Más misiles rusos sobre Kiiv mientras Occidente teme una escalada bélica

Una marea de gente rinde homenaje a las víctimas del ataque durante una jornada de luto nacional en Rusia

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Miles de personas hacen cola bajo la lluvia para rendir homenaje a las víctimas del atentado en las afueras de Moscú.

WashingtonAún bajo el impacto de el atentado del viernes contra una sala de conciertos en Moscú, Rusia no afloja su ofensiva sobre Ucrania, y este lunes ha repetido los ataques con misiles sobre la capital. Según las autoridades locales, un edificio residencial en el centro de Kiiv quedó gravemente dañado por un bombardeo ruso que dejó al menos a siete heridos. Durante la mañana se produjeron varias explosiones en la capital ucraniana y, según la embajadora estadounidense, Rusia utilizó misiles hipersónicos para el ataque de hoy.

Todo ello después de que el presidente ruso, Vladimir Putin, haya vinculado el atentado con Ucrania, a pesar de la reivindicación del Estado Islámico. En Rusia este domingo fue día de luto nacional para recordar a las víctimas y condenar los hechos. Pese a la lluvia, desde primera hora de la mañana una marea de gente trajo flores al lugar del atentado, en un memorial espontáneo que se formó junto al edificio de la sala de conciertos. Hasta ahora las fuerzas de seguridad rusas han detenido a once personas vinculadas con el ataque, cuatro de las cuales participaron personalmente. Más allá de la tragedia y de la preocupación que genera ver la capacidad que tiene el Estado Islámico (EI) para recuperarse, las declaraciones del sábado por la noche hechas por el presidente ruso, Vladímir Putin, se ciernen como una nube oscura sobre Occidente . Especialmente sobre Ucrania. El presidente ruso vinculó a Kiiv con el atentado.

Bomberos trabajando en el centro comercial tragado por las llamas.

Esta mañana del domingo muchos ucranianos tuvieron que buscar refugio en el metro de Kiiv ante la intensidad de los ataques rusos. Sólo en la capital, las fuerzas ucranianas abatieron 18 misiles y 25 drones. Y en la región de Lviv, en el este del país, decenas más que tenían como objetivo infraestructuras. Uno de esos misiles entró en el espacio aéreo de Polonia, que es miembro de la OTAN. En consecuencia, un ataque a su territorio generaría una reacción del resto de países de la Alianza Atlántica. El misil fue dentro del espacio aéreo polaco durante 39 segundos y el país puso en alerta a su fuerza aérea.

El subjefe del Consejo de Seguridad de Rusia, Dmitri Medvedev, escribió en el su canal de Telegram: "Vengaremos a todo el mundo. Y los implicados, independientemente de su país de origen o su estatus, serán a partir de ahora nuestro objetivo legítimo y principal". Y después añadió: "Esperad, desgraciados".

Este tono más beligerante ha puesto en alerta a los dirigentes europeos. El ministro francés de Asuntos Europeos, Jean-Noël Barrot, ha avisado a Moscú de que no debe utilizar el atentado por sus intereses: "Hay que aclarar este acto odioso y bárbaro, y no debe instrumentalizarse ". Cuando a la televisión francesa BFMTV le preguntaron si considera que Putin ya está utilizando la masacre para justificar políticas más agresivas, el ministro francés respondió que llevan semanas y meses viendo "un endurecimiento de la posición de Vladímir Putin". En este sentido, también lo ha aprovechado para recordar la llamada del presidente Emmanuel Macron a implicarse más en el apoyo a Ucrania y ha resaltado la importancia de que Europa siga en la línea del rearme.

Washington ya había avisado

La realidad es que Estados Unidos avisó a Rusia a principios de mes de que había riesgo de un atentado en Moscú, precisamente del EI-K, la rama del Estado Islámico que tiene base en Afganistán. En un comunicado publicado el 7 de marzo en la página de la embajada, se anunciaba que "los extremistas tienen planes inminentes de atacar grandes reuniones en Moscú, incluyendo conciertos" y recomendaba evitar a las multitudes, seguir las actualizaciones de los medios y estar atento al entorno.

La advertencia pública no fue la única que recibió Rusia. Una portavoz del Consejo de Seguridad de la Casa Blanca, Adrienne Watson, confirmó que el gobierno estadounidense también había notificado a las autoridades rusas el riesgo de un atentado. Estados Unidos sigue sin dudar de que la autoría de la masacre es del Estado Islámico. En una entrevista en la cadena ABC, Kamala Harris ha defendido que el EI es el responsable. Aun así, ante la pregunta de: ¿"Tienen Estados Unidos alguna prueba que apoye?", Harris respondió "No", y añadió que "lo que sabemos es que el EI-K es en realidad, por toda la información, responsable de los hechos sucedidos". Harris también ha enfatizado el hecho de que "se trata de un acto de terrorismo" y "todos debemos enviar nuestro pésame a las familias".

Pese a la hostilidad con Rusia desde que estalló la guerra de Ucrania, Estados Unidos continúa con su política del "deber de avisar" cada vez que tiene conocimiento de una posible amenaza de atentado. Ya se vio con Irán, cuando les advirtieron de la posibilidad de un ataque contra el cementerio de Kerman durante el homenaje al general Qasem Soleimani.

Aun así, dada la desconfianza que existe entre las dos potencias, Rusia consideró los avisos diplomáticos de los estadounidenses una provocación. "Todo esto parece un chantaje y un intento de intimidar y desestabilizar a nuestra sociedad", dijo Putin durante su discurso anual a los espías rusos, según recoge The Economist. De hecho, el presidente ruso tampoco hizo referencia a ese aviso durante su comparecencia del sábado.

El atentado contra la sala de conciertos también pone en cuestión la figura de Puitn como garante de la estabilidad y seguridad en el país. Después de que el pasado fin de semana ganara holgadamente unas elecciones a las que en los territorios ocupados de Ucrania se obligaba a votar puerta a puerta, Putin se encuentra ahora en una posición en la que debe explicar qué ha fallado. Internamente, también existe el temor de que la masacre sirva de excusa para justificar políticas de control más duras dentro de las fronteras o para imponer un reclutamiento forzado.

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