Guerra entre Israel y Palestina

Netanyahu ha perdido una jugada ante el Supremo, pero no la partida

Con las encuestas en contra del primer ministro israelí se enfrenta a un juicio por corrupción y la investigación sobre la que falló el 7 de octubre

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El primer ministro israelí, Binyamin Netanyahu, durante una reunión de urgencia con su equipo.

SegoviaJustamente esta semana se cumple un año del anuncio formal del ministro de Justicia, Yariv Levin, de que buscaría una nueva correlación entre los tres poderes del estado, el gobierno, la Kneset [Parlamento] y el Tribunal Supremo. El plan del gobierno de Netanyahu condujo a protestas multitudinarias en todo Israel, casi diarias, hasta el 7 de octubre, cuando Hamás lanzó su ataque sorpresa que costó la vida a 1.200 israelíes y las protestas se detuvieron. _BK_COD_ Hace un año el gobierno de Benjamin Netanyahu se quitó la careta definitivamente y se lanzó contra el Supremo. Domingo el Supremo contestó derogando una ley básica aprobada por el parlamento, una ley que precisamente desautorizaba al máximo tribunal a derogar leyes básicas que considerase "no razonables", un concepto controvertido en sí mismo.

El fondo de la cuestión, sin dar muchas vueltas, era el deseo de Netanyahu de destruir el Supremo tal cómo ha funcionado desde la creación del estado. Los israelíes de centroizquierda creen, con razón, que las actuaciones del Supremo sirven de escudo protector a las críticas internacionales por la brutal ocupación militar de los territorios palestinos. Y es cierto que el Supremo, especialmente desde la anterior presidencia del magistrado Aharon Barak, ha frenado un montón de críticas contra el empleo al tiempo que impulsaba el empleo.

Israel y el Derecho Internacional

En una ocasión, en Jerusalén, en presencia de su invitado estrella, el juez español Baltasar Garzón, que procesó al dictador chileno Augusto Pinochet, Barak hizo una defensa clara y concisa de las jurisdicciones nacionales y dijo que cuando le invitaban a dar conferencias en Occidente siempre decía a los jueces locales que desarrollaran legislaciones nacionales y no facilitaran las jurisdicciones internacionales. Lo decía porque quería que Israel fuera inmune a las legislaciones internacionales. Barak no quería oír hablar de tribunales internacionales, algo que es razonable si tenemos en cuenta las violaciones sistemáticas de los derechos humanos que el estado judío hace cada día para mantener el empleo.

Los políticos israelíes de centroizquierda quieren un Tribunal Supremo fuerte y técnicamente independiente, porque de lo contrario, es decir si fuera un tribunal raquítico, la defensa de Israel en los foros internacionales sería más complicada. Pero cuanto más a la derecha están los políticos, cuando son más o más nacionalistas religionistas, están menos de acuerdo con este planteamiento y prefieren un Supremo raquítico.

Netanyahu es de esta última opinión, aunque hace algunos años pensaba de otra forma. Hay grabaciones en las que Netanyahu habla abiertamente a favor de un Supremo fuerte, pues de esta forma podrá defenderse mejor en Israel ante los tribunales internacionales. ¿Por qué ha cambiado de opinión? ¿Por qué quiere controlar ahora los tres poderes: ejecutivo, legislativo y judicial?

Según algunos analistas es por pura megalomanía. Quiere controlarlo todo. No le basta con controlar su gobierno y la Kneset, porque un Supremo independiente puede crearle problemas, y sencillamente lo quiere evitar.

Es por eso que decidió desequilibrar la relación entre los tres poderes y destruir al Supremo. Quería ser él quien, a través del parlamento, eligiera a los jueces. Era una jugada arriesgada, la jugó y perdió, pero eso no significa el final del juego. Netanyahu no piensa dimitir y dará la batalla hasta sus últimas consecuencias. Aún no sabemos cómo terminará su juicio por corrupción, seguramente uno de los motivos por los que ha llegado tan lejos con la pretendida reforma del Supremo.

Tampoco sabemos cómo terminará la investigación de la guerra de Gaza en curso, pero él y los suyos alter ego están acusando al ejército y los servicios de inteligencia de la catástrofe del 7 de octubre. Además, la investigación podría prolongarse por años, como su juicio. Es cierto que las encuestas no le dan un buen resultado en unas hipotéticas elecciones, pero aún tiene por delante tres años de legislatura con una mayoría suficiente.

El principal líder de la oposición, Benny Gantz, unidad a raíz de la guerra de Gaza, dice que él no está en contra de una reforma del Supremo, siempre que se haga con un amplio consenso y no sea tan radical. La cuestión queda por el momento aparcada, pero es fácil intuir que Netanyahu volverá a la carga.

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