Próximo Oriente

La revolución del velo, un movimiento transversal: así se desafía el régimen de los ayatolás

Las protestas, inéditas por su dimensión, han desbordado la capacidad de Teherán de reprimirlas con los instrumentos de siempre

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Protestas Universidad  d Irán

BarcelonaLa movilización por la muerte bajo custodia policial de Mahsa Gina Amini, una chica de 22 años detenida porque llevaba mal puesto el velo, ya se ha convertido en el principal desafío al régimen de los ayatolás en décadas. El grito de "¡Mujer, vida, libertad!" ha corrido como la pólvora en todo el país, hasta oírse en las calles de ciudades que nunca habían vivido protestas de esta naturaleza. Con el líder supremo, Ali Jamenei, gravemente enfermo, el régimen no ha podido, dos semanas después, sofocarlas a pesar de su capacidad represiva, que el domingo se concentraba en las universidades. La clave de la fuerza del movimiento es su transversalidad.

Ya hace dos semanas que las protestas continúan y parece claro que los manifestantes no están dispuestos a parar. Según la organización Iranian Human Rights, con sede en Oslo, al menos 133 personas han muerto por la represión, incluyendo una cuarentena de víctimas la semana pasada en la ciudad de Zahedan, la capital de la provincia de Sistan y Baluchistan, en el sudeste del país. La policía ha reprimido las protestas con gases lacrimógenos y en algunos casos fuego real, hay miles de detenidos y el régimen ha cortado internet en algunas regiones del país. Aun así, la movilización no se para e incluso los jugadores de la selección nacional de fútbol se solidarizaron el jueves en un partido contra Senegal escondiendo el escudo de su camiseta.

Las protestas han irrumpido de manera inesperada: la muerte de la joven curda ha sido el detonante de una situación inédita en el país. Pero esto no significa que el movimiento surja de la nada. Al contrario, Irán tiene una larga tradición de lucha democrática que se remonta a principios del siglo pasado y que se ha expresado, casi como un reloj, cada diez años en los últimos tiempos. Siempre con una chispa diferente, pero con elementos de continuidad: en 1999 por la prohibición del diario de izquierdas Salam, en 2009 contra el fraude electoral y en 2019 contra el incremento de precios del combustible. Varios analistas coinciden, sin embargo, en que esta vez es diferente.

Superando las barreras étnicas

"Estamos ante un fenómeno nuevo, porque a pesar de que las movilizaciones empezaron en el Curdistán iraní, el grito «¡Mujer, vida, libertad!», que es el lema de los curdos de Siria, ha trascendido más allá porque tiene una dimensión muy universal. Primero las protestas se extendieron a Tabriz, la capital de la provincia de Azerbaiyán Oriental, superando los tradicionales conflictos entre curdos y los azerís –explica al ARA Massud Sharifi, profesor de la UAB–. Después el lema se tradujo al persa y se propagó al norte, y de ahí al centro, en Teherán, y estos últimos días a Baluchistan".

El movimiento se hace oír con las protestas en la calle, pero también en acciones de desobediencia civil, con mujeres que se quitan el velo y lo queman o simplemente que se sientan en la calle con la cabeza descubierta. También los hay que no se manifiestan pero que salen en coche a la calle en una especie de marcha lenta que dificulta los movimientos de la policía. "El movimiento supera las barreras étnicas, culturales, lingüísticas, religiosas e ideológicas, porque lo que defiende son derechos básicos, cosas con las que todo el mundo se puede sentir identificado", añade. "Hay un núcleo feminista, pero no se puede decir que todos los manifestantes lo sean: todavía falta mucho para superar el patriarcado que ha dominado el país durante años", comenta el profesor.

Sin partidos ni liderazgo

Una de las características diferenciales de la movilización es que rápidamente ha pasado de ser un clamor por la muerte de una chica a un cuestionamiento abierto del régimen. "Normalmente costaba un tiempo que las reivindicaciones escalaran hasta pedir el fin del régimen, pero en este caso no ha habido periodo de gracia: después de que los manifestantes salieran a la calle se oyeron gritos contra Jamenei –explica en el portal Middle East Eye la periodista Soraya Lennine–. Pero no os equivoquéis, la inestabilidad en Irán es una crisis genuina, y como tal tendrá que tener una respuesta desde dentro, no de los monárquicos en el exilio, los guerrilleros de Twitter o los activistas establecidos en el extranjero".

Incluso en la zona curda, donde el peso de los partidos-guerrilla es determinante, la gente ha pedido que no dirigieran las movilizaciones ni las condujeran hacia una respuesta armada para evitar que el régimen lo redujera a un problema de separatismo y encontrara un nuevo pretexto para la represión: las protestas han paralizado la región con una huelga general que ha tenido un seguimiento masivo.

"Es un movimiento que no tiene una ideología clásica ni liderazgos y que tampoco los busca. Y el régimen no sabe cómo reaccionar porque es una cosa nueva y los métodos con los que hasta ahora ha reprimido las movilizaciones no le funcionan. Ahora la gente graba la represión y hace públicas las caras de los responsables", destaca el profesor de la UAB.

La debilidad del régimen

La oleada de protestas llega en un momento complicado para el régimen iraní. Por un lado, la salud del líder supremo es débil: la semana pasada se especulaba en medios oficiales con el relevo de Jamenei por su hijo. Hasta este lunes la más alta autoridad religiosa y política del país no ha hablado de las protestas y cuando lo ha hecho –tildándolas de disturbios– se ha limitado al mantra del complot extranjero: "Estos disturbios y esta inseguridad están diseñados por Estados Unidos y el régimen fake sionista [Israel], que los financian, y algunos traidores de fuera de Irán, que los ayudan", ha dicho en un discurso a los cadetes de una academia policial de Teherán. La extensión de las protestas simultáneas en todas las grandes ciudades del país dificulta que la todopoderosa Guardia Revolucionaria, sin órdenes claras, pueda sofocarlas con la represión.

Por otro lado, el contexto internacional tampoco es favorable a Teherán. Con su aliado ruso en horas bajas por la guerra en Ucrania, Moscú no está tan presente en las crisis de Irán y de Siria. "Las protestas continúan porque han ganado mucha fuerza con unas reivindicaciones en las que todo el mundo se reconoce y porque el régimen no está en una buena situación: será determinante si se empiezan a generar fracturas dentro del núcleo del gobierno", augura Sharifi.

Desde el domingo los y las estudiantes universitarios protestan en Teherán y también en otras ciudades, como Yazd, Kermanshah, Sanandaj, Shiraz y Mashhad, con cánticos como "Independencia, libertad y muerte a Jamenei", el líder supremo de la República Islámica. Las protestas no aflojan a pesar de la creciente represión, que incluye fuego real contra los manifestantes.

El presidente conservador, Ebrahim Raisi, ha prometido una investigación oficial de los muertos y detenidos, sobre los que todavía no hay balance oficial. Tampoco se han hecho públicos los resultados de la autopsia de Amini, que murió en el hospital, donde llegó en estado de coma cuatro días después de ser detenida. El abogado de la familia ha asegurado que los médicos que han visto el cuerpo creen que murió debido a una paliza y su padre ha declarado que tenía moratones en las piernas. Otras mujeres detenidas en la misma comisaría han dicho que vieron cómo la policía le pegaba. Las autoridades lo niegan todo y aseguran que murió de un ataque de corazón.

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