Reino Unido

Boris Johnson considera el regreso a Downing Street en medio de tres nuevos escándalos 'tories'

El presidente de la BBC habría ayudado a que el 'expremier' obtuviera un crédito de 800.000 libras semanas antes de ser nombrado

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Boris Johnson y Volodímir Zelenski, este domingo durante su visita a Kíiv.

LondresDesde el mismo día que, en el julio pasado, fue forzado a dimitir por su propio partido, la posibilidad de que Boris Johnson volviera a intentar un nuevo asalto al número 10 de Downing Street ha sido una posibilidad abierta. A mediados de octubre, a raíz de la caída de Liz Truss, casi se hace realidad. Pero su polémica figura no pudo superar a Rishi Sunak, visto como el hombre de la estabilidad después de tanto caos y escándalos. La victoria en las segundas primarias del año de quien había sido su ministro de Economía parecía que cerraba las puertas de su regreso a Downing Street, al menos hasta después de las elecciones de 2024. Pero Sunak no ha sido el revulsivo que esperaban los conservadores.

A los nervios por unas encuestas cada vez menos favorables –entre 20 y 25 puntos de ventaja tienen los laboristas– los han seguido las renovadas insinuaciones del regreso triunfal de BoJo, visto, al menos por los corifeos habituales, como el único capaz de salvar a los tories del más que previsible desastre electoral. Johnson tiene todavía pendiente una investigación sobre si mintió o no en el Parlamento, pero el veredicto no llegará antes del verano, cuando las elecciones municipales de mayo ya habrán confirmado, si las encuestas no se equivocan estrepitosamente, la caída en picado de los conservadores bajo el liderazgo de Sunak.

Así, Paul Goodman, editor de Conservative Home, la web de referencia del partido, ha escrito hace unos días en The Times que la campaña para reinstaurar a Johnson ha empezado, mientras que Stephen Greenhalgh, uno de sus aliados desde hace más tiempo, afirmó a la BBC la semana pasada que había "una gran probabilidad" de que Johnson vuelva como primer ministro en 2023.

Puesto que lo que realmente le gusta a Boris Johnson es llamar la atención y atraer a los focos, porque le recuerda lo importante que es, este fin de semana ha viajado a Kiev, a verse con Zelenski. Y la semana pasada, en Davos, recibió del alcalde de la capital ucraniana el título de hijo predilecto.

Cinco millones de multa

En paralelo a sus movimientos bajo los focos, el Partido Conservador se ha visto salpicado por tres escándalos en las últimas 96 horas. De más pequeño a más grande son: la multa que ha recibido el mismo primer ministro Sunak la semana pasada por grabar un vídeo para Twitter desde el coche sin tener abrochado el cinturón de seguridad. Es la segunda vez que lo sancionan, ya que fue multado como ministro de Economía de Johnson, por asistir a una de las famosas fiestas del Partygate.

El segundo escándalo implica al mismo Johnson. The Times publicó el sábado que el presidente de la BBC, Richard Sharp, lo ayudó a concertar la garantía de un préstamo de hasta 800.000 libras entre noviembre y diciembre del 2020. Semanas después, Johnson lo recomendaba para el cargo. Este lunes tanto Sharp como Johnson han desmentido los hechos. Pero a la negativa lo ha seguido el anuncio, horas después, de la revisión del proceso de elección de Sharp por parte de un alto funcionario de la administración, William Shawcross, responsable de garantizar la legitimidad de los procesos de contratación de cargos de organismos públicos.

El tercer escándalo que sacude a los tories es el más serio. Después de mucha presión mediática, y días de todo tipo de rumores, Sunak ordenó este lunes una investigación interna al asesor independiente de estándares éticos sobre si el presidente del partido, Nadhim Zahawi, que forma parte del gobierno y que había sido ministro de Economía, intentó esconder al tesoro público las ganancias obtenidas por la venta de la compañía de demoscopia YouGov, ocultando el dinero en una cuenta de Gibraltar, a nombre de su padre.

Mientras era ministro de Economía, primero en el último gobierno de Johnson (julio-septiembre del año pasado) y después en el breve gobierno de Liz Truss (septiembre-octubre del 2022), Zahawi pactó una liquidación para esta operación que incluía una multa, castigo por no declararlo dentro del plazo legal. Ha pagado casi cinco millones de libras. La investigación ordenada por Sunak tiene que decidir si rompió o no el código ministerial. La oposición pide la dimisión, pero de momento Sunak le ha dado tiempo.

Es justo lo que necesita de momento el primer ministro para que se templen los ánimos en un invierno marcado por la conflictividad laboral. Mientras tanto, Johnson y, sobre todo, sus aliados, operan entre bambalinas. El regreso es improbable y a la vez probable porque el expremier se deja codiciar. Ahora en Davos, ahora en Kiev, ahora en los titulares aunque por razones polémicas, es su manera de decir que está disponible. Si las elecciones municipales de mayo confirman los peores pronósticos para los conservadores, el recurso del gran salvador tomará un impulso quizás definitivo.

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