¿Qué ha pasado este verano en la guerra de Ucrania?

La población rusa ya nota los efectos de la guerra en su territorio, tras la incursión ucraniana sobre la región de Kursk y los ataques a Bélgorod

Imagen de la destrucción causada por un bombardeo ruso en la madrugada del viernes sobre la ciudad de Járkov.
31/08/2024
6 min

LondresDespués de meses de estancamiento sangriento en el frente oriental (Donbàs), con pequeñas y poco significativas conquistas y pérdidas de terreno por parte de ambos bandos y un número muy difícil de contabilizar de bajas, la guerra de Ucrania ha experimentado este mes de agosto una sacudida hasta ahora inesperada. El día 6, tropas de Kiiv invadieron por primera vez Rusia desde el inicio de la guerra, el 24 de febrero de 2022. En una operación relámpago, Ucrania ha logrado ocupar un centenar de asentamientos rusos a lo largo de 1.294 kilómetros cuadrados de la región de Kursk, incluida la ciudad de Sudja, y habría realizado 594 prisioneros, según el comandante en ninguna de las fuerzas armadas ucranianas, el general Oleksandr Sirski.

En la cuarta semana de ofensiva ucraniana en territorio ruso, el avance parecería haberse ralentizado. Pero informaciones difundidas por blogs militares rusos a través de Telegram apuntan a que "la situación no se puede calificar de estable". Además, esta misma semana el ejército de Volodímir Zelenski habría intentado ocupar otra parte del territorio ruso, en este caso en la región de Bélgorod, también según varios canales rusos. Las informaciones, difícilmente verificables desde Occidente, indican que unos 500 soldados ucranianos habrían atacado dos puntos de control del enemigo, en las localidades de Nekhoteievka y Shebekino, en la citada región de Bélgorod. En todo caso, el viernes, un ataque ucraniano sobre la región dejó cinco muertos y 46 heridos, de los que 37 tuvieron que ser hospitalizados, informaron fuentes oficiales rusas.

La incursió ucraïnesa a Rússia

Territori ocupat per Rússia abans del 24/02/22

Territori controlat per Rússia

Territori de 1.294 km2 que Ucraïna manté sota control

RÚSSIA

Kursk

RÚSSIA

Bélgorod

Sumi

Korenevo

Khàrkiv

Malaia Lokhna

UCRAÏNA

Soldatskoie

Snagost

Kostiantínivka

Liubimovka

DONBÀS

Pokrovsk

Donetsk

Sverdlikovo

Viktorovka

Vuhledar

Sudja

UCRAÏNA

Guievo

Crimea

100 km

10 km

Territori ocupat per Rússia abans del 24/02/22

Territori controlat per Rússia

Territori de 1.294 km2 que Ucraïna

manté sota control

RÚSSIA

Korenevo

Malaia Lokhna

Soldatskoie

Snagost

Liubimovka

Sverdlikovo

Viktorovka

Sudja

UCRAÏNA

Guievo

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Khàrkiv

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Territori ocupat per Rússia

abans del 24/02/22

Territori controlat per Rússia

Territori de 1.294 km2 que Ucraïna

manté sota control

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Kostiantínivka

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Donetsk

UCRAÏNA

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Crimea

100 km

En todo caso, el mundo –y Vladímir Putin en particular– ha visto con asombro el avance sobre Kursk, al que Moscú ha respondido a lo largo de la semana que se cierra con un cuádruple ataque, uno de los cuales en forma de lluvia de drones y misiles –más de 200– sobre quince provincias ucranianas, uno de los más devastadores contra las infraestructuras energéticas del país. Además de los siete fallecidos que causó este bombardeo, el pasado 26 de agosto, cuatro unidades de producción eléctrica de un par de centrales se desconectaron de la red general a consecuencia de los impactos. En el curso de estas operaciones, uno de los F16 que EEUU ha enviado a Ucrania fue destruido mientras abatía a los aparatos no tripulados rusos.

¿Qué perseguía Kiiv?

La invasión de Kursk perseguía un doble objetivo: por un lado, subir la moral ucraniana y demostrar a los socios occidentales que, pese a lo que podría parecer desde hace algunos meses, el destino no está escrito en ninguna parte y el lento, pero progresivo avance ruso sobre las cuatro provincias ucranianas anexionadas ilegalmente por Moscú el otoño de 2022 no sólo no es inevitable, sino que es reversible.

El segundo objetivo de Kiiv era hacer que Moscú desviara tropas del frente de Pokrovsk, ciudad clave del este de Donetsk. El jefe de las fuerzas armadas ucranianas, el general Sirski, que ha pasado varios días en el frente oriental del enclave esta semana, describía el jueves la lucha como "excepcionalmente dura". Y el presidente Zelenski hablaba de "graves dificultades" en la zona. Los enfrentamientos más intensos han tenido lugar en torno a Krasni Yar, a unos 10 kilómetros de la mencionada Pokrovsk.

