Cuerpo y Mente

La mejor forma de desenfadarse según los científicos

Un estudio concluye que escribir los pensamientos negativos, desgarrar y tirar lo que hemos escrito reduce mucho el sentimiento de enfado

Cuerpo y Mente
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BarcelonaTodos nos hemos oído alguna vez: un veneno se te sube por las entrañas, se te acelera el pulso, se te tensa la mandíbula y parece que tengas que explotar como una olla de presión. Desde tiempos inmemoriales, los humanos nos hemos afanado en encontrar maneras –más o menos acertadas– de canalizar la rabia: contar hasta diez antes de hablar, dar puñetazos a una almohada, lanzar un grito al viento (o al desafortunado que tenemos delante)... Pero, según uno estudio publicado recientemente en la revista Nature, la solución podría encontrarse en una práctica tan sencilla como milenaria: escribir el pensamiento que nos ha enfadado en un pedazo de papel, romperlo y tirarlo.

"Esperábamos que nuestro método suprimiría la ira hasta cierto punto –asegura el psicólogo japonés y coautor del estudio, Nobuyuki Kawai–, pero nos sorprendió descubrir que el enfado se eliminaba casi por completo". La investigación, firmada por Yuta Kanaya y Nobuyuki Kawai, se basa en las investigaciones que vinculan la palabra escrita con la reducción de la ira, pero también en cómo la interacción con un objeto físico puede ayudarnos a controlar el estado de ánimo.

"Este sistema está bien porque muchas personas expresan estas emociones en el momento inadecuado, en el lugar inadecuado y con la intensidad inadecuada", asegura al ARA la psicóloga Assumpció Salat. "Los resultados ratifican lo que se dice de muchas corrientes psicológicas: cuando acumulamos o generamos emociones negativas o menos armónicas, lo importante es que no las reprimimos".

La observación se basa en una tradición japonesa llamada hakidashisara, originaria del santuario de Hiyoshi, en la ciudad de Kiyosu. Durante esta celebración la gente rompe pequeños discos que representan cosas que les enojan. Pero no hace falta ir tan lejos para encontrar rituales en los que se desplaza la frustración o la rabia hacia un objeto de forma simbólica para destruirlo después. Según Salat, "todas las culturas tienen rituales para sanar emociones, culpas e incluso traumas de niñez". Quemar cartas de una ex pareja o deshacernos de las pertenencias de una persona querida después de su muerte serían ejemplos de lo que algunos psicólogos llaman "contagio mágico atrasado". La forma en que interactuamos con estos objetos tiene un impacto en nuestro estado de ánimo, e incluso en la relación que establecemos con este vínculo afectivo. En este caso, deshacernos del pedazo de papel en el que hemos proyectado nuestra ira, podría hacer que desaparezca también la emoción original.

Útil para el día a día

El experimento funcionó de la siguiente manera: los investigadores pidieron a un grupo de cincuenta estudiantes que escribiera su opinión sobre una problemática social relevante, como si fumar en los espacios públicos debería estar permitido. A continuación, unos falsos evaluadores valoraron sus redacciones con una severidad deliberada, incluyendo comentarios desagradables, como por ejemplo: “No puedo creer que una persona educada pueda pensar así. Espero que aprenda algo en la universidad”.

A continuación, pidieron a los estudiantes que se sentían heridos por las críticas que trasladaran sus pensamientos negativos en un papel. Un primer grupo lo guardó, mientras que al segundo se les propuso desgarrarlo y tirarlo. La ira de los individuos que desgarraron el papel o que lo tiraron a la papelera volvió a los niveles anteriores al experimento, mientras los que se les quedaron sólo redujeron la sensación de enfado ligeramente. De ahí concluyeron que la eliminación simbólica “juega un rol fundamental” al reducir la ira. Para los autores, este pequeño descubrimiento podría ser útil para el día a día: “Esta técnica podría aplicarse al momento, tomando nota del origen de la ira y después arrojándolo [el papel]”.

Un sentimiento natural

De todas formas, Salat defiende que “la rabia es una emoción muy natural, humana y nunca debemos rechazarla”. Este sentimiento, que "sale del cerebro más primitivo", puede tener una utilidad: nos permite defendernos cuando estamos en peligro, sobreponernos en situaciones difíciles y nos hace establecer límites. El problema es cuando esta sensación se mantiene a largo plazo, porque puede acabar siendo destructiva, tanto hacia otros como hacia nosotros mismos. De hecho, varios estudios aseguran que un estado de rabia exacerbada prolongado puede perturbar nuestra capacidad de tomar decisiones, agravar los problemas cardiovasculares o digestivos preexistentes e incluso acabar provocando trastornos de ansiedad o depresión.

Por eso "lo más saludable es poderlas expresar, sacar o limpiar", dice Salat. En este sentido, otro de los aciertos que plantea la técnica del pedazo de papel es el de verbalizar lo que nos enoja, ya que poner palabras implica dar "un paso hacia el reconocimiento y la racionalización" de la emoción. Para Salat, éste puede ser el inicio de un proceso de conocimiento personal –preferiblemente con orientación psicológica– durante el cual podemos aprender a minimizar o incluso eliminar estas emociones.

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