Padres privilegiados, hijos precarizados: crónica de un relevo generacional

Analizamos los cambios sociales y económicos desde los ‘boomers’, hijos del progreso, hasta los de la generación Z, marcados por las crisis y la precariedad

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Il·lustració de la bretxa generacional entre 'Boomers' i zetes

Barcelona“Las diferencias entre generaciones y los conflictos entre ellas han existido desde siempre. Ya en la Antigua Mesopotamia encontramos registros de estos enfrentamientos entre los más jóvenes y los más mayores”. Lo explica Carles Feixa, catedrático de antropología social de la Universitat Pompeu Fabra, que destaca que Aristóteles también hablaba de estos conflictos en alguna de sus obras. “En todas las sociedades ha habido esta brecha, es normal”, dice, pero hoy en día estamos viviendo un conflicto peculiar entre dos generaciones que tienen contextos históricos, sociales y económicos muy diversos, casi antagónicos. Por un lado, están los baby boomers –o sencillamente boomers– que en todo el mundo son la generación que nació las dos décadas después de la Segunda Guerra Mundial –en Catalunya y España se alarga algo más hasta los nacidos a principios de los 70–; y por el otro está la llamada generación Z, la de los nacidos a finales de los 90 y hasta la actualidad.

“Los boomers son una generación privilegiada: llegaron en la Transición y ocuparon el poder económico, político, académico... Vivieron en pleno desarrollo del estado del bienestar y esto protegió su camino hacia la vida. En cambio, los de la generación Z tienen un contexto social opuesto: sin futuro, con mucha precariedad y la conciencia que vivirán peor que sus padres”, resume Feixa. 

Una época de expansión

Ferran Giménez, profesor de los estudios de psicología y ciencias de la educación en la UOC, entra algo más en la descripción de estas dos generaciones. “La generación boomer vivió toda la expansión de políticas de los estados del bienestar, a pesar de que el caso español es un poco particular y va con retraso respecto al resto, pero en los EE.UU. y gran parte de Europa viven una expansión económica y son las primeras generaciones que tienen acceso a la educación superior gratuita, a sistemas de salud más amplios, a una estabilidad laboral y unas condiciones que van mejorando a lo largo de su vida”. En definitiva, es una generación que encara la vida con un horizonte de progreso. En cambio, según Giménez, la generación Z “se encuentra un panorama totalmente precario: el acceso a los servicios públicos tradicionales –como educación y salud– es más difícil y ha habido privatizaciones de servicios básicos; por lo tanto, el paradigma es otro”. Según este experto, “hoy la gente joven lo tiene muy difícil para gestionar un proyecto de vida porque hay una incertidumbre constante, una gran inestabilidad laboral y vital y esto lleva, a menudo, a una crisis de expectativas vitales”.

A pesar de que los conflictos generacionales siempre han existido, la situación actual entre boomers y zoomers es particular porque “estas grandes diferencias de oportunidades vitales se dan entre dos generaciones que están separadas por un lapso de tiempo relativamente corto”, resume Giménez. Carles Feixa apunta como característica diferencial respecto a otros conflictos anteriores que los jóvenes actuales “no tienen salida, no hay camino para construir su vida". "Ni tan solo los jóvenes con más capital económico y cultural tienen caminos para emanciparse”, dice, y alerta que esto hace que “la frustración aumente”. 

Prosperar era posible

Analizamos algunas cuestiones concretas para ver las diferencias de perspectivas entre las dos generaciones: por ejemplo, uno de los grandes temas que diferencian la realidad actual de los más jóvenes de la que tuvieron los más mayores es la vivienda. La generación boomer nunca vio el acceso a la vivienda como un problema. Fueron una generación que estudió, encontró su primer trabajo y empezaron a prosperar y, por lo tanto, a ahorrar, y pronto pudieron comprar un piso en precios mucho más razonables que los de ahora. La generación Z, en cambio, “ven la vivienda como un problema, como una barrera para emanciparse, puesto que para ellos es casi imposible poder acceder a un piso de propiedad”, destaca Ferran Giménez, que explica que el acceso a una vivienda es muy relevante porque va ligado a otras expectativas vitales que se ven truncadas. Así, si los jóvenes no pueden acceder a un piso, hay un retraso muy grande en la edad de emancipación o en la edad de tener su primer hijo. Y esto tiene un impacto demográfico importante. 

