"¡El Sahara occidental está en guerra!", el grito de la juventud cansada de esperar

Crónica desde el frente del conflicto escondido con Marruecos

Sahara
15/10/2021
4 min

Mahbez (Territorios liberados)La guerra asoma detrás de las dunas, casi imperceptible. Hay que recorrer kilómetros y kilómetros de desierto de arena para poder sentirla, aunque no verla. Desde la ruptura del alto el fuego entre Marruecos y el Frente Polisario, en noviembre de 2020, el Sahara occidental vuelve a estar en estado de guerra. Miles de jóvenes saharauis, que nunca han pisado el Sahara Occidental, ya que el 80% de los territorios están ocupados desde hace 30 años, se han levantado en armas contra Marruecos. El tedio en los campamentos de refugiados saharauis en Argelia contrasta con las ráfagas de actividad militar. En una de las bases militares en la región liberada de Mahbez nos espera el general Aba Ali y su pelotón de soldados voluntarios. Una docena de vehículos “pick up” y tanquetas polvorientas y unos viejos fusiles son todo lo que tiene esta unidad militar. Pero si hablamos de fe y patriotismo su unidad le gana a un batallón marroquí. 

Allí, el tiempo se mide lo que se tarda en tomarse tres vasos de té: un ritual sagrado hasta en la guerra. Ya ha caído la noche y refresca. Entre mantas en el suelo y botas militares amontonadas está recostado el general Aba Ali quien nos habla con orgullo de padre de sus tropas. “Cada unidad militar controla una parte del muro. Siempre estamos vigilantes día y noche, también lo hacíamos antes de que estallara la nueva guerra con Marruecos”, explica el general saharaui. “Escucha, escucha”-interrumpe- para oír el trueno de un mortero que han lazado los compañeros de otro pelotón.  

Un año de conflicto

El general Aba Ali señala que desde que reavivó el conflicto tras la entrada ilegal de fuerzas marroquíes a la franja desmilitarizada de Guerguerat para dispersar unas protestas de saharauis el 13 de noviembre de 2020 “miles de chicos” voluntarios, en el estricto sentido de la palabra, han venido del extranjero o de los campamentos de refugiados para unirse al el Ejército de Liberación Popular Saharaui.

“Las academias militares están llenas. Hacemos formaciones militares de nueve meses y ya están listos para ir al frente. Hay mucho apoyo de nuestra juventud, están muy convencidos en que tienen cumplir con su deber”, expresa.

Jóvenes como Omar, de 23 años, que ha estudiado en Cuba, Túnez y Argelia, y regresó a los campamentos para alistarse en una academia militar y ahora es soldado en el frente de Mahbez. Omar no pierde el tiempo, mientras descansa en la base lee uno o dos libros o estudia ruso porque le han dado una beca para estudiar medicina en Moscú, después de que termine su último año de Literatura inglesa. “El futuro del Sahara está en manos de los jóvenes. Somos gente preparada con estudios, intelectuales que sabemos manejar las armas, y es nuestra generación la que va a liberar y construir el país”, anhela este soldado raso.

Su historia se repite en cada uno de los campamentos de refugiados de Argelia. Son muchas las familias partidas como la de Omar: una parte vive en España u otro país, otra en los campamentos y en los territorios ocupados. “Tengo familiares a los que no conozco. En qué parte del mundo se ha visto algo así. Que no te dejen visitar a tu familia por ser saharaui con pasaporte argelino”. Ahora, incluso, es más difícil todavía desde que Marruecos y Argelia han roto sus relaciones. 

El frío y el cansancio nos obliga a todos a irnos a dormir con mantas al raso, y esperar a las primeras luces del amanecer para levantarnos e ir al frente. Después de desayunar nos dividen en grupos para subir a las tanquetas. Empieza el rally por el desierto, a levantar y tragar polvo y arena. En el trayecto coincidimos con varias unidades móviles con lanzaderas antiaéreas de 23 milímetros, que es el armamento más sofisticado que tienen. Pero como nos explica Omar, que acompañamos en la tanqueta, “estamos más preparados en la guerra de guerrillas. Marruecos tuvo que levantar un muro y pedir un alto el fuego porque no pudo defenderse de los guerrilleros del Polisario”, manifiesta con orgullo.

El "muro de la vergüenza"

El muro conocido por los saharauis como el “muro de vergüenza” comenzó a construirse 4 años después de la retirada de España en 1976 y se terminó en 1987 y constituye la mayor pared defensiva, que supera los 2.700 kilómetros, después de la Muralla China. 

Nuestro recorrido termina a 9 kilómetros del muro, que vemos desde una enorme duna que tenemos que subir rectando para no ser identificados por los radares y drones marroquíes. Desde lo alto, agazapados, vemos la línea del horizonte blanca del muro. Al poco rato una salva de truenos de obuses retumba en las dunas. Los dos ejércitos enemigos se mandan saludos. Es una guerra de baja intensidad que se limita al lanzamiento de cohetes por parte de los saharauis y de proyectiles, bombas de racimo y bombardeos con drones desde el lado marroquí pero que han obligado a huir a la población que vivía antes en los territorios liberados de la RASD (republica árabe saharaui democrática).

Para el Frente Polisario, Marruecos les ha “hecho un favor” al romper el alto el fuego. “Nosotros como Frente Polisario hemos sido conscientes desde el primer día de que nos correspondía pagar una factura de la paz y la hemos pagado generosamente. Incluso aceptamos que los colonos marroquíes instalados en el Sahara Occidental pudieran participar en el referéndum pero Marruecos ha actuado siempre con impunidad, con sentimiento de superioridad y es por eso que ha roto el alto el fuego”, señala Oubi Bouchraya, miembro de la dirección del Polisario en la UE.

“Invitarnos ahora a reproducir el mismo esquema que nos ha llevado a 30 años de espera y de fracasos seria totalmente inútil. Esta receta ha fracasado y toca empezar algo nuevo”, insiste.

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