo que había antes. Todos estaban contentos. El mejor período de la economía estadounidense vino después de reducir la jornada de trabajo", reivindica el economista portugués.

Gomes enumera las ocho razones por las que considera que la semana de cuatro días es un planteamiento necesario y factible, y lo hace con argumentos que extrae de cuatro economistas tan distanciados ideológicamente como Keynes, Schumpeter, Marx y Hayek. El primer motivo es "porque es posible", pero el experto también asegura que este cambio impulsará la economía, hará crecer la productividad, incrementará la innovación, reducirá el paro generado por la nueva revolución tecnológica, aumentará los salarios, reducirá la desigualdad, dará a la gente mayor libertad para decidir qué hacer con su tiempo y reconciliará una sociedad polarizada. "[Los críticos con la semana de cuatro días] tienen una visión muy sencilla en la que cuando trabajas contribuyes a la economía y cuando estás disfrutando de tiempo para ti no lo haces. Pero todo lo que hacemos en nuestro tiempo libre tiene un impacto económico", remarca Gomes. Además, añade que en un momento en el que proliferan "las enfermedades del trabajo del siglo XXI", en forma de estrés y ansiedad, los trabajadores más descansados ​​serán más productivos el resto de días y se minimizará un fenómeno que también cuesta dinero a las empresas.

El autor cree que la aplicación de la semana de cuatro días –los primeros ejemplos los hemos visto en las pruebas piloto de algunas compañías y administraciones– se vehiculará a través de los gobiernos estatales (o supraestatales, como la Unión Europea), pero que se realizará a la fuerza a dos velocidades. "Será diferente para cada sector, pero en este medio camino lo importante será el diálogo social y llegar a acuerdos entre los sindicatos y las patronales", dice Gomes. Asimismo, admite que una reducción de la jornada laboral como ésta no llegará a todo el planeta, sencillamente porque hay lugares donde ni siquiera se cumplen las 40 horas semanales, pero confía en que un cambio de esa magnitud haría que el exceso de horas trabajadas mejorara en todas partes. "La conversación está por todas partes. Es el momento de que un país salga adelante [con la semana de cuatro días] y que las cosas salgan bien", afirma el experto.

Más innovación y menos paro tecnológico

La tesis de Gomes es que el impulso de la semana de cuatro días a la economía llegará por la mayor demanda que habrá en las industrias del ocio. "Hay una parte de la población que gana mucho y que está ahorrando demasiado; no consumen mucho porque no tienen tiempo suficiente", esgrime el autor. En cambio, defiende que las personas con menos recursos conseguirán mayores oportunidades de empleo en estas actividades y que la falta de trabajadores hará subir los salarios. "La restauración es uno de los sectores en los que los beneficios serán más elevados", afirma el académico, que está asesorando al gobierno portugués con la prueba piloto en la que han participado 41 compañías con unos 1.000 trabajadores en total. Del estudio preliminar, Gomes y la profesora de gestión estratégica de recursos humanos Rita Fontinha extrajeron, entre otras conclusiones, que los niveles de ansiedad de los participantes caían un 20%, que la fatiga se reducía un 23% y que los problemas de insomnio descendían un 19%.

Para Gomes, la necesidad de descansar un día más a la semana también radica en otra de las palabras preferidas de las corporaciones: la innovación. "Mucha innovación viene del tiempo libre que las personas dedican a su pasión. Ésta puede ser la de un escritor, la de un músico o también la de un inventor que trabaja en su propio proyecto después del horario laboral ", apunta el académico. Pone el ejemplo del director de cine manchego Pedro Almodóvar, que conservó durante 12 años un trabajo en Telefónica mientras se adentraba en la Movida Madrileña y escribía sus primeros guiones. En un período de cambios tecnológicos tan rápidos, el economista considera que la semana de cuatro días permitirá que muchos trabajadores ocupados en actividades en riesgo de extinción tengan la posibilidad de formarse para reciclarse en profesiones con mayor demanda y que les empleados se jubilen con mayor dignidad: "Estamos viviendo más tiempo, y por eso algunos gobiernos tienden a aumentar la edad de jubilación, pero trabajando cinco días a la semana, a ese ritmo, añadir un año más se convierte en una pesadilla . Si fueran cuatro días desde el inicio de la vida laboral quizás más personas quisieran alargarla más tiempo".

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