Análisis

La rama del Estado Islámico que amenaza a Rusia tiene su origen en Afganistán

El racismo y el desarraigo ayudan al grupo terrorista a captar a Rusia militantes provenientes de Asia Central

Ricard G. Samaranch
4 min
Sospechosos de haber participado en el ataque contra el auditorio en las afueras de Moscú son trasladados a dependencias policiales.

El derrumbe del califato proclamado por el autodenominado Estado Islámico (EI) en zonas de Siria e Irak, junto con el estallido de un nuevo conflicto geopolítico de gran alcance como es la guerra de Ucrania, había desplazado la amenaza yihadista del ' agenda mundial. Sin embargo, el brutal atentado la noche del viernes en la sala de conciertos Crocus, en las afueras de Moscú, que se saldó con la muerte de al menos 137 personas, puso de manifiesto que el yihadismo sigue representando un riesgo serio para la seguridad internacional. Actualmente, parece que el EI, y especialmente su rama en Asia Central, es el grupo más temible.

El Estado Islámico en la provincia de Khorasan (EI-K) adopta el nombre de una región que perteneció al Imperio Persa, de fronteras difusas y que hoy incluiría territorios de Afganistán, del este de Irán y de varias ex repúblicas soviéticas de Asia Central. El EI-K se creó a finales de 2014 como una escisión de los talibanes paquistanís. Cientos de sus militantes decidieron jurar lealtad al líder del EI, Abu Bakr al Baghdadi, en un momento de gran popularidad en la esfera yihadista por sus victorias militares en Siria e Irak.

Desde entonces, el EI-K ha dedicado la mayor parte de sus energías a luchar contra los talibanes, a los que acusa de no aplicar con suficiente contundencia la sharia o ley islámica y de restringir sus actividades en Afganistán, en sitio de llevar a cabo una "yihad global". De hecho, la mayoría de atentados del EI-K han tenido lugar en territorio afgano. Lo más sanguinario fue lo que cometió en 2021 en el aeropuerto de Kabul, con más de 180 víctimas mortales. Aunque los talibanes llevan a cabo una lucha implacable contra el EI-K, no han logrado erradicarlo, ni siquiera después de tomar el poder en el país asiático a raíz de la retirada de Estados Unidos.

Ahora bien, consciente de que en la lucha con Al Qaeda por la hegemonía yihadista a escala global es crucial hacer atentados espectaculares, el EI-K también ha perpetrado varios ataques sonados más allá de las fronteras afganas. Por ejemplo, el pasado verano se atribuyó el atentado a la ciudad iraní de Kerman en plena celebración religiosa, que provocó la muerte de un centenar de personas.

Desde hace tiempo, el EI-K ha puesto a Rusia en su punto de mira por varias razones, como muestran sus comunicados. Históricamente, su percepción de Moscú es bastante negativa por haber invadido Afganistán en 1978 y por haber luchado contra los llamadosmujahidines durante una década. Además, la Rusia de Putin contribuyó a la derrota del califato realizando operaciones militares en Siria. Y, más recientemente, es percibida como un país cercano al régimen de los talibanes. Aunque el Kremlin no ha reconocido el régimen de los talibanes como gobierno legítimo de Afganistán –en este sentido, no se diferencia de casi la totalidad de la comunidad internacional–, hace un mes aceptó la llegada de un agregado militar talibán en Moscú.

Atentados contra intereses rusos

Esta hostilidad se ha traducido en varios atentados contra intereses rusos. En septiembre de 2022, el grupo ya protagonizó un atentado suicida contra la embajada rusa en Kabul. Y en el 2016, otra filial del EI hizo que se estrellara un avión ruso que cubría la ruta Sharm al-Sheij - San Petersburgo poco después de despegar y que murieran todos los pasajeros y los tripulantes : en total, 224 personas. Ahora bien, antes de la masacre del viernes, el EI-K no había cometido aún ningún ataque de envergadura en territorio ruso.

Uno de los factores a tener en cuenta para explicar lo ocurrido es que unos cinco millones de migrantes de Asia Central viven en Moscú, según la Organización Internacional de las Migraciones. "Es habitual que los jóvenes de la región emigren a Rusia en busca de trabajo. Una vez allí, el trato que reciben es muy malo. La policía les extorsiona de forma constante y les amenaza con deportarlos, son explotados por las empresas y se han convertido en el blanco de la extrema derecha rusa", comenta Marta Ter, especialista en Rusia, Cáucaso y Asia Central.

El racismo y el desarraigo son quizás los principales factores que ayudan al EI a captar a militantes originarios de Asia Central en Rusia. De hecho, el grupo yihadista cuenta incluso con un canal de propaganda en las redes sociales en lengua tayik (una variedad del persa que también se habla en Afganistán), y parece que la mayoría de los sospechosos del ataque de Moscú eran de esa nacionalidad.

Se calcula que hasta unos 3.000 ciudadanos de Asia Central emigraron al territorio controlado por el EI en Oriente Medio hace una década. Muchos de ellos murieron en combate, pero cientos pudieron escapar antes de la derrota y representan una seria amenaza para los países de la región, sobre todo Turquía y Rusia. En la medida en que hay menos migrantes de estas nacionalidades en la Unión Europea y en Estados Unidos, el riesgo en estos lugares es menor. En este sentido, otras ramas del grupo yihadista podrían representar un mayor peligro que el EI-K.

"Algo que me sorprende es que al FSB [los servicios de inteligencia rusos] le hubiera pasado por alto la amenaza de este grupo. Imagino que, en parte, se explica porque desde el inicio de la guerra de Ucrania ha estado más pendiente de perseguir a los disidentes internos", apunta Ter. Quizás para evitar este tipo de reflexiones, Putin insiste en vincular a Ucrania con el ataque.

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