Amnistía Internacional retrata el "infierno distópico" que viven los uigures en manos de China

La organización documenta las "torturas sistemáticas" y otros "crímenes contra la humanidad" que sufre la minoría musulmana

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Dones uigures  con sus hijos a Kashgar, en la región china de Xinjiang, donde la mayoría de la población pertenece a esta minoría étnica musulmana.

Barcelona“Nos levantamos a las cinco de la mañana y tenemos que hacer la cama, tiene que quedar perfecta. Entonces se hace la ceremonia de izar la bandera y la jura. Después vas a la cantina a desayunar y hacia clase. Después a comer y otra vez a clase. Después a cenar. Y otra clase. Entonces a la cama. Cada noche dos personas tienen que estar de guardia durante dos horas [vigilando al resto de compañeros]. No hay un minuto para ti. Es agotador". Lo explica una mujer uigur internada en uno de los campos de "reeducación", como define el gobierno chino estos centros de internamiento para la minoría musulmana de los uigures. De hecho, en todos los trayectos que la mujer describe hacia clase o hacia la cantina van escoltados por guardias armados, que les aplican castigos físicos si desobedecen o si hablan en su idioma en lugar de hacerlo en chino mandarín. Esta mujer que lo relata fue detenida y trasladada al campo de internamiento porque encontraron que se había descargado la aplicación de WhatsApp en el móvil.

Es uno de los 50 testigos a los que ha entrevistado Amnistía Internacional para su informe Like we were enemies in a war’: China’s mass internment, torture and persecution of muslims in Xianjing, en el que describe en 160 páginas la política china hacia los uigures, los kazajos y otras minorías musulmanas concentradas en el estado de Sinkiang, al oeste del país. Centenares de miles de uigures –algunas investigaciones dicen que son un millón– son enviados a estos campos de internamiento, donde estas clases sirven para ”adoctrinarlos para que abandonen el islam, dejen de utilizar su lengua y sus prácticas culturales y estudien el chino mandarín y la propaganda del Partido Comunista Chino", dice el informe. Millones de musulmanes más, fuera de los campos, son sometidos a una "vigilancia masiva sistematizada" para controlar su comportamiento.

"Las autoridades chinas han creado un paisaje infernal distópico a una escala impresionante en la región autónoma uigur de Sinkiang", dice Agnes Callamard, secretaria general de Amnistía Internacional. El informe habla de "tortura sistemática y otros maltratos en los campos, donde cada aspecto de la vida diaria está reglamentado en un esfuerzo para imponer una nación homogénea china, secular y basada en los ideales del Partido Comunista".

Amnistía califica el trato a los uigures por parte de China como "crímenes contra la humanidad" y confirma así lo que ya apuntan desde hace tiempo informes de otras organizaciones humanitarias y varias investigaciones periodísticas. Unas investigaciones que documentan también la separación forzosa de medio millón de niños uigures de sus familias para ser enviados a internados chinos.

Según el nuevo informe de Amnistía Internacional, los uigures adultos son detenidos y enviados a los campos de internamiento, donde son torturados y adoctrinados, sin ningún procedimiento judicial y, de hecho, en la mayoría de casos "por comportamientos que son totalmente legales, como poseer una imagen religiosa o comunicarse con alguien del exterior del país", dice Amnistía. Entre los mecanismos de tortura utilizados en los campos, que sufrieron todos y cada uno de los entrevistados por Amnistía, se cuentan "palizas, descargas eléctricas, confinamiento solitario, privación de comida, de agua o de sueño, exposición al frío extremo y uso abusivo de métodos restrictivos, incluidas herramientas de tortura como las sillas tigre", que son unas sillas de acero con hierros y manillas fijadas que colocan el cuerpo en posiciones dolorosas.

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