Elecciones en Irán

Irán más desencantado vota tras la muerte abrupta del presidente

El Consejo de Guardianes ha aceptado un candidato progresista, con pocas opciones, en un intento de subir la participación

Ethel Bonet
3 min
Un colegio electoral en Teherán, la capital de Irán.

BeirutIrán celebra este viernes elecciones anticipadas después de la trágica muerte del presidente Ebrahim Raisi en un accidente de helicóptero en mayo. Estos comicios presidenciales se enmarcan en un contexto de tensiones regionales por la guerra en Gaza y la inminente invasión del sur de Líbano que podría arrastrar a Irán a un conflicto regional. Pero a nivel interno el mayor desafío al que se enfrentará hoy el régimen de los ayatolás es conseguir que la participación electoral no caiga por debajo del 45%, como ya ocurrió en las elecciones del 2021, en las que hubo una participación del 41%, el porcentaje más bajo de la historia de Irán.

La República Islámica se encuentra en un momento crítico de su historia, con una sociedad que pide más participación en la política, sumado a una crisis de legitimidad, tras la inesperada muerte de Raisi y el inminente reemplazo del ayatolá Jamenei.

Debido a la unión entre la religión y el estado de la República Islámica, los candidatos reformistas tienen pocas opciones. De los seis aspirantes a ocupar la presidencia, Masoud Pezenshkian es el único de tendencia progresista, mientras que el resto mantienen una ideología ultraconservadora, afín al ayatolá Jamenei. La aceptación de la candidatura de Pezenshkian por el Consejo de Guardianes responde más bien a una estrategia para subir la participación electoral, ya que la oposición amenazó con boicotear las elecciones si no había un candidato reformista. Pero difícilmente conseguirá ganar la carrera presidencial. La apatía general de los iraníes, que ya no confían en que sus políticos puedan llevar a cabo reformas, está alejando cada vez más a los jóvenes, que representan a más del 60% de los 88 millones de habitantes de Irán, de la política.

El reformista Pezenshkian, alineado con el expresidente moderado Hassan Rouhani, que logró el pacto nuclear del 2015 con las potencias mundiales, se ha presentado como la esperanza de cambio. En 2022 apoyó las manifestaciones masivas tras la muerte de Mahsa Amini y ha desafiado a los candidatos de línea dura con mítines multitudinarios. Esta semana se han retirado dos de los candidatos ultraconservadores, el alcalde de Teherán Alireza Zakani y Amirhossein Ghazizadeh-Hashemi, que habían pedido al ultraconservador Saed Jalili, exnegociador nuclear de Irán, ya Mohamed Bagher Ghalibaf, presidente que se unieran en un frente único para “dar respuesta a las legítimas demandas de las fuerzas revolucionarias”. Esta retirada es vista como un claro intento de despejar el camino de uno de los dos favoritos de Jamenei, el líder supremo de Irán.

Desencanto generalizado

El desencanto electoral podría jugar a favor de los candidatos de línea dura y, según analistas y encuestas de opinión, lo más probable es que Jalili y Ghalibaf acudan a una segunda vuelta. El sistema creado para preservar los ideales de la Revolución Islámica ha empezado a resquebrajarse, y en las últimas protestas en las calles se pedía un cambio generacional. Asimismo, la crisis económica, la enorme inflación y la falta de oportunidades laborales para los jóvenes les han llevado a una profunda desilusión. En las pocas ocasiones en las que el país ha estado dirigido por un reformista no ha habido una mejora en la gestión económica ni verdaderas reformas estructurales.

“Que el 60% de la población no haya participado en las elecciones anteriores no debe interpretarse como un apoyo incondicional a las políticas gubernamentales”, explica al ARA el analista iraní Mohamed Taqi Akbarzadeh. "Si no implementan los cambios necesarios, es probable que el pueblo iraní exprese su oposición a través de protestas callejeras y rebeliones", añade.

En los debates electorales televisados, que han sido seguidos por uno de cada cuatro iraníes, los candidatos presidenciales han prometido reactivar una economía debilitada, pero los electores ven pocas perspectivas de alivio de la crisis económica y del coste de vida si no se levantan las sanciones e Irán sale del aislamiento internacional.

Impacto de las sanciones

El restablecimiento de las sanciones estadounidenses en el 2018 afectó a las exportaciones de petróleo de Irán, lo que provocó un recorte de los ingresos del gobierno y le obligó a tomar medidas impopulares, como subir los impuestos y generar grandes déficits presupuestarios, políticas que han mantenido la inflación anual en torno al 40%.

Durante los tres años de Raisi en el poder se ha evitado un colapso económico total del país, gracias principalmente a las exportaciones de petróleo a China, con un aumento del 70% en la producción de petróleo y la exportación de más de 1,4 millones de barriles diarios , si bien por debajo de los niveles anteriores al 2018.

La lucha diaria de los iraníes por llegar a fin de mes es un desafío constante para los clérigos gobernantes de Irán, que temen un resurgimiento de las protestas que estallan periódicamente entre los iraníes de ingresos bajos y medios hartos de soportar las dificultades.

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