Este experto y profesor de la UOC también explica que los boomers fueron la primera generación que vivieron el estallido del modelo de sociedad capitalista. “Fueron los que fueron de vacaciones por primera vez, los que habían ahorrado para comprar el primer coche, el piso... Entraron en la modernidad de pleno y fueron progresando a lo largo de la vida”, resume. Los zoomers en cambio están viviendo el proceso a la inversa: "Muchos han visto cómo sus familias ya no pueden irse de vacaciones porque sufrieron mucho la crisis de 2008. Han visto cómo padres y madres perdían el trabajo, y ellos no podían encontrar, y esto dificulta sus posibilidades de vida". 

Estudiar quiere decir tener trabajo

Otro ejemplo del cambio de paradigma es que para los boomers el acceso a la educación superior era garantía de trabajo. Y esta seguridad marcó su vida, el acceso a los estudios y a los primeros trabajos. “Para un miembro de la generación Z la educación superior no es garantía de nada”, dice Giménez, que recuerda que “hoy en día tenemos gente supercualificada trabajando de riders de Glovo” y denuncia esta “deriva tan bestia que ha llevado a una degradación de las titulaciones académicas acompañada de la precarización del trabajo”. 

Otra gran diferencia es el contexto ideológico que han tenido las dos generaciones. Los boomers nacen después de la Segunda Guerra Mundial y hay un contexto de moderación en Europa, de reconstrucción, de valorar los estados positivamente y de aumento del bienestar. “Todo esto va connectado con la moderación política”, dice Giménez. Pero con el paso de las décadas las ideas se empiezan a polarizar y con la llegada del neoliberalismo aumentan las desigualdades sociales y entonces empieza una fuerte polarización ideológica que es la que viven los jóvenes de la generación Z.

“Una de las características políticas más definitorios de los jóvenes actuales es su despolitización –dice Giménez–, porque han visto que las promesas de los políticos no se cumplen”. En la misma línea apunta Carles Feixa, que destaca que “en el caso español la juventud ha visto cómo los dos nuevos partidos que han nacido recientemente –Ciudadanos y Podemos–, que querían atraer a los jóvenes, al final no han hecho políticas para la juventud”. Esto ha provocado un gran desengaño que puede llevar los jóvenes hacia los extremos, alerta Feixa. “La extrema derecha tiene un voto juvenil importante, pero el desengaño también puede llevar a la abstención o hacia nuevos movimientos neoanarquistas o neocomunistas, como por ejemplo todo el movimiento que se vio durante las protestas por Pablo Hasél”, dice. Será necesario ver, con el tiempo, hacia dónde lleva este descontento político. Mientras tanto, la generación Z tendrá que continuar lidiando con la precariedad mientras los boomers ven cómo los más jóvenes no pueden llegar nunca a su nivel de vida.

El porqué de estas etiquetas

Según explica Ferran Giménez, de la UOC, “los ingleses son los más proclives a etiquetar las generaciones”. Y de ahí nace esta tendencia a poner nombres a determinados grupos generacionales en función de sus años de nacimiento, pero también de las vivencias que comparten y les marcan. 

Para Carles Feixa, de la UPF, el concepto de generación va muy ligado a la idea de una juventud que comparte valores y referentes y esto, dice, empezó a pasar de manera destacada con la generación que vivió la Primera Guerra Mundial. “En aquel conflicto murió mucha gente joven y los que volvieron a la vida civil asumieron una conciencia generacional muy marcada, estaban muy unidos por el trauma de la guerra, y esto se tradujo en las teorías de las generaciones que autores como Karl Mannheim y Ortega y Gasset recogieron”, dice. Según explica Feixa, “las generaciones sirven sobre todo para situarse en la historia”, y añade que en los últimos años también han estado “muy marcadas por las protestas, las reivindicaciones y las demandas de cambios sociales y económicos, sobre todo a partir de la década de los 60 y hasta la actualidad”. 

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