BruselasLa UE no se entiende con una Francia en segundo plano. Es uno de los principales países fundadores y, junto con Alemania, ha sido históricamente el principal motor político y económico del club. Tiene la capacidad de impulsar grandes reformas y medidas del bloque, como la política agraria común (PAC), y de tumbar iniciativas tan destacadas como la que iba a ser la primera Constitución europea en 2005 o una unión militar europea justo después de la Segunda Guerra Mundial. El peso de París en el grupo comunitario es determinante y, por eso, la UE respira aligerada ante la derrota de la extrema derecha francesa, pero teme a un ejecutivo galo inestable.
Uno de los primeros líderes europeos ha sido el expresidente del Consejo Europeo y primer ministro polaco, Donald Tusk, que ha resumido la opinión general de la UE. "Entusiasmo en París, decepción en Moscú, alivio en Kiiv. Me vale para sentirnos felices en Varsovia", pió el líder conservador, que también cerró el pase a la extrema derecha con una coalición liberal. En la misma línea, el canciller alemán, Olaf Scholz, también dijo sentirse "aligerado" por los resultados, pero remarcó que ahora Francia debe "formar un gobierno constructivo, también por el interés de una UE fuerte".
Más eufóricos se han mostrado el presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, quien ha celebrado que los franceses hayan "rechazado la ultraderecha", como en Reino Unido, y hayan optado por las izquierdas; o el comisario de Economía, el ex primer ministro italiano, Paolo Gentiloni. "¡Viva Francia!", pió el socialdemócrata.
Ahora bien, aunque el global del club europeo tenía pesadillas con una victoria del partido de Marine Le Pen (Reagrupament Nacional), el solo hecho de que Francia pueda acabar jugando un papel secundario o se abstenga en algunas de las negociaciones ya preocupa. "Francia siempre ha desempeñado un papel de liderazgo en la UE, y su ingobernabilidad puede llevar hacia mayor desintegración europea", asegura al ARA el jefe del think tank europeo CEPS, Karel Lannoo.
De hecho, en los últimos tiempos la debilidad del presidente francés, Emmanuel Macron, ya se ha notado. Siempre ha intentado jugar un papel de liderazgo internacional, pero la concatenación de crisis internas le ha dificultado y ha mermado el poder y la influencia de Francia en el club europeo. El último ejemplo ha sido durante las negociaciones sobre cuáles deben ser los próximos líderes comunitarios, en las que Macron –centrado en la campaña por las legislativas– jugó un papel secundario aunque París tradicionalmente ha sido muy clave en este reparto.
A la incertidumbre que llega de Francia hay que sumarle la de Alemania. El eje franco-alemán está en crisis. Scholz también sufrió una gran derrota electoral en los comicios europeos, y la ultraderecha alemana sube como la espuma. Su ejecutivo, al igual que el francés, no ha sido capaz de liderar la UE, sino más bien lo contrario: ha tropezado con iniciativas clave a última hora y se ha ganado a pulso la fama de imprevisible, justo al contrario de lo que es espera de la locomotora industrial del continente.
Sin embargo, el jefe del centro de investigación CEPS ve una ventana de oportunidad para que los países emergentes "ganen más influencia" dentro de la UE, como puede ser los de Europa del Este o de España. Sería una forma, destaca Karel Lannoo, de descentralizar el poder que se ha concentrado en los intereses franceses y alemanes. De hecho, los países orientales llevan tiempo jugando un papel mucho más destacado en el blog, sobre todo en cuanto a la guerra de Ucrania, y el gobierno español ha conseguido ganar peso, por ejemplo, en la gestión de la crisis energética o el reto migratorio y en las negociaciones de la reforma de las reglas fiscales.
Un potencial bloqueo al Consejo
El experto en políticas europeas del think tank European Policy Center (EPC) Garvan Walshe explica al ARA que, pese a que la UE no tendrá que afrontar un gobierno de extrema derecha francés, tiene el reto de una potencial "ingobernabilidad" francesa, que es de una cuestión muy práctica en el Consejo de la UE. Es la institución que representa a los Estados miembros y por la que deben pasar la gran mayoría de iniciativas del blog. Algunas de las normativas necesitan unanimidad para ser aprobadas, requisito que ya cuesta alcanzar actualmente por culpa de Hungría, que a menudo se queda sola nadando a contracorriente.
Sin embargo, la mayoría de las medidas piden una mayoría calificada para ser tramitadas. Es decir, al menos quince países que representen al 65% del total de la población de la UE. Por tanto, si Francia se abstuviera conjuntamente con otros países que en estos momentos están controlados por gobiernos ultraderechistas o euroescépticos, como Italia, Países Bajos, Hungría o Eslovaquia, podría bloquear el funcionamiento del Consejo de la UE. Además, en el horizonte hay elecciones en Austria, donde la extrema derecha lidera las encuestas, y en Chequia, donde se prevé que gane ANO 2011, un partido populista y euroescéptico.
En este contexto, el investigador Karel Lannoo asegura que el futuro de la UE está en juego y que puede ser un buen momento "para hacer el bloque más federal" y no depender tanto del empuje de los estados miembros. Dicho de otro modo: dar más poder a la Comisión Europea, que está maniatada a los gobiernos estatales, y al Parlamento Europeo, que todavía tiene poco peso en los trámites legislativos. "La situación para la UE es grave, y quizás no queda más remedio que adelantarse al problema", avisa el experto.
Cuando Francia se presentaba con dos líderes en el Consejo Europeo
Una de las posibilidades es que Francia acabe teniendo un jefe de estado y un jefe de gobierno de diferente color, pero no sería la primera vez que ocurre. Hay un precedente: la etapa entre 1997 y 2002 del presidente conservador Jacques Chirac y el ejecutivo socialista de Lionel Jospin.
Ninguno de los dos dirigentes, que a menudo chocaban, quería menos que el otro, tampoco a la hora de representar a su país en las instituciones europeas. Por eso se hizo una excepción con Francia, y se les permitió presentarse a los encuentros del Consejo Europeo de forma conjunta. La imagen era curiosa e inédita. Era el único estado miembro que se sentaba en la mesa de negociación con dos líderes.
Sin embargo, hay que recordar que teóricamente quien debe representar a Francia en las reuniones de líderes de la UE del Consejo Europeo es el jefe de estado. Y es difícil imaginar que, por ejemplo, Macron acepte ir de la mano con un primer ministro de otro color político.