Los retos del canciller Friedrich Merz
El dirigente alemán será nombrado canciller este martes, diez semanas después de las elecciones
BerlínEl líder de la Unión Cristianodemócrata (CDU), Friedrich Merz, será nombrado este martes décimo canciller de la República Federal Alemana si, tal y como se prevé, supera la votación en el Bundestag, la cámara baja del Parlamento alemán. Merz jurará el cargo en una ceremonia sobria en Berlín, diez semanas después de que los conservadores ganaran las elecciones federales del pasado 23 de febrero. Con la llegada de Merz a la cancillería, se pondrá fin a seis meses de incertidumbre política en Alemania, después de la ruptura, en noviembre, de la coalición de socialdemócratas, verdes y liberales que lideraba el canciller socialdemócrata Olaf Scholz.
Los líderes de la Unión Cristianodemócrata (CDU), la Unión Social Cristiana (CSU) y el Partido Socialdemócrata (SPD) firmaron el lunes oficialmente en Berlín el acuerdo de coalición de 144 páginas titulado "Responsabilidad para Alemania". Se trata de la quinta coalición entre conservadores y socialdemócratas.
Merz y sus ministros no podrán encantarse: tendrán que ponerse a trabajar rápidamente para afrontar los retos que tienen por delante. "Estoy seguro de que a partir de mañana conseguiremos gobernar nuestro país de forma enérgica, planificada y digna de confianza", dijo Merz en el momento de firmar el acuerdo de coalición.
El primer reto: el escepticismo
Una de las primeras tareas de Merz como canciller será recuperar la confianza de sus compatriotas. Los alemanes se muestran escépticos tanto con el nuevo canciller como con la coalición negra-roja, llamada así por los colores de los partidos que la integran. Solo el 38% de los alemanes están a favor de Merz como canciller, y el 56% le rechazan, según el último barómetro político de la cadena de televisión ZDF. Casi la mitad de los encuestados cree que la coalición de conservadores y socialdemócratas no puede aportar soluciones a los actuales problemas.
Internamente, Merz deberá reactivar la débil economía alemana, sacar al país de la recesión y de la crisis industrial, combatir el auge de la extrema derecha, frenar la inmigración ilegal, aumentar el gasto en defensa y controlar las finanzas públicas. Según el líder conservador, los primeros resultados del nuevo gobierno deben ser perceptibles antes del verano.
Merz también deberá afrontar la cuestión espinosa de qué hacer con el partido de extrema derecha Alternativa para Alemania (AfD), que en el nuevo Bundestag será el principal partido de la oposición. Los alemanes debaten estos días si es necesario prohibir este partido, después de que los servicios de inteligencia interiores alemanes le hayan calificado de "extremista" y considerado incompatible con el orden democrático.
En política exterior, el nuevo canciller deberá relanzar el motor franco-alemán de la Unión Europea, que lleva tiempo atascado. El hecho de que Merz haya elegido París como destino de su primer viaje oficial como canciller muestra la importancia que otorga a la relación entre ambos países, ochenta años después de la derrota de la Alemania nazi en la Segunda Guerra Mundial. "Después de años de disputas internas y de mirarse el ombligo bajo el gobierno anterior, ahora es necesario un liderazgo alemán que no se limite a observar la política europea, sino que contribuya a darle forma", afirma Jana Puglierin, directora de la oficina de Berlín del laboratorio de ideas europeo ECFR.
Pero Merz no solo mira hacia París, sino también hacia Varsovia y Londres, y no dejará de seguir apoyando a Kiiv tras la guerra de agresión rusa, con el apoyo de Washington o sin él. "La coalición negra-roja podría tener enfrentamientos en aspectos concretos, como la participación en una fuerza de disuasión para Ucrania. Pero hay un nuevo consenso estratégico entre conservadores y socialdemócratas: Alemania debe dotarse de capacidad militar y de resiliencia política ante la mayor crisis de seguridad que ha vivido Europa desde 1989". Puglierin.
El dirigente conservador ya logró, antes de llegar a la cancillería, que el Parlamento alemán aprobara cambios constitucionales para flexibilizar el freno de la deuda, fijado en la ley fundamental, la Constitución alemana. Esto le dará un gran margen de maniobra para poner en marcha el plan de rearme, relanzar la economía alemana dañada e impulsar un paquete multimillonario de inversiones en infraestructuras anunciado por los conservadores y socialdemócratas.
Merz, que se considera profundamente europeísta y atlantista, deberá redefinir el papel de Alemania en Europa y en el mundo, tras el giro en la política exterior del presidente estadounidense, Donald Trump, y ante la amenaza de la Rusia de Vladimir Putin. El líder conservador defiende la autonomía estratégica europea. Antes de llegar a la cancillería, ya proclamó la independencia en materia de seguridad de Alemania respecto a Estados Unidos y se mostró abierto a ampliar el paraguas nuclear francés, ante la incertidumbre sobre el apoyo de Washington a la defensa europea tras el regreso de Trump a la Casa Blanca y ante la amenaza de Moscú. Al frente de una potencia exportadora como Alemania, Merz también tendrá que hacer frente a los retos de la guerra comercial mundial puesta en marcha por Trump y gestionar la relación con el gigante chino.