Una mujer de Járkov, víctima del bombardeo de este pasado viernes, es atendida por otras de las vecinas del barrio.
Efecto de una operación ucraniana sobre la población rusa de Korenevo, en la región de Kurks, según la captura de pantalla de un vídeo del ataque.

Sirski admitió que Rusia estaba vertiendo armamento y hombres sin freno, al precio de dejar desatendida la región invadida. Desde ese punto de vista, la maniobra de Kiiv no habría tenido éxito. O, por lo menos, no habría tenido un impacto militar perceptible en el curso general de la guerra. De hecho, podría tener, incluso, uno negativo, porque los 30.000 hombres que Kiiv mantiene en Kursk no se ocupan de la defensa de Pokrovsk.

¿Por qué Rusia quiere controlar esta ciudad relativamente pequeña? Antes del inicio de la guerra contaba con 60.000 habitantes. Ahora, probablemente, aunque las cifras no son exactas, no tendrá más de la mitad porque Kiiv ha ordenado la evacuación de los civiles. Los rusos la ven como clave para controlar la región del Donbás (Donetsk y Lugansk). Si conquistan Pokrovsk, cortarían las carreteras que la unen con el sur, con Vuhledar, y con el norte con Kostiantínivka. Este mismo sábado, una incursión rusa en Chasiv Yar, junto a Kostiantínivka, ha dejado cinco muertos.

Y si lo hicieran, de acuerdo con la interpretación del think tank norteamericano Instituto for the Study of War y del ministerio de Defensa británico, alterarían por completo las posiciones de primera línea de los ucranianos. En ese caso, las tropas de Kiiv se verían obligadas a retirarse aún más hacia el oeste y los rusos tendrían la posibilidad de romper la primera línea de Ucrania. Llegados a este punto, el ejército del Kremlin podría tener un acceso mucho más fácil a grandes ciudades de la zona central del país, como Zaporíjia y Dnipró. Y eso sí que sería realmente alarmante para los ucranianos.

Que la lucha en la zona es descarnada, lo demuestran las informaciones que transmiten uno y otro bando. El ministerio de Defensa de Rusia aseguraba el jueves que sus fuerzas habían capturado a dos pueblos del este de Ucrania: Mikolaiv, en Donetsk, a unos 15 km de Pokrovsk, y Stelmakhivka, en Lugansk. El ejército ucraniano, por el contrario, ha informado de que sus fuerzas han repelido los ataques en torno a este último punto.

Lucha diplomática

Mientras el día a día de la guerra ha continuado con un goteo de destrucción y víctimas –decenas o cientos, dependiendo de si son civiles o militares–, en el frente diplomático Kiiv ha hecho dos movimientos: uno recurrente y otro que obedece al hecho que el 5 de noviembre hay elecciones presidenciales en Estados Unidos y una victoria del republicano Donald Trump podría suponer el cierre definitivo del grifo de la ayuda estadounidense a Ucrania.

Tanto Zelenski desde Kiiv como el ministro de Exteriores ucraniano, Dmitró Kuleba, desde Bruselas, volvieron a pedir a los aliados occidentales que levanten las restricciones que imponen al uso de su armamento contra territorio ruso. Los comentarios de Kuleba, el miércoles, se produjeron al día siguiente de que el ministro de Asuntos Exteriores ruso, Sergei Lavrov, dijera que Occidente "jugaba con fuego" si finalmente permitía que Kiiv ataque a Rusia, y advertía de los riesgos de una Tercera Guerra Mundial.

El viernes, tras un nuevo ataque ruso contra Járkov que mató a siete personas, entre ellas un niño, Zelenski imploraba desde su canal de Telegram: "Este ataque no se habría producido si nuestras fuerzas de defensa tuvieran la capacidad de destruir aviones militares rusos donde tienen las bases. Necesitamos decisiones firmes de nuestros socios para detener este terror. .Necesitamos la aplicación de acuerdos de defensa aérea para Ucrania.

En el otro frente diplomático, teniendo en mente las elecciones a la Casa Blanca, Zelenski se ha comprometido esta semana a presentar durante septiembre a los dos candidatos un plan que conduzca a la victoria a su ejército y que ponga fin a la guerra. Un plan que parece poco más que un brindis al sol o una forma de sondear a Trump, no vaya a ser que acabara volviendo a la presidencia.

Lo que sí son efectivos, y no ningún brindis al sol, son los drones de fabricación ucraniana con los que en los últimos meses Kiiv ha castigado cientos de veces el territorio ruso. Tanto la tecnología como el apoyo financiero occidental ayudan a Ucrania a llevar a cabo numerosas incursiones aéreas de largo alcance contra infraestructuras rusas: bases de la aviación, depósitos de petróleo y de municiones y centros de mando. Las empresas ucranianas los producen a muy bajo precio en comparación con lo que cuestan hacerlos en Occidente y así Kiiv mantiene el pulso y las esperanzas.

Sea como fuere, el estancamiento continúa. La población ucraniana vive agotada por la guerra; la rusa, al menos en algunas zonas, comienza a sufrirla también. Agosto quizá haya dado la vuelta a algunas percepciones sobre el curso del conflicto. Pero no se ve el fin.

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