Alemania - Estados Unidos

Biden extiende la alfombra roja de la Casa Blanca para despedir a Merkel

Alemania y EE.UU. subrayan su alianza a pesar de las diferencias sobre Rusia y China

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La cancillera alemana, Angela Merkel, y el presidente de los Estados Unidos, Joe Biden, reunidos este jueves en el Despacho Oval de la Casa Blanca

WashingtonLos presidentes de Estados Unidos pasan pero Angela Merkel permanece. Al menos hasta dentro de unos meses, cuando la canciller alemana cederá el testigo de su cargo. Cuatro inquilinos ha tenido al Casa Blanca durante su mandato: George W. Bush, Barack Obama, Donald Trump y Joe Biden. El último la recibió anoche en Washington con categoría de “amiga personal” para despedirla con honores y seguir recuperando la confianza de los socios europeos tras cuatro años de serias desavenencias con Trump. También para tratar de empujarla en el último minuto hacia su posición frente a los dos países que son hoy su gran obsesión: Rusia y China.

La Casa Blanca de Joe Biden buscaba con el cara a cara un improbable cambio de rumbo de Berlín frente a Moscú y Pekín, un compromiso que fuera más allá de la retórica compartida sobre la necesidad de respetar los derechos humanos y la ley internacional. China es la gran fijación de Biden, mientras para Angela Merkel es, a día de hoy, su principal socio comercial. Pragmatismo germano que la canciller aplica igualmente a su relación con Rusia, de donde procederá el gas que llegará a Alemania a través del gasoducto Nord Stream 2, que se encuentra en la última fase de construcción y contra cuyos posibles riesgos geopolíticos ha advertido Estados Unidos desde hace años.

Según Washington, el gasoducto podría poner a Moscú en una posición de fuerza frente a Europa y, a su vez, perjudicar a Ucrania, con la que el Kremlin mantiene abierto un conflicto en el este del país y en la península de Crimea, ocupada hace siete años por el ejército ruso. El temor de la Casa Blanca y del Gobierno de Kiev es que Moscú pueda inhabilitar el gasoducto que transporta gas a Europa a través de Ucrania, que genera a la ex-república soviética unos ingresos de alrededor de 1.000 millones de dólares anuales. En una reunión el pasado lunes con el presidente ucraniano, Volodimir Zelenski, Merkel se comprometió a que Europa hará lo posible por evitar ese escenario. Ante el riesgo de perjudicar la relación con Berlín, Joe Biden eliminó en mayo las sanciones impuestas a los responsables rusos del proyecto.

Doctorado honorífico

La de ayer fue para Merkel una jornada agridulce. Las graves inundaciones en Alemania le obligaron a abrir un hueco en la agenda para realizar una declaración en la que lamentó las pérdidas humanas en su país. Lo hizo después de compartir desayuno de trabajo con la vicepresidenta Kamala Harris y antes de recibir un doctorado honorífico de la Johns Hopkins, el tercero que le entrega una universidad estadounidense tras los de Harvard y Stanford. Además, en 2011 Obama le concedió la Medalla de la Libertad.

Durante la ceremonia, Merkel reconoció el “excelente trabajo” de esta universidad con sede en Baltimore y referencia mundial en la gestión de los datos de una pandemia que, en opinión de la alemana, nos ha demostrado que “debemos estar preparados para lo inesperado”. A su llegada al acto, un pequeño grupo de manifestantes la recibió con gritos de “libera la vacuna”. Y es que, al contrario que en el caso de Joe Biden, la canciller se ha opuesto a liberar la patente de las vacunas contra el covid-19. Más allá del gesto, la propia Casa Blanca ha reconocido que solo con las patentes no es suficiente para acelerar la vacunación mundial.

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