¿Del lado de Borrell o del de Von der Leyen? Gaza divide a la UE

El bloque comunitario mantiene las discrepancias sobre el conflicto un año después y no logra contribuir a una potencial solución

Borrell, Michel y Von der Leyen en una imagen de archivo.
06/10/2024
4 min

BruselasLa invasión rusa de Ucrania provocó una reacción inmediata y conjunta difícil de ver en la Unión Europea, pero la guerra de Gaza logró exactamente el efecto contrario. Hace un año del ataque de Hamás y, desde entonces, los líderes europeos y los estados miembros se echan los platos por la cabeza sobre este conflicto y siguen enrocados en posiciones diametralmente opuestas. La división entre, por ejemplo, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der Leyen, y el jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell, o la de estados miembros como Alemania, Chequia o Austria y la de España, Bélgica o Irlanda sigue siendo absoluta 365 días después del 7 de octubre de 2023.

Todo empezó con el polémico viaje de Von der Leyen y la presidenta del Parlamento Europeo, Roberta Metsola, a Israel pocas horas después del ataque de Hamás. Se pusieron inequívocamente del lado del estado judío y, a pesar de que el ejército israelí ya había iniciado la agresiva ofensiva en la franja de Gaza, no recordaron al gobierno de Benjamin Netanyahu que debía cumplir el derecho internacional y humanitario. Esto indignó, y mucho, diferentes estados miembros y otros dirigentes comunitarios.

Los primeros en reaccionar fueron Borrell y, entre otros, el presidente del Consejo Europeo, Charles Michel. Salieron a criticar que Von der Leyen y Metsola hubiesen hablado en boca de toda la UE respecto a Gaza y les recordaron que las relaciones exteriores no son competencia de la presidenta de la Comisión Europea ni de la de la Eurocámara. Tampoco gustó a Estados miembros que tienen un posicionamiento más ambiguo, como Francia.

Borrell y Michel también recordaron en distintas ocasiones a Israel que, pese a tener derecho a defenderse, debía respetar el derecho internacional y humanitario, e incluso concretaron que en algunos ataques ya lo había incumplido. Al cabo de unos días, y tras todas las críticas que había recibido y con las elecciones europeas en el horizonte, Von der Leyen también recordó –con la boca pequeña– que debía cumplirse la normativa humanitaria.

Más allá de las discrepancias entre los dirigentes de la UE, los estados miembros tampoco conseguían alcanzar un consenso de mínimos. Sólo fueron capaces de emitir un comunicado conjunto en el que apostaban por la solución de ambos estados, de Israel y Palestina, algo que ya llevan más de dos décadas acordando. El día que se evidenció más la algarabía de visiones fue en el Consejo Europeo del pasado noviembre.

Por un lado, socios como Alemania o Países Bajos se oponían a pedir un alto el fuego, aunque fuera de forma temporal y por cuestiones humanitarias. Consideraban que, de forma indirecta, se le estaba negando a Israel su derecho a defenderse. "No se puede hablar de alto el fuego", afirmó encerrándose en banda al entonces primer ministro neerlandés y actual secretario general de la OTAN, Mark Rutte.

En cambio, los dirigentes de Irlanda o, entre otros, España mostraron abierta y contundentemente su voluntad de pedir un alto el fuego. Finalmente, se optó por un juego de equilibrio lingüístico que dejara más o menos contento a todo el mundo y se instó a ambas partes a hacer "pausas para necesidades humanitarias".

Netanyahu acerca posiciones a la UE

Lo único que ha conseguido acercar ligeramente posiciones entre los dirigentes comunitarios y los Estados miembros ha sido Netanyahu. Su actitud, a menudo desafiante con las advertencias de la UE, y las constantes ofensivas israelíes contra Gaza lograron limar con el tiempo algunas discrepancias internas del bloque europeo, aunque sea ligeramente. De hecho, 32.000 muertos en Gaza después, la UE acabó pidiendo el pasado marzo un alto el fuego a la vez que Estados Unidos.

En la misma línea, aunque en el inicio de la guerra parecía impensable, la UE acordó sanciones contra colonos violentos de Cisjordania por unanimidad. E, incluso, el bloque comunitario –incluida Von der Leyen– le instó a no llevar a cabo la operación terrestre de Rafah, si bien Netanyahu hizo como si sintiera llover.

En cuanto al conflicto entre Israel y Líbano, los tira y aflojas entre los socios europeos son bastante similares. Mientras unos ponen el acento en pedir a Netanyahu que cumpla el derecho internacional, otros ponen más énfasis en reconocer el derecho del estado judío a defenderse de los ataques. De hecho, la semana pasada se repitió la discusión del inicio de la guerra de Gaza y la UE no pidió un alto el fuego inmediato en Líbano porque al menos un país, Chequia, se negó.

Así pues, un año después del ataque de Hamás, la UE se encuentra embarrada en su división e incapaz de contribuir a solucionar los conflictos de Oriente Próximo. Con la diferencia de que ahora parece haber desistido ya de su capacidad y voluntad de influir en Israel, cuyo primer socio comercial es la UE, y en toda la región. "La guerra de Gaza es la mayor frustración y el mayor ejemplo de que cuando la UE está dividía no es capaz de jugar el rol de actor político que pretende", criticó Borrell en el último Consejo de Exteriores de la UE.

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